109 años han pasado desde su nacimiento y más de dos décadas de su desaparición física, pero La Doña continúa sigue presente, vigente. Y uno de los responsables de esto es un venezolano: el fotógrafo de editoriales e ícono de la moda latino, Nicolás Felizola.
María Félix, la indomable. Mujer que no se deja, fuerte y decidida. La que con un carácter particular quiso hacer de su vida una obra de arte. Varias generaciones la han admirado. Siempre ha sido parte del imaginario colectivo mexicano. Pero también del mundo hispano. Excepcional como actriz y cantante, se convirtió en una referencia cultural con luz inapagable. Es una figura tan viva como pocas y ese legado, justamente, es el que Felizola quiso mantener presente. Esta vez, sin embargo, contando su historia no en escritos ni canciones, sino a través de la moda.
Nicolás Felizola, el niño
Desde pequeño, recuerda, se crió con sus fotos. Félix estaba en todas partes y él, siendo un niño, solo estaba claro de una cosa: su belleza. Sería su tío abuelo, el presidente de Venezuela para la época, Isaías Medina Angarita, quien despertaría más su curiosidad entre apologías y elogios: «No hay mujer más hermosa en el mundo que María», decía. Su abuela coincidía con ese juicio atribuyéndole hasta características celestiales. «Es un como un ángel, una aparición». Nicolás supo, en aquel entonces, que algo lo uniría a ese ser que imprimía lo que era -como un sello- en cada cosa que hacía.
Tuvieron que pasar algunas décadas, estar en Nueva York, un contacto que aún agradece y una gran subasta para lograr su cometido: hacerse de la colección más importante de piezas de Alta Costura que alguna vez formaron parte del guardarropa del ícono mexicano.
«Fue la musa de escritores y pintores, pero los diseñadores fueron quienes más inspiración obtuvieron de ella para crear piezas tan únicas, significativas», resalta.
“Sentí que era mi deber rescatar sus cosas, porque no solo fueron vestidos, también había accesorios y otros objetos de valor”
Así fue como la reconocida casa de subastas Christie’s sirvió como escenario de una dura «pelea» que se extendió por dos días y por la que desfilaron casi todos los bienes que, en vida, fueron tan preciados por María Félix. Había muebles, cuadros, porcelanas, lámparas, joyas, vestuario de sus películas más aclamadas, el vestido de su boda y, por supuesto, un closet entero de sus prendas más especiales de Haute Cuture. «El sueño de cualquier mujer amante de la moda, sobre todo entendiendo el contexto: fueron cosas hechas por y para ella. Nadie en el mundo podía usarlas más que María», recalcó Felizola.
Abril de 2007, entonces, estaría marcado en el calendario del venezolano para toda su vida. Fue cuando decidió, como buen soñador y amante de la estética y el arte, rendirle homenaje a un personaje tan importante. Balenciaga, Valentino, Chanel y Dior lo habían hecho a través de patrones, costuras y diseños; Nicolás Felizola lo haría mostrando una colección de ensueño.
«Llegué a la subasta con la idea de comprar los atizadores de la chimenea de la casa de María Félix en Cuernavaca, y terminé llevándome alrededor de 70 objetos. Y no, no me arrepiento, pues me parecía inimaginable dejar los vestidos, por ejemplo, apolillarse encerrados en cualquier sitio, sin darle su justo valor. Debía crear una oportunidad para que gente como yo, y el resto del planeta, pudiesen disfrutar de algo tan meritorio», subraya.
Una entrega sin arrepentimiento
Felizola los vestidos en todas partes. Su idea, desde el inicio, fue compartir cada una de las piezas, estilo museo, con todo el que quisiera ser parte del legado de «La Doña»; ponerlas al servicio de toda la gente.
Comenzó en el Mimi Art Central con un récord importante de visitas. Ese lugar, de hecho, marcaría su futura e inminente colaboración con la Fundación que preserva el nombre de la actriz mexicana.
La colección se paseó por el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, el Bellas Artes en República Dominicana, tuvo un up front en Televisa, México, y estuvo en infinidad de montajes privados y sesiones pequeñas pensadas específicamente para coleccionistas y fanáticos de la fallecida artista.
Nicolás habla así de su otro propósito: hacer entrega de los vestidos, cuando él sintiese que fuese el momento, para procurar una mejor preservación de las piezas.
«Aquí es donde Gonzalo Rodríguez, CEO de la Fundación María Félix, entra a hacer una gran labor de mantener viva la llama de tal protagonista», reitera. «Sabía que este momento llegaría; mis piezas debían unirse al resto que pertenecían a la organización. Existe solo un lugar donde puedan ser exhibidas, y no era conmigo. Esa es la realidad».
No pudo deshacerse de todo. Como buen coleccionista, se quedó con algunos objetos de gran valor para él. «Uno es el sombrero de Doña Bárbara, el que le dio nombre a La Doña. Otro, un vestido del gran diseñador italiano Pierre Cardin; por último, unas estolas de zorro pintadas a mano con ojos de cristal. Son piezas de arte de las que no pude deshacerme, tienen un valor sentimental importante para mí».
Sobre el costo de la colección, afirma, fue muy alto. No obstante, hablar de precios no serviría de mucho, dice. «No es viable. La colección es invaluable. Lo que tuve que pagar, o mejor dicho, invertir, no era solamente dinero. Todo estaba envuelto en una experiencia. Sería un error ponerle un valor a eso», agrega.
«Fue una gran suma, incluyendo los 16 años en los cuales tuvimos que pensar en los gastos de conservación», indica. «Todos los vestidos estuvieron en una bóveda espaciosa, con aire acondicionado a una temperatura perfecta, con ciertos parámetros especiales y eso costó bastante».
Sobre el vestido que más le gusta de la colección, sin duda, hace referencia a uno de Balenciaga, con el que también se quedó. «Un vestido negro, súper elegante, que definía mucho lo que era el donaire de María», rememora.
Sobre si Venezuela podría ser parte de una gira de la colección, expresa que la posibilidad no está descartada. «A fin de cuentas, es el país que la bautizó como La Doña por la película basada en la novela de Rómulo Gallegos, ¿sabían?».
Se define como un enamorado de la vida, un soñador, un ser que nació con el arte en las venas y que ha llevado siempre la bandera de Venezuela por todo el mundo con mucho orgullo.
«Soy un luchador incansable de la excelencia que ha tratado en todo momento de representar a mi país lo más dignamente posible a través de mi esencia, a través de mi visión de la moda, de la estética y del arte», resume al preguntar sobre su historia.
Construyó su reputación haciendo grandes campañas en periódicos, portadas de revistas como Páginas y Kena, de la Cadena Capriles, una referencia en las décadas de los 80 y 90; también haciendo imágenes de diversas editoriales y haciéndose retratista de celebridades venezolanas como Bárbara Palacios, de quien fue fotógrafo oficial al ganar el Miss Universo y quien también retrató para marcas como Ray Ban, Spalding, Revlon. Maite Delgado, Kiara, Irene Sáez, ayudaron a forjar esa primera etapa de Nicolás Felizola como fotógrafo.
También abogado, graduado Suma Cum Laude, certifica que la moda siempre estuvo presente en su camino. Es, según recuenta, una vertiente de su vena artística como lo es ser cantante, modelo, actor y fotógrafo, esto último sería lo que más reconocimiento le traería al comienzo de su afianzamiento profesional en el medio.
Su devoción y pasión por el estilo le ha valido de múltiples reconocimientos como el de Mejor Diseñador de la Semana de la Moda de Miami, otorgado seis veces por Tiffany & Co. por sus colecciones Privé y Uomo; el Premio Zanetti Murano en Italia; en México, el Premio a la Excelencia Universal; la Medalla al Mérito otorgada el Congreso de Estados Unidos en Washington, DC. También ha sido honrado con las llaves de la ciudad de Miami y la proclamación oficial del día de Nicolás Felizola por parte del alcalde de la ciudad de Doral, el 9 de mayo de cada año.
Apareció, también, en America’s Young Fashion Designers de la revista Forbes, reconocido entre los diez diseñadores hispanos influyentes en Estados Unidos, a la par de nombres como el de Carolina Herrera y fue galardonado como Ícono de estilo junto al inolvidable diseñador de moda Oscar De La Renta.
De sus 58 años, tiene alrededor de 26 fuera del país. «Pero no me he ido. Siempre regreso porque nadie puede sacarme a Venezuela de adentro. Salí de allí porque mi carrera así lo requería, pero vuelvo así sea en pensamientos y sentimientos».
Dice que extraña los atardeceres en el llano, los olores de la hierba fresca y del mastranto; esencias ricas y frescas del campo al amanecer. Cuando tiene oportunidad de revivirlo, se desconecta totalmente para disfrutar del ambiente bucólico que tiene su tricolor. Extraña montar a caballo y las playas, pero entiende que «quienes nacimos con el arte en las venas tenemos que hacer el sacrificio de dejar nuestros quereres, nuestros terruños. Crecer y evolucionar lleva consigo un peso enorme, pero se paga muy bien cuando llevas el nombre de Venezuela en cada una de las palabras y representas a tu país en cada uno de los logros que cosechas».
Para más información sobre Nicolás Felizola, ingresar a su canal de YouTube, donde se conecta a través de su seriado Minutos Fashion. «Debemos rendirle tributo al pasado para entender el presente y el futuro de la moda». También ingresar a través de Instagram o página web oficial.