Según datos certificados, el apellido Sánchez ocupa el puesto 92 entre los más comúnes en el mundo. En México, por ejemplo, 1.5 millones de personas lo comparten. Es el segundo en Ecuador, el cuarto en Perú y el quinto en Panamá, Andorra y República Dominicana. En España y Costa Rica se pelean el séptimo lugar y la lista sigue. Venezuela es el único país que tiene el privilegio de tener en su árbol genealógico un nombre que resuena internacionalmente como distintivo: Ángel Sánchez.
Después de una larga ausencia, el diseñador de origen trujillano estuvo de visita en Venezuela no para mostrar una nueva High Couture Collection o hablar de sus anhelados vestidos de novia, sino para cumplir con compromisos laborales.
Ángel Sánchez sabe cómo parar el tráfico, incluso entre generaciones mucho más jóvenes que conocen poco sobre su importancia en el mundo de la moda nacional e internacional. El Urban Dictionary lo definiría como una persona que se ve tan bien que podría ‘detener un show’ en cierto sentido. «Cuando entra en una habitación, todos los ojos se posan sobre él, sin excepción».
Elegante y circunspecto, vestido completamente de negro, con sneakers y grandes lentes de pasta que combinaban con su atuendo, se sentó en uno de los grandes salones dispuestos por el Hotel Cayena, ubicado en La Castellana, para llevar a cabo esta entrevista.
La Navidad reinaba en el espacio. Decoraciones, luces, cascanueces y hasta una chimenea encendida forman parte del decorado. Sin embargo, el protagonista de aquel salón nunca dejó de ser el caballero que, con una copa de vino blanco, de andar impecable y una gran sonrisa recibió a los pocos medios pautados para conversar con él aquel jueves 17 de noviembre. Solo fueron 12 minutos de entrevista que pasaron rápidamente, pero fueron suficientes.
—¿Qué lo trajo de nuevo al país? Se dicen muchas cosas: ¿la inauguración de una nueva galería llamada AVANTI, Maite Delgado y su vestido, ser jurado en el Miss Venezuela?
—Los tres (risas). Estoy aquí, primero, por invitación de AVANTI, debido a la inauguración de esta impresionante tienda por departamentos que se levantó en Las Mercedes. Ellos fueron quienes me motivaron a venir para explorar la posibilidad de un regreso comercial a Venezuela. Mi regreso tiene todo, o mucho, que ver con mi carrera. He estado revisando qué ofrecer al mercado venezolano a través de la galería. He explorado nuevas ideas y, repasándolas, nació lo que hoy día bauticé como Ángel Sánchez Reeditado, un concepto en el que me vuelco en el pasado para hacer un ready to wear estratégicamente pensado para mujeres jóvenes, que no son las clientas que inicialmente conocí o con las que trabajé aquí en Venezuela. Todo esto en colaboración con talento emergente con sello tricolor. Se traduce en un acercamiento mucho más intenso con la Venezuela que dejé hace años. Quise acercarme a la naturaleza para inspirarme y así lo hice: fui a Los Roques. Quise aventura y acepté la invitación para ser jurado del Miss Venezuela. Anteriormente, ya había aceptado vestir a Maite así que todos los elementos empezaron a coincidir y, por alguna razón, dije: esto es lo que tengo que hacer y heme aquí.
—¿Desde cuándo no venía al país?
—7 largos años (suspiró y respiró hondo). Pero puedo decirte que la Venezuela que dejé, en términos afectivos, está intacta. La gente aún me tiene un aprecio inmenso y eso es recíproco. Lo siento en el abrazo, en las palabras o cuando me piden un espacio en la agenda e incluso una entrevista. El interés por lo que hago y digo siempre está latente y lo agradezco mucho. Con todo el corazón.
—¿Y con qué país se encontró?
—(Lo pensó unos segundos) Me encuentro con una mejor Venezuela que hace 7 años. Simplemente porque veo optimismo en las miradas y en los rostros. Hay motivación y la actitud del venezolano es distinta, cosa que me alegra mucho. Encuentro, aunque suene incómodo para algunos escucharlo, prosperidad y oportunidad. Veo nuevos negocios, emprendimientos y edificios. Veo un país que está encaminado, a diferencia de aquel tiempo donde reinaba solo la confusión, el caos y la incertidumbre. Ojo, falta mucho por hacer. Me duele cuando veo una joya arquitectónica en decadencia o una obra de arte en mal estado; cuando entiendo que hay temas como la salud y algunos tópicos sociales que necesitan mucha más atención. Estamos mejor, pero podríamos estarlo más.
Aarquitecto de profesión y diseñador por elección
Ya son 36 años de carrera que comenzaron en el taller de costura de su madre, el lugar donde se gestaron sus sueños. Desde allí, Ángel Sánchez se ha destacado por sus participaciones en las semanas de la moda Mundial. También por sus etéreos y femeninos vestidos de novia. Celebridades como Eva Longoria, Beyoncé, Giselle Bündchen, Iman, Sandra Bullock, Annette Bening y Meryl Streep han confesado gran admiración por sus diseños.
—Fue un arquitecto prestado a la moda. Hoy es un diseñador de modas que ha regresado a la arquitectura. ¿Por qué?
—Es un proceso muy bonito (sonrió ampliamente). Justo y necesario para mí. Ese reencuentro con la arquitectura nació hace poco con Sánchez-Coleman Studio, que fundé junto a mi pareja de hace 23 años. Allí nutrimos cada uno de nuestros talentos e ideas, él en la parte del interiorismo y yo en la parte de moda. Fue un merge natural que tenía que suceder. Han nacido proyectos muy interesantes como hoteles, restaurantes y casas, que me ayudaron a explorar algo que nunca había previsto en un vestido sino en un espacio. Esta fusión nació con la idea de poder ser lo suficientemente multifacética como para mezclar la moda, la arquitectura y el diseño de interiores en un solo lugar. Todo tiene que ver con el estilo de vida.
—Su pasión es obvia, ¿dejará entonces la moda?
— ¡No! (risas). No voy a dejarla como muchos pensaron en un principio. Sigo disfrutándola, pero de una manera más pausada. No quiero el vértigo de las colecciones. No lo necesito. Tampoco quiero andar mostrando piezas sin tener buenas ideas o que no hayan sido trabajadas con la inspiración que se merecen. Esa es la razón por la que me he dedicado mucho tiempo más al cliente personal, como en mis inicios. Eso me da tiempo y cabida para hacer algo tangible como una arquitectura interior. De hecho, actualmente, estoy haciendo dos edificios, cosas que me llenan como arquitecto y creativo.
—¿Nos puede hablar sobre eso último o es un secreto?
—No es un secreto. Me encanta hablar sobre el tema. Estoy haciendo un edificio en Punta Cana. Es un concepto residencial para profesionales, no para turismo per se y está inspirado en la arquitectura tropical, moderna, con celosías blancas. Es un proyecto muy bonito. También estoy trabajando en Vista Lagoon, un proyecto enfocado en los lagos que entran a las adyacencias residenciales. Tengo otro en Palm Beach del que sí no adelantaré mucho. Son muy variopintos y solo se enfocan en arquitectura.
Nueva York, el Miss Venezuela y el amor por la belleza
En 1997, Ángel Sánchez mudó su sede a Nueva York para facilitar la expansión internacional de sus diseños. Casi de inmediato, la fama tocó a su puerta y se instaló en su vida para no perderle el rastro. 1999 fue el año en que consolidó su presencia en el mundo de la moda. Sin embargo, 23 años después, la Gran Manzana dejó de ser su espacio seguro. Tenía que escapar.
— Dejó Nueva York en 2017 para instalarse con su pareja en Miami. ¿Por qué el cambio? ¿Necesita hoy una vida más reposada?
— Tuve dos razones, una personal y otra emocional. La primera fue que Chris (su pareja) y yo nos cansamos del agite de NY. Tengo este dicho: o eres muy joven o muy rico, pero si no eres ni joven ni rico es mejor explorar tus opciones (entre risas). Queríamos mejorar nuestra calidad de vida. Miami nos ofrecía más espacio, una casa con mucho verde, aire y sol. Era otra cosa más que un metro, el chofer o un taxi tocando bocina sin cesar. Miami, para nosotros, fue la tranquilidad que no sabíamos que tanto necesitábamos, pero que buscábamos mucho.
La segunda razón fue porque necesitaba traerme a mi familia de Venezuela; estaban pasando mucho trabajo y eso no me dejaba dormir. Fue un reencuentro muy personal que tiene un impacto en mi vida profesional y no, no me arrepiento de nada. Estoy más contento en Miami que lo que estuve los últimos años en los que residí en Nueva York. Estoy haciendo la moda a mi manera y, por supuesto, mucha arquitectura. Eso no podía hacerlo allá. Además, quizás ahora con esta vuelta a Venezuela salgan proyectos aquí y estaré más cerca del país estando en Miami. Todo es como debe ser; es la ley de la naturaleza. Estoy donde debo estar.
— Retomando el tema de Venezuela, regresó también al Poliedro de Caracas. Estuvo en el Miss Venezuela. Confeccionó un vestido hermoso para Maite Delgado. Una buena dosis de venezolanidad. ¿Qué opina hoy de los concursos de belleza?
—La verdad no pienso que hay que forzar cambios radicales en un concurso como el Miss Venezuela. Este tipo de eventos es eso: belleza, donde se termina de apreciar todo como un compendio entre un poquito de inteligencia y carisma. No creo en eso de transformar la belleza con un propósito o hacer de la belleza algo sustentable. Es una búsqueda innecesaria. Yo no puedo catalogar a una mujer como bella solo porque es inteligente. No le puedo dar la corona solo porque responda bien. Tiene que ser bella y punto. En eso yo soy de la vieja escuela y pienso que ese esquema nuevo o la nueva conceptualización de la belleza, no va conmigo. No la concibo y me parece muy contradictorio.
Este año en el que el Miss regresó no vi ningún cambio radical. Estaba el mismo brillo de siempre con una gran escenografía. Ya se había hecho así, incluso hasta mejor. No vi ningún cambio visual que me haga pensar que algo está cambiando. De hecho, sigue siendo tieso en muchas cosas. Otra de las cosas que más tengo presente es cuando me tocó entrevistarme con las muchachas, de tú a tú, como parte del jurado. ¡A esas chamas me las mandaban todas encopetadas, con pelo lleno de laca y pintarrajeadas! ¿Por qué, señor? Es inaceptable, ¿qué es eso? No y no. ¿Por qué no las mandan sin gota de maquillaje, con la cara lavada, como son? Si las voy a conocer con su belleza natural, no me quiero distraer con minifaldas o lentejuelas o dorados y escotes.
«Yo no puedo catalogar a una mujer como bella solo porque es inteligente. No le puedo dar la corona solo porque responda bien. Tiene que ser bella y punto»
—Entonces, si una mujer le pide un consejo sobre cómo vestir para lucir bella y elegante, ¿qué le diría?
—Que se deje aconsejar. Hay muchas personas que vienen a mí, pero no saben escuchar. Yo creo que si de algo sirvo es para poder decirle la verdad a la gente, no lo que ellos quieren escuchar. Solo espero que, si piden el consejo, si quieren un cambio, que estén dispuestas en caso de necesitarlo. Que se dejen aconsejar profesionalmente y listo.
—¿Hay alguna diferencia en crear un vestido para Maite en el Miss Venezuela, para Sandra Bullock en el Oscar y para una novia que quiere lucir como una reina en uno de los días más importantes de su vida?
— Total. Yo diseño basado en ustedes (en la mujer). Yo me inspiro en mi cliente y su personalidad. Si tu vienes, por ejemplo, no te puedo vestir como Maite o a ella como a ti. Soy un leal intérprete de cada dama. A eso me dedico.
El mejor haciendo vestidos de novia
En tres palabras, los diseños de Ángel Sánchez se pueden describir como: arquitectónicos, contemporáneos y sumamente femeninos. ¿Es el mejor? Solo él puede atajar ese título.
El origen de su visión artística como arquitecto se percibe claramente tanto por la estética de su trabajo como por los materiales que elige para llevar a cabo sus creaciones. Además de realzar la figura femenina, sus vestidos son una verdadera obra de arte. Elementos arquitectónicos, proporciones armoniosas, siluetas contemporáneas y detalles innovadores hacen que sus diseños tengan una personalidad propia muy única y particular.
—¿Qué le responde a quienes piensan de esa manera?
—Yo siempre digo que las novias me dan buena suerte. Aquí en Venezuela creé una reputación vistiéndolas, pero no quería ser reconocido solo por eso. Yo quería ser solo fashion designer. Punto. El cliché del diseñador de la novias románticas, vainillas y bonitas no era lo que buscaba. Yo siempre quise aventurarme en cosas nuevas. Casi ninguna novia se atreve a usar verdaderamente la moda. Usan la tradición; lo clásico. Por eso, cuando me fui a Estados Unidos, no me presenté como tal, a pesar de la reputación que me precedía. Fuera de nuestras fronteras, me vería como un diseñador de segunda clase y eso nunca lo quise. Sin embargo, ser reconocido como diseñador de novia –desde Venezuela- me trajo buena suerte.
— Y con el paso del tiempo, ¿cómo mira los cambios que ha sufrido la industria de la moda? ¿Ha sido una evolución para bien?
—Hay mucha evolución. Por mi parte, lo único que trato es de poder entender todo lo que está ocurriendo. Pasa demasiado todo el tiempo. No hay chance de respirar a veces. No soy de los que opina qué horrible o no horrible; trato de no hacerlo porque es simplemente lo que está sucediendo. Hay cosas que no me gustan, pero por alguna razón son populares o relevantes. No estoy aquí para criticar la moda sino para entenderla y aprender de ella.
— Ángel Sánchez, ¿diseñador de nuevas generaciones? Con el auge de las redes sociales y la Gen Z, ¿cómo ve su marca?
—Debo decir que me sorprende y gratamente. Las redes sociales, por supuesto son poderosísimas, uno puedo decir lo que le da gana. Construir y destruir a diestra y siniestra. Yo cuando llegué a Venezuela, pensé: qué pasará, qué dirán. Y nada, lo que recibí fue respeto, cariño y mucha admiración, sobre todo de los nuevos talentos que lo ven a uno como referencia. Yo soy muy vulnerable a la crítica, pero sentí que la gente tiene una idea tan bonita de mí que justamente eso me compromete a no defraudarlos y a ser mejor. A reinventarme siempre.
—¿Y al día de hoy, cómo se define?
—Como un buscador activo de belleza. La busco en todos los sentidos: en espíritu y alma pero, claro está, en la belleza física. La belleza la quiero, la necesito en todo lo que me rodea. Me gusta estar con gente bella, en espacios bellos; me gusta la compañía de amigos que me gusten físicamente, que me llenen en todo sentido. Soy sibarita de la belleza.
¿Si mira hacia atrás qué balance hace y hacia dónde apunta su futuro? Ángel Sánchez solo mira hacia adelante y se enfoca en su aquí y ahora. ¿Cuándo regresa a Venezuela? No tiene pasaje aún, pero tiene muchos planes que incluyen al país en su agenda para el resto del año y, por supuesto, para 2023. ¿Cómo logra mantenerse vigente en una industria tan competitiva? Tratando de buscar excusas para divertirse y explorar territorios que no había explorado antes en términos de diseño. «La relevancia creativa depende de cuán curioso o cuán crítico sea, por eso estoy siempre mirando a mi alrededor». Y, ante todo esto, Sánchez asegura que su arte sigue fascinándolo. «Todavía tengo la energía, el entusiasmo y la pasión por mi trabajo», concluyó. «No me siento completo todavía, quedan muchas cosas por hacer».