Imagine usted que tiene los ojos cerrados, y el único sonido que puede percibir es el de agua corriendo. Se siente también un goteo constante. ¿De dónde viene? ¿Qué es? Posiblemente sea algún manantial mediano, lluvia, o un río crecido. ¿Y el goteo? De seguro son gotas de lluvia o de rocío de este manantial o río hipotético que caen en algún charco. Pero de repente entra otro factor que no había usted tomado en cuenta, y es un olor putrefacto. Comenzó como algo tolerable, pero empeoró hasta convertirse en algo insoportable. Es un olor de alfombra húmeda, de estanques creadores de paludismo y dengue.
Abra los ojos, porque está en una alcantarilla y necesita salir de ahí por su salud. Peor que una alcantarilla: usted está en una ciudad fundada sobre una alcantarilla.
“Un enemigo del pueblo”, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, publicada en 1833, es una historia cuyo punto de partida es la inauguración de un balneario de aguas termales, construido por la gestión del gobernador Pedro Stockmann y que promete convertirse en un potente impulso económico, además de fungir como lugar de reposo y curación para los enfermos. Pero su hermano, el Dr. Tomás Stockmann, descubre después de numerosos estudios y análisis que el agua del balneario ha sido contaminada por los desechos que provienen de las fábricas circundantes, y revertir los efectos de la polución tomaría un lapso no menor de tres años.
Es entonces cuando Tomás recurre a su hermano y le explica la situación, esperando que este tome la decisión de postergar la inauguración del balneario-ciénaga hasta solventar el problema. Mas lejos de ello, el gobernador Stockmann decide hacer caso omiso al descubrimiento de su hermano y seguir adelante con su proyecto, aun a sabiendas del riesgo potencial que representan las aguas contaminadas. Comienza así una lucha en la que ambos Stockmann sepultan su lazo fraternal y se declaran la guerra, pues Tomás espera dar a conocer la verdad y desenmascarar, con el apoyo popular, lo que en realidad ocurre con el balneario prometido por su hermano.
Lo que no espera Tomás Stockmann es que sea precisamente la verdad su punto débil. El Gobernador logra silenciar a los medios de comunicación, antes adversos a su gestión, y convertirlos en simples entes panfletarios que sobreviven a cambio de un subsidio. Pronto la opinión pública se vuelca en su contra, hasta el punto en que el mismo pueblo declara como enemigo al hombre que intenta salvarlo de su destrucción. Tomás es testigo de su propia ruina, observando que la persecución hacia su persona luego se torna hacia su familia, que lejos de disuadirlo de sus ideales lo apoya férreamente y permanece con él hasta el final. Pedro Stockmann representa el poder brutalizado, orientado a la sobrevivencia por medio de la supresión de la disidencia. Tomás Stockmann representa el poder de la moral que no puede ser corrompida ni comprada con sobornos, y es esta lucha de poderes el principal argumento de Ibsen.
En una ciudad cuyo único río es una fosa séptica, donde ya no se habla de neblina sino de gas lacrimógeno y el pensar distinto se convierte en una afrenta al gobierno, “Un enemigo del pueblo” es un espejo de nuestra grave situación como pueblo. Dice un refrán anglosajón que la sangre es más espesa que el agua ―blood is thicker than water― para expresar que el vínculo sanguíneo es más fuerte que el afectivo. Pues bien, el argumento de Ibsen es muy contundente: en esta ciudad la sangre dejó de ser más densa que el agua, porque esta está envenenada.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional