Una forma de vincularse apodada como el hermano menor del ghosting. El fenómeno del orbiting incumbe cada vez a más personas dado que no solo afecta en el plano de las relaciones amorosas. También, tiene implicancia en vínculos amistosos y familiares. De hecho, se basa en la premisa de que una de las dos partes quiere alejarse totalmente del vínculo, pero no termina de hacerlo.

Conocido online como “el coach del coqueteo” gracias a sus 262.000 seguidores en TikTok y más de 100 mil en Instagram, Benjamin Camras, define el orbiting como un suceso en el cual un antiguo amante, ex o incluso interés romántico, permanece conectado mediante redes sociales, pero ha dejado de interactuar directamente en la vida real.

«¿Qué pude haber hecho mal? ¿Qué defecto tengo? ¿Seré yo el problema?». Son solo algunos de los cuestionamientos más recurrentes de los usuarios que reciben este tipo de trato vía WhatsApp, Instagram, TikTok, Facebook o Twitter.

¿Qué es el orbiting?

Fue en 2018 que el término fue acuñado por primera vez por la periodista Anna Lovine, quien explicó que durante esta técnica el victimario se mantiene «lo suficientemente cerca para que ambos se puedan observar y suficientemente alejado para nunca tener que volver a hablar».

Orbiting viene del inglés «orbitar» u «orbitando» y hace referencia a que, de la misma forma que ocurre con la Tierra y el Sol, hay personas que desaparecen de la vida de un otro, pero sin abandonarla completamente y, consecuentemente ‘orbitan’ alrededor de ese ex o actual interés romántico.

Concretamente, en las redes sociales se manifiesta en acciones como: no volver a responder un mensaje pero, de vez en cuando dejar un like en una foto o reaccionar a alguna imagen o video. Frente a dichas respuestas inconclusas quien recibe las señales llega a considerar que es un nuevo acercamiento cuando simplemente puede tratarse de algo insignificante o un hecho sin intención.

Sol Buscio, licenciada en Psicología, cataloga al orbiting como el acto de la presencia-ausencia; una especie de actividad fantasma “en la que alguien sigue estando, aunque no se muestra del todo y que tanto en él como en quien lo recibe puede resultar fatal”, detalla.

Interpretar esas señales que van llegando –explica– puede resultar perjudicial dado que quien está orbitando no se acerca del todo ni dice concretamente qué es lo que quiere.

“A partir de esta conducta se activa en la víctima el mundo de la fantasía, imaginación y la ilusión”

Suficientemente cerca

En respuesta al fenómeno de los vínculos y las redes sociales, aplicaciones como Hinge han intentado comprender las formas complejas de comunicación de los jóvenes. En febrero pasado aquella compañía estudió los hábitos de vinculación romántica de la Generación Z –grupo de personas nacidas a finales de la década de 1990 e inicio de los 2000– comprendiendo como señales a los emojis, signos de puntuación, longitud de los mensaje y tiempo de respuesta.

Durante el orbiting el victimario se mantiene “suficientemente cerca para que ambos se puedan observar y suficientemente alejado para nunca tener que volver a hablar

Si bien estas formas de comunicación, la carencia de ellas o la reiteración de las mismas pueden parecer triviales, los datos del informe de Hinge sugieren que son importantes. Los resultados arrojaron que:

  • Dos de cada tres personas que se citan con aplicaciones dicen que observan el tiempo de respuesta de los mensajes para determinar si alguien con quien están hablando se toma en serio la idea de salir.
  • El 56% de los encuestados afirman haber sobre analizado el lenguaje digital de un interés romántico.
  • Tres de cada cuatro sostienen que iniciar una conversación es una clara señal de interés.

¿Existe una forma de escapar al orbiting? Existe y según Buscio se disminuye al simple hecho de reconocer qué es real y qué es lo concreto.

El que quiere estar cerca va a estarlo y el que quiere estar lejos también lo manifiesta. Las cosas a medias no sirven y estar orbitando puede desencadenar malestares como la ansiedad o la depresión en personas con bases más dependientes”, señala.

¿Por qué alguien hace orbiting?

Las variables pueden ser infinitas, pero entre los causantes más destacados Buscio subraya la cuestión del ego. Es decir, encontrar placer en saber que se tiene a la otra persona pendiente de cualquier señal que uno pueda o no ir dando.

“También tiene que ver con el poco registro del otro y las consecuencias de las acciones propias”, expresa. Según dice, lo ideal para evitar estas situaciones y no infligir daños en el otro es hacerse responsable de las decisiones que se toman.

“A veces no nacen de un lugar malintencionado, pero cuando se trata de dos personas las conductas o la implicancia que tengo deben nacer y salir de una responsabilidad”, concluye.


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