Las relaciones de amistad pueden ser un pilar fundamental en la vida de una persona, proporcionando apoyo emocional y bienestar. Sin embargo, no todas las amistades cumplen con esta función de manera saludable.
Un reciente estudio realizado por la psicoterapeuta Antonella Galli en la Clínica Ricardo Palma revela que un alarmante 83% de las 189 personas encuestadas en Lima Metropolitana, con edades comprendidas entre los 18 y 78 años, experimentaron al menos una relación de amistad tóxica o agobiante. Este hallazgo pone de manifiesto que no solo las relaciones románticas pueden ser perjudiciales; las amistades también pueden volverse destructivas, afectando significativamente la vida emocional y el bienestar general de las personas.
Mar, una joven de 26 años, compartió su experiencia personal al alejarse de una amistad tóxica. “Decidí alejarme porque los conflictos seguían aumentando, y a pesar de mis esfuerzos por solucionarlos, todo lo que hacía estaba mal. Fue una decisión difícil porque era mi mejor amiga, pero tuve que aceptar qué era lo mejor para mí. Después de hacerlo, sentí muchísima paz y las personas a mi alrededor notaron que me veía más liviana y feliz, con amistades más transparentes. Es importante entender que algunas personas son pasajeras, y eso no tiene nada de malo; son lecciones que la vida nos da, tanto lo positivo como lo negativo. Necesitamos personas que nos sumen, no que nos resten”, relató.
El impacto de una amistad tóxica en la salud emocional
Héctor Enrique Lazo Huaylinos, psicólogo de SANNA Clínica San Borja, define a una persona tóxica como aquella que altera profundamente el estado de ánimo de quienes la rodean, pudiendo perjudicar tanto a los demás como a sí misma.
“Aunque existen muchos tipos de personas tóxicas, generalmente son individuos que no evolucionaron emocionalmente; son inseguros, egoístas y poco independientes. Tienden a relacionarse de forma absorbente, agotando, estresando y/o deprimiendo a quienes están a su alrededor”, destacó Lazo Huaylinos.
El especialista subrayó que no solo las relaciones románticas pueden ser tóxicas; las amistades también tienen el potencial de generar consecuencias graves a nivel psicológico, tales como estrés, ansiedad, depresión, baja autoestima, entre otros. “Alejarse de las personas tóxicas es la opción más fácil y efectiva, pero no siempre es posible. ¿Qué podemos hacer entonces? No puedes cambiar el comportamiento del otro, pero sí puedes cambiar el tuyo o cómo te hace sentir”, explicó el psicólogo.
Identificando y manejando las amistades tóxicas
De acuerdo con el estudio de Galli, las personas tienden a normalizar las amistades tóxicas y aceptarlas, lo que no suele ocurrir en el caso de las relaciones románticas. “Esto se debe a que una amistad no afecta las decisiones que tomamos ni requiere la aprobación de los demás, como sí sucede al elegir una pareja”, explicó la experta.
Detectar una amistad tóxica no siempre es sencillo, pero Héctor Lazo sugiere prestar atención a ciertas señales o características, tales como:
- Negatividad constante y actitud victimista.
- Envidia y falta de tolerancia hacia los éxitos ajenos.
- Narcisismo, con la creencia de que todo lo que hace está bien.
- Soberbia, con tendencia a aleccionar y menospreciar a los demás.
- Control y dictadura, imponiendo normas en la relación.
- Manipulación y engaño para conseguir sus propósitos.
- Propagación de rumores y dramatización de situaciones.
El estudio de Galli concluye que, en el caso de las mujeres, las amistades tóxicas suelen manifestarse a través de personas que buscan acaparar excesivamente su atención, las tratan mal o las utilizan como un medio para desahogar sus problemas. Por otro lado, los hombres son más afectados por amistades agresivas, críticas, egocéntricas, narcisistas y ostentosas.
Consecuencias y soluciones ante amistades destructivas
Las amistades tóxicas pueden tener un impacto notable en la vida emocional de una persona. Según Lazo, los principales efectos negativos que una amistad tóxica puede generar incluyen:
- Agotamiento de energía y optimismo.
- Dificultad para expresar puntos de vista u opiniones.
- Sentimientos de culpa o vergüenza.
- Frustración debido a esfuerzos infructuosos por animar al amigo.
- Obligación de cuidar, atender o proteger al otro.
- Sensación de estar controlado.
Galli advierte que estas consecuencias pueden ser aún más graves si la amistad comienza a invadir decisiones personales, como es el caso de los amigos con quienes se convive. Para manejar una amistad tóxica Lazo recomienda:
- Analizar y concretar los aspectos tóxicos de la relación.
- Contextualizar la situación, reconociendo posibles causas emocionales detrás de la conducta tóxica.
- Establecer límites si no es posible reducir el contacto.
- Aprender a desconectar y no caer en el juego de la otra persona.
Finalmente, Lazo enfatiza la importancia de cuestionar si vale la pena mantener una amistad que no aporta positivamente al desarrollo personal. “Si la respuesta es no, lo más sano es acabarla y ser firme en la decisión tomada”, agregó el psicólogo, subrayando que mantener la firmeza en la decisión es crucial para evitar recaídas en amistades destructivas.
¿Es posible que una amistad tóxica cambie para bien?
Antonella Galli destaca que, aunque es posible que algunas personas busquen ayuda psicoterapéutica y logren mejorar sus habilidades interpersonales, si la situación no mejora con el tiempo, es completamente válido querer dejar esa amistad atrás. “Es momento de dejar de fantasear con que tu ‘amigo’ va a cambiar. No importa lo simpático o gracioso que sea; si ves actitudes que no son correctas hacia vos, debes aceptar que te está haciendo daño y que no cambiará, por más que lo intente”, concluyó.
En resumen, las amistades tóxicas representan un desafío significativo para el bienestar emocional, y es esencial identificar, manejar y, si es necesario, alejarse de aquellas relaciones que no contribuyen positivamente al desarrollo personal.