GASTRONOMÍA

Artífices de buen pan

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La multiplicación de los panes alemanes

El gusto por un pan de centeno que comía en su infancia llevó a Tomás Bacher, ingeniero de formación, por otro derrotero de vida. Hijo de alemanes, en su casa solían comprar un pan distintivo con ese cereal en la panadería La Amistad, de la avenida Rómulo Gallegos en Caracas. Y cuando probó uno similar elaborado por una alemana que vivía en Venezuela y era artífice de Pan Alemán en La Lagunita, se quedó enganchado a ese sabor que lo conectaba con su niñez.

Bacher y Oswaldo Esté, publicista de formación, se convirtieron en clientes tan frecuentes de la panadería que terminaron como socios y aprendieron a elaborar los panes, trabajando desde la medianoche hasta las ocho de la mañana, y luego se hicieron cargo del negocio cuando su artífice tuvo que volver a Alemania.

“Quisimos aprender el oficio porque pensábamos irnos del país en ese momento. Y terminó en un compromiso que crece cada día con esta marca”, aseguran quienes desde hace una década asumieron el reto de multiplicar los panes inicialmente con sello alemán. Abrieron nuevas tiendas y se diversificaron para, más tarde, entender que querían concentrarse en lo que mejor sabían hacer. Hoy mantienen una tienda en Los Palos Grades cuyo bautismo lo anuncia: Pan y chao, donde proponen el pan multicereal que se lleva los honores, el maxicorn, otras recetas de estirpe alemana, como el familienbrot, y el dintel, elaborado con harina de espelta o el criollo pan de jamón. También tienen dulces como un stolen navideño.

“Nuestros panes en la tienda siempre tienen harina de centeno, ausencia de grasas y azúcares”, comparten. Una nueva ventana de crecimiento se abrió cuando Ávila Burguer les encomendó los panes de hamburguesas. Hoy en día, esos se multiplican en su taller caraqueño a ritmo veloz para surtir todas las tiendas de la cadena y otras, como Sanduchef. También se preparan para estar con su marca en los anaqueles de supermercados, en una apuesta que se agradece.

En Instagram: @panaleman

A cuatro manos

Hacer pan puede lograr los más benignos efectos en quien amasa. María Belén Fagúndez, profesora universitaria de idiomas y descendiente de panaderos, se dio cuenta de lo esencial que era para ella elaborar este alimento, luego de que sufriera de cáncer. “Entonces me di cuenta de que no había sido suficientemente feliz. Pensé que si me salvaba, retomaría la elaboración del pan, lo que antes hacía como hobby”. Recuperada, cumplió su palabra y tomó clases con Néstor Cárdenas, quien también había conocido un nuevo destino en las masas. Publicista de formación y ex empleado de Pdvsa, tras varios cursos en lugares como el GAPP, Grupo Académico Panadero Pastelero, se había convertido en profesor de panadería y en dedicado artífice de masas de hojaldre. Fagúndez se transformó en su pasante y una Navidad se les ocurrió diseñar juntos un pan de chicharrón para acompañar el pernil. Ese sería el comienzo, hace dos años, de su iniciativa a cuatro manos que bautizaron Fourhandscooking, en la que multiplican artesanalmente panes con su sello, inventan recetas y enseñan a otros a elaborarlos a través de cursos.

Cada pan de su emprendimiento es amasado por ellos y tienen cuatro masas madre, que aprovechan con sus bautismos respectivos: Lourdes María, Carmen Galia, Sofía y Yolanda. “Hacemos panes con nuestras fórmulas, no usamos preservativos y son todos artesanales”. Es así como idearon unos de lairén para el restaurante Doc de Los Palos Grandes, han creado otros, como los de chorizo con los embutidos de los emprendedores de Casa Cúneo y de ajíes con las propuestas de Montemayor. En sus cursos, que proponen por lo menos cuatro veces al mes, tienen pupilos con los más diversos intereses. “Viene desde gente que nunca había tocado la harina, hasta quienes quieren desconectarse. La gente libera preocupaciones amasando. Da orgullo lograr un buen pan. Tiene el esfuerzo y el trabajo de uno”, afirman quienes también despachan a domicilio a los que les encarguen en Caracas.

*En Instagram: @fourshandcooking