La primera lámina de pasta de diseño elaborada por David Rivillo reprodujo, con todos sus colores, la obra creada por Carlos Cruz Diez en 1978 para el terminal del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar –Cromointerferencia de color aditivo– referencia para todos los venezolanos, más para los que han dejado el país en busca de mejor porvenir.
“La hice poco después del fallecimiento del artista, para rendirle homenaje”, dice Rivillo, ucevista egresado de la Escuela de Química, con estudios de posgrado en España y experiencia laboral en Holanda, Alemania y Brasil, donde ejerce actualmente como investigador en un laboratorio de Porto Alegre, ciudad en la que estudió cocina.
Trabajo con pasta de diseño
En ese tiempo ya se había dado cuenta de que la pastelería, en la que comenzó a trabajar interesado en los procesos químicos que la caracterizan, no era lo suyo. “No lograba buenos resultados, los macarons me quedaban horribles y la masa madre se me moría”, explica Rivillo. Decidió empezar a trabajar con pasta, producto que le llamó la atención desde que la elaboró por primera vez en las aulas de la academia de cocina, por la sencillez del proceso.
Al principio trabajaba sin color. Este llegó después con el encargo hecho por una tienda: pasta en forma de corazón para el Día de los Enamorados. Agregó remolacha a la masa para que quedara roja y el resultado le gustó hasta el momento de la cocción: se tornó rosa. “Seguí experimentando, con el rojo y con otros colores, llegó la noticia del fallecimiento de Cruz Diez y me animé a reproducir el mosaico de Maiquetía sobre una lámina de pasta. El resultado fue tan bonito que decidí dedicarme a esto”.
No es novedad
La pasta de diseño exige técnicas que no son secreto. Basta consultar en Internet para aprenderlas, asegura Rivillo, que dedicó horas de investigación, ensayo y error para obtener lo que quería: integrar bandas de color dentro de la lámina y no por encima. Y lo logró: una pasta de semolina y harina doble cero, con huevos para mejorar aún más la textura, y los colores que aportan la paprika, la cúrcuma, la espirulina, el cacao, la remolacha, la espinaca y la col rizada.
El confinamiento por la pandemia le permitió dedicar tiempo al desarrollo de otra técnica, la de las líneas -“soy el único que las hace”- y crear nuevos diseños de pasta que muestra y comercializa a través de su cuenta de IG @david_rivillo. ¿Pedidos? Llegan desde Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, de clientes dispuestos a pagar el costo del envío, «que es elevado».
Rivillo quiere ganar más experiencia, encontrar la manera de trabajar entre lo artesanal y lo industrial sin perder calidad, enseñar a otros, preferiblemente de forma presencial, lograr que la gente pierda el miedo al momento de combinar sus pastas con salsas tradicionales y mostrarlas a otros cocineros interesados en ensayar con ellas. “Sumito Estévez ya las probó, destacó su textura y sus sabores, y publicó en sus redes sobre ellas. Además de honrado, estoy muy agradecido”, dijo.
Ileana Matos