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El impacto de la inteligencia artificial en la educación sexual

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El espacio digital se ha convertido en uno de los contextos sociales que mayor afluencia tiene entre los adolescentes. Este escenario virtual se usa para establecer y mantener relaciones, particularmente entre aquellos que están en la segunda etapa de la enseñanza obligatoria. Los adolescentes emplean las redes sociales no sólo para consumir entretenimiento, sino también para iniciar y mantener relaciones de amistad y, con frecuencia, relaciones amorosas y sexuales.

El uso generalizado de internet ha creado un modelo de cibercultura que está impregnando muchas de las decisiones que tomamos. También aquellas que involucran a nuestra sexualidad e intimidad.

Nuevos escenarios sin tabúes

Este salto al espacio digital ha creado, de forma abrupta y sin llevar a cabo una educación sexual formal, nuevos escenarios para vivir y experimentar la intimidad. Ofrece la posibilidad de acceder, fácilmente, a una gran variedad de contenidos sexuales que han puesto fin al ocultismo y a las restricciones del pasado. Por lo tanto, el tabú de la sexualidad en la infancia no cumple la función de control social que tuvo en otros tiempos.

En el momento actual, la curiosidad de los jóvenes acerca del sexo se sacia fácilmente a través de cualquier motor de búsqueda en el mundo digital. Se estima que uno de cada cuatro varones accede a contenidos pornográficos a través de internet antes de los 13 años. Estos primeros acercamientos a los contenidos sexuales se producen, en la mayoría de los casos, en ausencia del acompañamiento de un adulto responsable que ayude a interpretarlos de forma adecuada y crítica.

Redes y algoritmos que nos guían

La presencia de la inteligencia artificial en internet es cada vez más notoria. No sólo la encontramos en las actualizaciones y notificaciones de las redes sociales sino también en las búsquedas que realizamos.

El uso que se está haciendo, hoy en día, de los algoritmos de la inteligencia artificial nos encierra en cámaras eco donde los contenidos a los que accedemos y atendemos son, con bastante probabilidad, sesgados y parciales pero altamente estimulantes, porque responden a lo que queremos percibir y escuchar.

Este sesgo cognitivo de la atención nos impide analizar e interpretar la realidad de forma crítica, diversa y no polarizada. Nos sitúa, por tanto, en una posición concreta que guiará nuestra conducta y nuestras emociones y que funciona a modo de patrón o esquema cognitivo, a partir del cual evaluamos e interpretamos la realidad.

Inteligencia artificial y contenido sexual

Cuando accedemos a contenidos pornográficos, los algoritmos favorecen a grandes plataformas de distribución que parecen estar impulsando una escalada hacia contenido cada vez más violento.

Por otra parte, los filtros de imágenes corporales que se emplean tienden a construir estéticas idealizadas y escasamente realistas, sin imperfecciones y con una marcada influencia del modelo patriarcal.

A lo que debemos añadir la posibilidad que ofrecen las inteligencias artificiales generativas de crear DeepFakes, es decir, contenidos pornográficos fraudulentos en los que se sustituye la cara de una persona por otra. La exposición a estos contenidos puede confundir y distorsionar la percepción de la sexualidad durante la infancia y la adolescencia. Y, en algunos casos, puede tener efectos nocivos en su salud mental y física.

Todo ello va a impactar significativamente en el imaginario sexual de los más jóvenes, tanto por la inmadurez de su cerebro como por su limitada capacidad de cribado moral. De ahí que las instituciones que trabajan con población adolescente, y que reconocen las necesidades inminentes que se derivan del mundo digital demanden el asesoramiento e implicación de investigadores especializados en este ámbito concreto.

Educación sexual: evidencias científicas

Nuestro proyecto de aprendizaje–servicio HUMANIZATRICs, enmarcado en la asignatura de Género, violencia e intervención social del grado de Trabajo Social de la Universidad de Vigo, trata de responder a estas demandas con una propuesta formativa sobre educación sexual de carácter interdisciplinar. Está destinada, por un lado, a profesionales que trabajan con adolescentes y, por otro, a estudiantes del último curso del grado de Trabajo Social.

De forma paralela, se plantea un programa formativo y educativo con adolescentes en riesgo de exclusión social, que pretende favorecer el desarrollo de una perspectiva crítica del imaginario pornográfico a partir de tres áreas temáticas fundamentales:

  1. Principios básicos de la psicología (habituación frente a sensibilización, percepción social y ley de conformidad).
  2. Inteligencia artificial (conceptualización, funciones, beneficios, y riesgos).
  3. Educación sexual (sexualidad en el mundo contemporáneo, la normalidad de la diversidad sexual, erótica, pornografía, estereotipos de género, estereotipos asociados a la violencia de género, la ética de las relaciones sexuales).

Las tres han sido abordadas desde una perspectiva de género, ya que los sesgos de género están muy presentes no sólo en el diseño de los medios tecnológicos de internet y en los grandes datos digitales sino también en los contenidos objeto de estudio.

Un nuevo reto educativo

Los contenidos sexuales en el contexto digital no están exentos de la influencia de la inteligencia artificial. Esta combinación puede resultar preocupante cuando las principales medidas de actuación pasan únicamente por establecer estrategias de seguridad y control, ignorando que nos hallamos ante un nuevo reto educativo.

Tenemos el deber de formarnos, y de formar en, los fundamentos, las capacidades y los objetivos que hay detrás de estos sistemas. También tenemos que reconocer el derecho de la infancia y la adolescencia a recibir una educación sexual integral, que incluya la parte cognitiva, emocional, física y social de la sexualidad, sin olvidarnos de la ética.The Conversation

María José Vázquez Figueiredo, Profesora del área de Psicología Básica. Especializado en la prevención de la violencia, comportamientos antisociales y delictivos, Universidade de Vigo; Daniel González Peña, Profesor de Ingeniería Informática, Universidade de Vigo y Ricardo Fandiño Pascual, Profesor Asociado Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación , Universidade de Santiago de Compostela

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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