Como dice le antiguo refrán: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Eso debió pensar Stephanie Hunter, ciudadana inglesa, de 32 años, que se volvió noticia tras ser condenada a 15 meses de prisión tras fingir un cáncer terminal. ¿La razón? Viajó a Disneyland París junto a sus hijos, con todos los gastos incluidos.
El engaño de la mujer habría perdurado por más de cuatro años. En ese tiempo, se aprovechó de la bondad de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo para recolectar el dinero necesario y cumplir su último deseo.
La estafa
Según reportes de la prensa británica, Hunter habría comenzado a mentir a finales de 2016. En esa época, la mujer, quien se desempeñaba como agente de ventas telefónicas en la ciudad oriental de Hull, le aseguró a sus superiores del trabajo que, supuestamente, tenía cáncer de pulmón.
Para hacer más creíble su cruel engaño, a comienzos de 2017, la implicada se rapó la cabeza para dar a entender que era una paciente en quimioterapia. En ese mismo entonces, le mintió a sus allegados diciendo que tenía cuatro tumores en su cerebro y que le quedaban 18 meses de vida.
La aparente gravedad de la situación llevó, incluso, a que Hunter convenció a su esposo de visitar varias empresas fúnebres para preparar su servicio en caso de que muera. Toda esta situación derivó en que sus compañeros, amigos y familiares hicieran una colecta para cumplir el que iba a ser su último anhelo en vida: viajar a Disneyland con sus tres hijos de 8, 9 y 13 años.
Al final, la mujer recaudó 10.446 libras esterlinas para el viaje en mención. Poco más de 14.385 dólares. En efecto, la mujer cumplió su cometido y viajó al reconocido parque temático de París con todos los gastos pagos.
El Daily Mirror informó que Hunter logró su travesía con todos los lujos, con trayectos en tren de primera clase y un hospedaje en un reconocido hotel de cinco estrellas.
La mentira tiene patas cortas
Al regreso de su viaje, fracasaron los reiterados intentos de la mujer por validar su falsa condición médica ante las autoridades estatales de convalidación de incapacidad. La falta de diagnósticos y exámenes certeros llevó a que su intención fuese desestimada.
Al no contar con el respaldo médico ni un trabajo estable, los servicios sociales del Reino Unido se preocuparon por la situación de Hunter. En ese momento, toda su farsa se cayó y se desató el escándalo. Aparentemente, según cuentan diarios locales, la presión del cuerpo de trabajo social llevó a que Stephanie Hunter se derrumbara y admitiera que su historia había sido una mentira.
Caída la farsa, la mujer fue condenada a 15 meses de prisión por el delito de fraude. El juez del caso dijo que Hunter “abusó por completo de la bondad y la naturaleza caritativa de las personas. Esto previene que las personas realicen donaciones caritativas genuinas en el futuro”.
”Sus mentiras y conducta fueron verdaderamente despreciables”, concluyó el juzgado británico.