De enero a agosto de 2023, las visitas de turistas internacionales a Venezuela aumentaron 25%. Esa cifra, según el ministro de Turismo, Alí Padrón, se traduciría en 624.000 visitantes. En 2022 fueron 560.000. La proyección hacia finales de año, sin embargo, era más ambiciosa, superar el millón, gracias al incremento de la conectividad aérea, fluvial e incluso terrestre concretados hasta la fecha.
Para muchos, una utopía. El sector, opinan expertos y quienes forman parte del gremio –posaderos, hoteles y agencias turísticas-, sigue estando aún en modo supervivencia desde la pandemia. Además, una importante cantidad de operaciones continúan cerradas en el país.
Problemas serios en temas básicos como la prestación de servicios –agua y luz-, seguridad, vialidad, entre otros, así como la inestabilidad en el sector económico, hacen que el venezolano evalúe si viajar es la mejor opción. Sobre todo, cuando el salario mínimo aún se mantiene en 130 bolívares mensuales, el equivalente a 3,60 dólares a tasa oficial, y un pasaje de avión, como mínimo, oscila los $75.
Pero hay turismo. A pesar de que los números siguen siendo modestos, como el 35 o 40% de ocupación hotelera hasta diciembre, que la diáspora y los influencers sean los principales impulsores, y que Los Roques o Canaima, destinos más buscados por viajeros nacionales y extranjeros, sobrepasen los 700 dólares por persona en inversión.
«Debe haber una visión de país, pero también un fin. La única forma que tenemos para que esto funcione es entenderlo: Venezuela es turismo, y el año pasado alcanzó niveles que no veía hace una década», subraya el vicepresidente del Consejo Superior de Turismo de Venezuela, Conseturismo, Reinaldo Pulido, asegurando que un master plan en la materia, firmado por un gobierno interesado realmente en su desarrollo, garantizaría la sostenibilidad en el tiempo que necesita el sector.
“Dinero hay de sobra, pero debemos saber cómo manejarlo”
La realidad turística en Venezuela
Reinaldo Pulido tiene 4 décadas involucrado en actividades del sector, un camino que comenzó impulsado en 1990 por su familia. Al día de hoy se define como consultor, emprendedor, comunicador, gremialista y estratega. Fue presidente fundador de la Asociación Venezolana de Mayoristas y Empresas de Representación Turística, mejor conocido como Avemarep; fue presidente del Comité de Negocios Turísticos de Venancham, y desde la semana pasada es el presidente del Comité de Turismo y Servicios de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana, Cavecol.
—¿Cómo evalúa el sector? ¿Hubo un crecimiento sostenido en 2023?
—La situación es negativa por un lado y positiva por otro. En primera instancia, y lamentándolo mucho, existe una ocupación hotelera promedio que se traduce entre un 35 y 40% durante todo el año. Ese número no es una buena noticia. Quienes forman parte del sector alojamiento han tenido que hacer esfuerzos importantes para lograr resultados positivos. Ojo, no quiere decir que todos estén pasando la misma situación, pero el porcentaje no es el más idóneo.
—¿Y por qué no es una buena noticia? Es un avance, ¿no?
—No es una buena noticia cuando ese sector específico tiene que afrontar cuellos de botella tan duros. Por ejemplo, los costos del gasoil para plantas eléctricas, o ir tapando los huecos en el servicio del agua; el tema de combustible en general y por supuesto la voracidad fiscal, que viene impulsada desde las alcaldías y diferentes entes gubernamentales. Otro cuello de botella es que el bolsillo del venezolano no está en capacidad de gastar ampliamente. ¿Y qué pasa? Buscando maximizar lo más posible la experiencia o rendir el dinero que se va a invertir en vacaciones, ha habido un incremento descomunal en el consumo de servicios no regulados como apartamentos o complejos vacaciones y demás. Es decir, tienes a turistas hospedándose en espacios que no están acogidos a ninguna medida del Ministerio del Turismo, que no pagan impuestos ni derecho de frente, y en cambio, los hoteles sí tienen todo en regla, pero los visitantes no quieren gastar demás. Prefieren ahorrarse el dinero a cuestas de la comodidad y su seguridad. Y quién puede criticar. Nuestra economía es una realidad que no puede ocultarse.
—¿Airbnb? ¿Se refiere a esa modalidad?
— Sí y no. Está basado en ese formato, aunque no lo sea. En la mayoría de los casos, no está regulado por nadie. Y vamos a estar claros: no es estar en contra de que exista la figura, es algo en tendencia y que genera gran interés, pero la competencia no está siendo justa. Tienes al hotelero pagando nómina, luz, agua, gasoil, mientras el negocio ilegal, con la menor responsabilidad posible sobre su huésped y sin garantías de seguridad, cobra, te da la llave y ya. ¿Y si pasa algo en el edificio o residencia? No hay cláusulas o estrategias de emergencias que valgan. No hay nada. He ahí el dilema.
—¿Cuál es la solución? Si lo que se quiere es ahorrar en esta economía que obliga, ¿debería el venezolano abstenerse de viajar?
—La decisión de cómo viajar y cuándo está en cada uno de nosotros. Eso es lo interesante de tener poder y libertad de decidir hacer lo que nos dé la gana. Es importante destacar que, en base a cifras, en este país siempre ha viajado entre 3 y 4% de la población; te hablo de hace algunos años, eso pudo cambiar recientemente. Con esto quiero decir que cada quien debería arroparse hasta donde le llegue la cobija, pero tiene que ver muy bien hacia dónde, con quién y dónde se va a quedar. El sistema hotelero del país sí está ofreciendo muchos beneficios, hay es que armar un presupuesto y adaptarse. Sí, hay opciones 5 estrellas, pero también de 3 o 2 que ofrecen pluralidad de servicios decentes.
—¿Tan radical es el venezolano entonces a la hora de viajar?
—Efectivamente. Tenemos esa tendencia. O me das lo mejor o busco otra alternativa. Por eso hay que educar a la gente. Y para que esta realidad realmente cambie, el gobierno principal o central, el del Estado, debería arreglar el tema de los servicios públicos. Es vital para cualquiera, pero más para practicar el turismo en un país como Venezuela.
—¿Y qué hay de la actividad del posadero? ¿No es una opción asequible? ¿Existe una guía turística que avale la actividad?
—Están golpeados, son de los que más daño han sufrido. Por eso hay que apoyarlos. El año pasado se publicó una guía cuyo editor en jefe es Álvaro Montenegro, una personalidad del sector, conferencista y periodista muy querido. Es una publicación bastante completa; no sé si hay otro producto similar y si lo hay, me excuso porque lo desconozco. Sin embargo, creo que un pasajero debería poder apoyarse en su agencia de viaje o mayorista del turismo para tener un mejor panorama. Ellos están todo el día analizando y estudiando productos y oportunidades alrededor del país.
Elige Venezuela
Han transcurrido 31 años desde la creación formal de Corpoturismo. La Corporación de Turismo de Venezuela fue creada el 13 de septiembre del año 1976 bajo la dirección de Diego Arria. La organización buscaba brindarle al turismo una importancia relevante ante la industrialización de esta actividad. Venezuela: un país para creer era el slogan, ¿pero que ha sucedido desde 1976 hasta el 2024? Más de 30 slogans diferentes, desde El secreto mejor guardado del Caribe hasta Elige Venezuela o El país donde renacen los sueños. Han cambiado tanto las estrategias para captar turistas, que el problema no son las palabras, sino cómo vender un producto, o una Venezuela, que –aún– no se tiene.
-¿Cuáles son los destinos más buscados?
—El de siempre: Margarita. La isla es el punto más desarrollado del país hablando turísticamente. Además, no ha bajado la guardia a pesar del tema económico, social y de salud debido la pandemia. Otros son Los Roques y Bolívar, haciendo énfasis en Canaima; también Mérida, Morrocoy y toda la zona costera de Venezuela. Pero cuidado con Táchira, solo el año pasado le dijo al mundo que está apostando por un turismo diferente, de naturaleza, aventura y agroturismo. En 2024 estará en la palestra por ser uno de los estados fronterizos con Colombia. Está en boga porque los que viven allí pueden visitar cualquier municipio solo con su cédula, ayudando así a la economía. Por su parte, se espera la celebración de la Asamblea anual de Fedecámaras y la Fitven.
A lo mejor se me escapa algo, pero todos los días nos enteramos de servicios y productos nuevos que ponen destinos en el radar, como lo hicieron los girasoles en Portuguesa, por ejemplo, o Barinas con el rafting, Falcón con Las salinas de Cumaragua y sus médanos, o Yaracuy con sus ríos donde es posible practicar kite.
—Con tanto a su favor, ¿por qué Venezuela no ha podido avanzar en materia de turismo?
—Porque nunca hubo una política de estado construida en base él. Aquí nunca hubo una estrategia clara. Más allá de que pudieses pintar cuatro edificios con un muñequito y hacer 4 folleticos, o ir a una feria, nunca hubo un master plan. Que se haya presentado, sí. Del sector privado al público; del sector público a ellos mismos internamente, sí. Una presentación, claro que la hubo, pero un verdadero compromiso de echar pa’lante la actividad, no. Es importante destacarlo porque ni en la cuarta república le pararon pelotas al turismo. Se lograron grandes éxitos o hitos en materia de infraestructura, pero nunca terminamos siendo uno de los grandes players, teniéndolo todo. No pasó con Hugo Chávez, tampoco. Pero con Nicolás Maduro, al parecer, están entendiendo que tienen que echarle pichón. Eso es interesante, porque el país no ha tenido una promoción sostenida en el tiempo a nivel internacional. Lo mejor que nos ha pasado, hasta ahora, son los influencers. Algo absurdo, pero absurdamente bueno.
Quiero dejar constancia de algo: 2023 fue el año donde más recursos económicos ha tenido en toda su historia el Ministerio del Turismo. El ministro se la pasa viajando, igual que los viceministros. Hoy, mientras me estás entrevistando, ellos están desde el stand de Venezuela en Fitur, una de las ferias más importantes de turismo del mundo realizada en Europa.
—¿Y en números, qué cantidad de turistas han entrado y salido después de, digamos, la pandemia?
—Desde Conseturismo no manejamos cifras. No tenemos las herramientas. Nos queda hacer inferencia entre los números que emite el gobierno. Ellos hablan de alrededor de un millón de personas, pero no tenemos forma de decir si es verdad o mentira, no hay cómo contrastarlo. Sin embargo, según lo que hablamos con las cámaras regionales y sectoriales de turismo, no existen esas grandes masas de visitantes y no hay reportes a gran escala.
—¿El turismo lo está haciendo quién entonces? ¿El venezolano, la diáspora, o el turista internacional?
—El grueso de lo que se logra ver en los destinos turísticos durante la temporada alta es la gente de aquí. Lo que pasa es que son picos. El resto del año, sin embargo, hay cualquier cantidad de meses donde no hay una masa crítica de visitantes. Siempre hay chance de viajar, pero la norma es hacerlo en Carnaval, Semana Santa, vacaciones de verano o diciembre. Lo que sí es realidad, repito, es que solo viaja un segmento de la población. Cuando la economía del país más o menos estaba bien, expertos apuntaban a un 4%, a lo mejor ahora es 2 o 1%.
—¿Pero quienes viajan más?
—Esa población que tiene chance de ir al apartamento, al hotel, a la posada o al Airbnb, que viene desde afuera, pero con cédula venezolana.
—Si bien es cierto que vienen influencers a visitar Venezuela, seguimos en los rankings de los países menos confiables, más violentos y peligrosos.
—No hay tampoco un master plan de seguridad. Es una política de Estado que desde el gobierno se organice la fiesta como es. No podemos seguir haciendo movimientos espasmódicos para intentar promocionarnos. Venezuela dejó de ser peligrosa en buena medida desde hace unos 3 años. No somos Disney, pero estamos mejor que antes. Es algo cíclico. Bogotá, por ejemplo, era lo más seguro de la región y ahora, paradójicamente, es lo contrario. Eso habla por sí solo. Es un tema de gobierno, ¿verdad? Para que esa realidad cambie, debe haber ganas de gobernar, de hacer las cosas.
—Con los robos, secuestros, atracos, ¿cómo se garantiza la seguridad al momento de hacer turismo?
—Solo cuando haya un gobierno que se encargue verdaderamente de eso.
Efemérides
—Con Carnaval a la vuelta de la esquina, ¿cuál es la efeméride más popular en Venezuela?
—Carnaval es muy corta. Aunque hay chance de ver un flujo grande de gente, Semana Santa es la que lleva siempre la batuta. Es más factible que la gente haga el esfuerzo por viajar en familia cuando hay más días. No obstante, lo que debemos destacar es que son 4 las oportunidades puntuales en el año para hacer dinero en grueso, lo dije ya. Carnaval, Semana Santa, vacaciones de verano o diciembre. El resto es supervivencia y competencia. Un hotel de ciudad hace negocio de lunes a jueves, viernes, sábado y domingo está vacío; el de playa lo hace viernes, sábado y domingo, el resto de los días está vacío. Imagínate el reto que tenemos encima para poder llevar adelante los servicios turísticos en el país.
—Los Roques o Canaima, pareciera, no puede ser costeado por una familia venezolana. En promedio, ¿cuánto se gasta una familia de 4 personas en un viaje corto de 2 o 3 días?
—No quiero ni debo usar la frase «es imposible para el venezolano ir a Los Roques». No sería justo, pero es bastante cuesta arriba que el promedio pueda hacerlo. Es un destino costoso, pero hay que ser claro y decir las cosas como son: ese destino no es para todo el mundo. ¿Es elitesco? No, pero así queramos hacerlo, no es masivo porque no está conceptualizado de esa forma, sobre todo por el impacto ambiental. En el caso de Canaima, turistas de Francia, China, Alemania y África sueñan con ir al Salto Ángel antes de morir, ¿entonces va a costar dos lochas? No puede ser tampoco. Choroní o Morrocoy también son buenas opciones. Empezando por el principio, como viajero, como turista, tenemos que aprender a arroparnos hasta donde nos llegue la cobija.
—En temas como este son buenos los créditos, ¿no?
—Exactamente. Eso es parte de un master plan. Debería convertirse en una opción para que el común pueda organizarse y, con su sueldo, ahorrar y poder viajar todo el año, cumplir sus sueños.
—Rusos, polacos y chinos están haciendo el turismo que los venezolanos sueñan, ¿existe un registro de cómo ha sido esta visita?
—Es una de las victorias tempranas del Ministerio del Turismo y está apoyado por el sector privado. Todos los servicios que se utilizan, hoteles, restaurantes, tours, provienen de ellos. Es un triunfo que hay que reconocer de esa administración, lograr traerse el mercado ruso a Venezuela tiene doble valor. Siguen viniendo y están volando grandes aviones chárter directo desde Rusia a Margarita. Otro, la llegada de los polacos. Comenzaron a traerlos hacia el último trimestre y el reporte es de 6.000 que han pisado el país. ¿Cómo? No sabemos, pero es otra victoria. El polaco es uno de los mejores mercados de Europa y casi nadie sabe. Por último, los acuerdos con el mercado chino, el más apetecible del mundo en base al turismo. Ser aceptados por este país cambiará radicalmente la economía de Venezuela y la de Margarita. Ante esto, lo que tenemos es que seguir construyendo relaciones para que regresen, como siempre lo hicieron, españoles, italianos, portugueses, alemanes y franceses.
—¿Cómo incide en el sector el aumento de conectividad aéra?
—En un 100% y el aumento de frecuencias entre Venezuela y diferentes países del mundo, sí o sí, garantiza gente también. Vendrán a trabajar, a vacacionar, por intercambio cultural o religioso y afines. Ese repunte de líneas aéreas en el país responde a que todos están apostando, a la diáspora y al extranjero.
—¿Cómo es el estado actual del transporte aéreo, pero también el vial y marítimo en el país?
—Este es el mayor cuello de botella al que nos enfrentamos. Es un círculo vicioso. No sabes qué es primero, si el huevo o la gallina. Sabemos dónde está la solución, y está en el dinero. El hecho es que debemos sentar las bases económicas para que eso pase y eso es directo con el gobierno. Es fácil agarrarse de sanciones y generar un tipo de discurso para decir que no hay recursos.
Turismo, un aire esperanzador
—¿Y ahora cuál es la situación?
—El transporte terrestre está en su peor momento. En Venezuela hubo verdaderas redes interciudades que permitían un turismo de lujo en la carretera. Los autobuses Marco Polo, por ejemplo, y grandes empresas que fueron manejadas por generaciones de las mismas familias de venezolanos, italianos y portugueses nos dotaron de un gran sistema de transportación. Eso despareció prácticamente. Allí hay que poner el ojo, ver dónde pueden sentarse las plataformas para financiar y retomar ese servicio tan robusto.
Lo segundo, las alcabalas. A esas las tiene que quitar quien las puso, el Estado y los gobiernos regionales. Hay que crear un verdadero sistema de seguridad que no dependa de la bajeza de un tipo que te detiene para quitarte 20 dólares. Cuando eso cambie, todo mejorará. Pero no está claro el camino. En el caso del turismo fluvial o marítimo, también estamos lejos. Hay servicios de ferris en algunos puntos de Venezuela, sí, pero falta demasiado. De nuevo: necesitamos financiamiento.
Y, finalmente, en el aéreo, tenemos el parque o el inventario más antiguo de Latinoamérica y no quiero exagerar, pero puede que del mundo. En el resto de los países hay aviones con 2 o 5 años de existencia, en Venezuela tienen 30 años funcionando. Eso no está bien porque no somos competitivos, no podemos competir con el esquema aéreo ni de Latinoamérica ni de Centroamérica. Lo que sí se rescata es que se ha hecho un trabajo por seguir conectando las ciudades y los destinos en Venezuela. 2023 fue el año donde más ha crecido la oferta de vuelos intraciudades en el país, no desde la pandemia sino desde mucho antes. La conexión interna, por vueltas de la vida, están empezando a regresar porque están evaluando el creciente mercado que hay y están apostando a la diáspora.
—¿Pero el dinero del que habla está?
—Pues, debería. El país es muy rico, y si no es el caso, que lo dudo, ¿por qué cómo gobierno no apoyarse en el Banco Interamericano de Desarrollo o en la CAF? Con este último se retomaron relaciones hace 2 años. Pueden apoyarse en la región para crear una verdadera plataforma de financiamiento para grandes inversiones como la transportación adecuada y decente de los venezolanos y sus visitantes.
—Habló de la competitividad, ¿cuáles serían otros dos factores que inciden en que Venezuela no sea considerado un destino turístico?
—Competitividad también en la oferta hotelera. No quiere decir que la que tenemos actualmente no sirva, pero está mermando. Necesita remodelarse, evolucionar, recuperarse. También necesitamos herramientas financieras para mejorar servicios públicos, haciendo énfasis en esto último. Y, por último, una política robusta, continua y permanente de promoción con un solo mensaje, una sola óptica y concepto. Vendernos como es.
—¿Cuáles son las proyecciones para 2024?
—Se entiende que para este año se mantenga la recuperación de la conexión de Venezuela con línea aéreas internacionales. Regresaron muchas emblemáticas a recuperar algunas rutas. Comenzó a volar Avianca desde Bogotá a Caracas. Esa noticia es importante porque está regresando la línea aérea extranjera que más años voló en Venezuela, fueron más de 6 décadas. Vienen también líneas europeas y, esperemos, norteamericanas. Esto sin contar los anuncios que hacen los expertos en materia económica de un posible crecimiento de hasta un 10%. Imagínate. Hay gente que nos ataca porque vemos todo con aire esperanzador. Pero yo no puedo, nadie debería, andar por la vida contando lo malo solamente. En Venezuela están dadas las condiciones para que sea el destino de los destinos, pero sólo si nos juntamos todos, en especial aquellos que tienen el dinero fuerte, el Estado. Será un camino difícil, pero se está yendo de a poco, creo yo. La apuesta se está remontando.
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