A sus 28 años de edad, Eduardo Patterson ya tiene muchas historias y emociones que compartir. Su objetivo es poder educar a todos los niños, jóvenes y adolescentes junto a sus familias sobre el arte de la fotografía, un hobbie que convirtió en profesión. Dicta talleres con el fin de mostrarles una ventana que les permita soñar e imaginar un mejor universo a personas con cáncer.
Eduardo Patterson, estudió Comunicación Social en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín de Maracaibo, llevaba tiempo sintiendo la necesidad de solidarizarse con personas con vidas complicadas y de bajos recursos en ciudades que quería visitar. “La idea es fortalecer a través de un mes de clases aptitudes como trabajo en equipo, liderazgo, seguridad en sí mismos y creatividad. La fotografía ha sido una herramienta increíble para ellos. Los resultados luego pasarían a ser evaluados por las fundaciones y sus integrantes. Así culmina mi labor en la fundación”.
El joven fotógrafo ha brindado su apoyo a las fundaciones FHEP de Niños con Cáncer en Maracaibo, Funicancer en Medellín; Fundación Semillas con Amor en Cali en Colombia; Fundación Camila Salome y Fundación El Cielo Para Los Niños del Ecuador; Fundación De Niños con Cáncer de Perú; Fundación Estrellas de La Calle, Bolivia; Fundación Asoleu de Niños con Cáncer en Paraguay; Fundación Pérez Scremini de Ninos con Cáncer en Uruguay, Fundación Natali Dafne Flexer De Niños con Cáncer en Buenos Aires.
Una historia de vida que se transformó
Su infancia no fue fácil. Con apenas 4 años de edad fue abandonado por su madre en una guardería en la que fue maltratado. Creció lleno de rencor. Un buen día, sus tíos lo adoptaron y, gracias a ellos, logró superar esa difícil etapa en su vida. Patterson desea que su historia sirva de inspiración para muchas personas. “Superarnos a nosotros mismos es uno de los retos más difíciles que tenemos, pero es posible y maravilloso. Gracias a una parte dolorosa de mi pasado y luego del amor que después recibí de parte de mi familia adoptiva y muchas otras personas, he logrado identificarme con historias mucho más fuertes que la mía, dándome la oportunidad de conectar en un plano más real y genuino”, cuenta.
Patterson vivía en Panamá donde era productor de eventos para la industria automotriz. Un día decidió dejarlo todo y dedicarse a su labor como voluntario, un sueño que deseaba cumplir. Todo lo que vivió lo impulsó a ser mejor cada día y a brindar solidaridad a través de su profesión y de la fotografía. Su labor como voluntario empezó el 16 de septiembre de 2016 en el Hospital de Especialidades Pediátricas Infantil del Zulia. Hace un poco más de un año tomó su mochila y sus equipos (un celular, una laptop y una cámara fotográfica) para aventurarse a recorrer el mundo con una misión. Venezuela fue su punto de partida: estuvo en Colombia, Uruguay, Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay y ahora en Argentina.
«Para completar esta primera parte del proyecto. Me faltaría Chile, que espero sea en los próximos meses, para luego subir a Brasil en enero de 2021, donde estaré viajando por 6 meses para ayudar y enseñar fotografía por toda la costa del país hasta llegar al norte. Después pienso llevar este proyecto a Europa, parte de Asia y luego pasar al menos 6 meses en el continente africano, con el fin de apoyar a distintas organizaciones por el mundo entero”.
Eduardo no necesita mucho equipaje, pero sí de un plan y del apoyo que muchas personas le han brindado. “Mi apoyo económico ha sido desde el principio mi cámara fotográfica. Me ha permitido producir en todos los países de manera profesional. Además, he tenido la bendición de contar con grandes personas en el camino que me han ayudado de distintas maneras para poder seguir mi objetivo por todo el continente”, recuerda Patterson.
Este tiempo de confinamiento ha sido una pausa para el mundo. También para el fotógrafo. Retrasó sus actividades, pero sigue de pie con su proyecto y desde casa continúa diseñando los pasos a seguir y comparte todo a través de cuenta en Instagram @edupatterson_. “La cuarentena nos ha afectado a todos en general, mucho más a viajeros como yo. Estoy en pausa y en espera. No obstante, he estado muy activo en todo el desarrollo de este proyecto, trabajando desde la casa, creando muchas más conexiones por el mundo y estrategias para llevar este proyecto social al próximo nivel. Todo es gracias al apoyo de muchas personas en mi vida”.
Al joven fotógrafo ahora es que le quedan caminos por recorrer y fundaciones con las que trabajar. “Quiero que todos estos niños, jóvenes y adolescentes que he ayudado tengan la posibilidad de soñar con un mundo sin igual. Que sus sueños se conviertan en realidad, dándoles los recursos necesarios: liderazgo, trabajo en equipo, resiliencia, inteligencia emocional y más. Además fortalecer la seguridad en sí mismos, para que siempre crean que cualquier cosa es posible, a pesar de que no tengan a alguien que verdaderamente crean en ellos”, finaliza el joven que pronto tomará de nuevo su mochila con su arte en la fotografía para emprender otro largo viaje a la solidaridad.