Mucho se ha especulado sobre el mito de Edward Mordrake, un hombre que nació con dos rostros producto de una malformación congénita llamada por la comunidad científica como diprosopia.
La enfermedad produce la duplicación de la notcorda, un cartílago embrionario que se produce durante el desarrollo de todos los vertebrados, y cuya multiplicación genera que se desarrollen dos crestas nerviosas, que terminan siendo dos cráneos.
Su condición se diferencia de los siameses unidos debido a que la enfermedad no es consecuencia de la fusión o separación incompleta de dos embriones: es el resultado de una anomalía en una proteína que marca el patrón craneofacial normal.
Dependiendo de la alteración de la misma, el individuo puede desarrollar múltiples ojos, orejas y labios.
Él era una persona normal, su rostro sano no tenía ninguna alteración y podía realizar sus tareas rutinarias con tranquilidad, pues su segundo rostro, que estaba formado en la parte trasera del cráneo, no representaba peligro alguno para su salud.
Su historia comienza a finales del siglo XIX, cuando un periodista del diario ‘Boston Post’ la publicó. Desde entonces, las mentiras empezaron a acrecentarse y, como toda información cuestionable, comenzó a viralizarse hasta eclipsar la verdad detrás del hecho.
Una situación similar a la que causan las noticias falsas que circulan por internet.
Tal fue el caso que aún hoy en día se desconoce si Mordrake verdaderamente existió, o si fue producto del sensacionalismo literario que invadía a los medios de comunicación de aquella época. Le contamos.
El mito detrás del ‘monstruo’
Cuando el periodista Charles Hildreth hizo viral la historia de Mordrake, la voz de que existía una persona con dos rostros se empezó a esparcir por todo el país. Hasta la comunidad científica se pronunció publicando las afirmaciones en una de sus enciclopedias, informó el diario ‘La Nación’.
Según los testimonios recogidos, la imagen de Edward empezó a verse manchada debido a su posición social acomodada, pues algunos afirmaban que provenía de una de las familias más acaudaladas del condado de Portsmouth, al sur de Inglaterra.
Su condición de burgués era el ‘blanco perfecto’ para que el clasismo arremetiera contra su ego, siendo objeto de cuanta burla, chanza y amenaza se pudiera atravesar por la mente humana. Todo esto ayudó a alimentar la mitología alrededor de Mordrake.
Algunos se animaron a decir que el rostro inerte que posaba en la parte trasera de su cráneo tenía vida propia y podía mover sus rasgos faciales a voluntad. También se dijo que esta enfermedad era producto de la fuerza con la que su alter ego se manifiesta, pues este le ordenaba hacer cosas malas y terroríficas.
En un supuesto testimonio de Mordrake publicado en el año 1900, por la revista científica ‘Almanaque de Medicina’ del doctor Geoge M. Gould, se puede evidenciar el grado de desinformación con el que trataban el tema.
“La imaginación no puede concebir las tentaciones espantosas en las que me envuelve. Por alguna imperdonable maldad de mis antepasados estoy cosido a este demonio, porque estoy seguro que es un demonio. Yo ruego y suplico para que lo eliminen del mundo, aunque yo muera”, es el testimonio que supuestamente ofreció Mordrake a los medios.
Si bien existen algunas fotos que rondan en la web, no hay prueba científica que verifique la veracidad de las imágenes. Expertos aseguran que esos registros fueron producidos con maquillaje profesional.
Finalmente, la cultura popular menciona que producto de las burlas, la depresión y, sobre todo, las supuestas voces que emanaba su segundo rostro, Mordrake terminaría suicidándose a la edad de 30 años.
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