Por su naturaleza, a los gatos no suele gustarles las visitas al veterinario. De hecho, pueden asustarse fácilmente en un lugar desconocido o estando rodeados de personas desconocidas o de otros animales. Esto causa que algunos dueños de mascotas opten por postergar las visitas al veterinario, lo cual tiene como consecuencia que en ocasiones el gato llegue a una consulta cuando necesita atención médica y presenta un cuadro de salud con síntomas más avanzados.
Los gatos necesitan visitar al veterinario al menos dos veces al año y ser vacunados. Las visitas deberán ser más frecuentes si tiene el hábito de salir a la calle. Es de suma importancia la evaluación dental y de órganos vitales como riñones y corazón, para así detectar de manera temprana posibles problemas.
Lo primero que se debe hacer es manejar la tensión que la visita al veterinario puede provocar en el animal. Se debe comenzar acostumbrando a la mascota a paseos cortos en el automóvil, así se acostumbrará a futuras salidas.
El animal debe adaptarse a que lo transporten en un cargador tipo kennel o bolso. Para que se acostumbre al uso de este equipo, no se recomienda colocarlo en el cargador solamente cuando tengamos alguna salida o viaje. Este artículo se debe mantener visible al animal y ser parte de su entorno para que se vaya familiarizando con su uso. Puede meter en el interior del cargador algún tipo de merienda para que el gato lo perciba como “un buen lugar”.
Si el gato muestra resistencia al momento de salir, se recomienda envolverlo con una manta o una toalla y meterlo rápidamente en el cargador. Esto lo puede ayudar a sentirse relajado. A los felinos les gusta esconderse cuando están asustados o inseguros y la oscuridad que proporciona la manta los hará sentirse seguros y confiados.
Otra recomendación es usar algún artículo sobre lo que el gato normalmente duerme, como una pieza de ropa que huela a su cuidador o algún juguete que lo haga sentirse en su territorio.
Cuando esté en la clínica veterinaria, debes tener el cargador cubierto. Se debe evitar estar sentado al lado de otros animales o, al menos, alejarse de los más ruidosos o que demuestren estar más alterados.
También debe tener en cuenta que las vacunas para gatos son igual de importantes que las de los perros. De hecho, las enfermedades que pueden contraer los gatos son más graves y para algunas no existe tratamiento.
Por eso es importante que desde los dos meses de edad reciban sus primeras dosis de vacunas para prevenir enfermedades como la panleucopenia felina, el calcivirus, la rinotraqueitis, leucemia felina y la rabia. Hasta que no se haya vacunado, la mascota no debe salir, ni interactuar con otros gatos para evitar posibles enfermedades.
Existen otras enfermedades como inmunodeficiencia felina (FIV) y peritonitis infecciosa felina (PIF). Ambas enfermedades son incurables y no hay vacunas eficaces ni recomendables que las contrarresten.
También es importante siempre consultar con el médico veterinario antes de comenzar cualquier medicamento nuevo o suplemento para su mascota.