Al mismo tiempo que las estadísticas de casos de COVID-19 se disparan globalmente, la población están sintiendo la denominada “fatiga de la pandemia” después de 10 meses de cuarentena, uso de máscaras y distanciamiento social. Sin duda el estrés emocional inevitable durante esta pandemia está teniendo un impacto psicológico en la sociedad, ha sido agotador y estresante, particularmente en numerosas familias desintegradas por la significativa diáspora de sus hijos y familiares y la imposibilidad de viajar y reencontrarse en la próximas celebraciones de navidad y año nuevo.
No hablamos de fatiga física sino de la fatiga mental y psicológica, asociada a ansiedad, miedo, preocupación, tristeza y soledad. Es el resultado de vivir permanentemente en alerta o recluido.
La Organización Mundial de la Salud ha recomendado restricciones y medidas impuestas para frenar el contagio por covid-19, siendo el distanciamiento social actualmente la forma más eficaz de frenar su propagación. Pero este mismo ente rector de la salud mundial ha alertado sobre esta situación de “cansancio crónico”, en cumplir las recomendaciones, después de casi 10 meses de cuidados para evitar el contagio por covid-19.
El mayor riesgo de la fatiga pandémica es que una población “fatigada” es más propensa a relajarse y descuidarse cuando el pico máximo inicial de casos de la epidemia disminuye en la región geográfica donde viven. Podríamos decir, que fue lo ocurrido en España donde una población predominantemente joven cansada del encierro, salió a disfrutar del verano en concurridas terrazas de restaurantes y bares, con la resultante “segunda ola” de contagios.
En estas fiestas de fin de año nuestro objetivo de salud es permanecer sanos y mantener sanos a los demás, sobre todo a aquellos que son vulnerables y que están en riesgo de complicaciones graves con esta enfermedad.
Entendemos la frustración de la gente por estar aislada, sola y querer movilizarse o viajar, pero debemos ser responsables durante la temporada navideña. Cuanto más lo entendamos, más vidas podremos salvar juntos.
Las autoridades sanitarias recomiendan a las personas quedarse en casa y celebrar las fiestas solo con miembros de su familia inmediata. También se aconseja que cualquiera que esté pensando en actividades presenciales, como comer fuera de casa o ir de compras, que se asegure de que todas las personas en esos lugares estén cumpliendo con las normas, como usar máscaras que cubran toda la cara y estar separados por dos metros, especialmente en restaurantes donde no podemos permanecer con mascarillas.
Para paliar esta situación podemos intentar algunas medidas antes de buscar ayuda profesional. Es necesario concentrarse en las cosas agradables que dependen de nosotros, que también están ocurriendo en estos momentos. Mantenerse activos, ver otra perspectiva desde el humor y cuidar y cultivar nuestras relaciones personales y familiares, aunque sea a través de una pantalla digital.
En las últimas semanas hemos tenido noticias muy positivas en relación al éxito parcial de varias vacunas en las últimas fases de experimentación. Se estima que para el año venidero se iniciará la vacunación en masa, que ayudará a la inmunidad necesaria para recuperar la interacción social perdida.
No permitamos que la fatiga de la pandemia haga que bajemos la guardia, nos relajemos y dejemos de cuidarnos, terminando contagiados en forma de una “segunda ola”, una imagen en espejo ya probada en otras regiones que temporalmente nos llevan unos meses en el cronograma de la epidemia. Es urgente que las autoridades procuren que las normas se acompañen también de facilidades para que la gente las pueda cumplir, con estrategias de comunicación de mayor empatía, de tal forma que cambie el miedo por lo racional desde la comunidad hasta el entorno familiar.
@santiagobacci