«Matándonos suavemente» es el título de un estudio que analizó el efecto de los correos electrónicos del trabajo en el bienestar y salud mental de una persona y su entorno próximo. La conclusión principal de la investigación, a la que se refirió el diario El País, de España, es que la necesidad de estar siempre conectado, aunque no sea de forma explícita, conlleva a un tipo de agobio específico. A ese lo llaman e-ansiedad y afecta psicológicamente a los empleados y a sus allegados.
Los investigadores encuestaron a más de 400 empleados de diferentes sectores y a sus personas cercanas y confirmaron que la supervisión excesiva del correo electrónico en horario no laboral son perjudiciales para el bienestar y las relaciones. «Revisar obsesivamente la bandeja de entrada es una señal de alerta, pero tan solo pensar en ello también es nocivo», señalaron. Además, explicaron que el motivo es la expectativa de respuesta, que nace a partir de las vivencias de cada uno en su ambiente laboral.
“Ver a tu jefe siempre pendiente del correo electrónico, saber que los envía durante el fin de semana o las noches, genera una expectativa. De modo que no importa cuál sea la política de la empresa o la ley. Si sientes esa presión de tu supervisor, eso va a prevalecer sobre todas las demás cosas”, explicó Becker.
Consecuencias
Las consecuencias de esta situación afectan al entorno familiar y personal del trabajador, según el estudio.
El efecto negativo en la salud mental se traspasa a las parejas cuando el empleado deja de desempeñar las funciones personales porque no logra despejarse completamente del trabajo.
«Los pequeños desencadenantes, como cuando la familia realiza una actividad de ocio, pero uno de los miembros está revisando el correo electrónico o pensando en problemas del trabajo, dificultan una conexión efectiva entre los miembros de la familia», describieron los autores del estudio.
Y cuando esas situaciones se repiten una y otra vez, podría suceder que los familiares empiecen a ser muy conscientes de esas interrupciones o distracciones, elevando los conflictos. «A diferencia de los casos en que un empleado puede hacer frente a la sobrecarga de trabajo invirtiendo recursos para finalizar una tarea y luego desconectarse mental y físicamente, la expectativa de respuesta de los correos crea una demanda perpetua», afirmaron.
Se intensificó durante la pandemia
Olga Merino Suárez, coordinadora regional de prevención de Fremap (Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales, en España), aseveró que el trabajo telemático “improvisado”, que empezó con la pandemia del covid-19, intensificó los niveles de ansiedad y estrés. Además, al perder las conexiones físicas, las personas intentan mantener los vínculos estando siempre disponibles, sea por correo electrónico o en los canales de mensajería instantánea.
También es el uso creciente de las redes sociales, además por parte de las empresas, intensifica la dificultad de desconexión porque se da por hecho que el trabajador tiene siempre el celular. Eso provoca la sensación de tener que contestar lo más rápido posible. “La mensajería instantánea puede ser aún más perjudicial que el correo electrónico porque exige atención con mayor rapidez”, asegura el profesor Becker.
Merino explicó que, para revertir el problema, cada trabajador tiene la responsabilidad dar el alto y buscar la desconexión. Según dice, es más difícil encontrar los límites en temas laborales si las personas tienen los mismos hábitos con cuestiones personales, como el uso excesivo de las redes sociales. “La base funcional que sustenta la ansiedad o efectos negativos es similar en ambos casos”, aseveró la experta.
Otra conclusión del estudio es que los efectos negativos del correo electrónico y la mensajería instantánea pueden hasta parecer menores comparados con las rutinas agotadoras, las exigencias irrazonables y las metas inalcanzables que viven muchos profesionales.