Cuarenta años han pasado y las celebraciones comienzan su cese. Carlos Germán Rojas tuvo un año ocupado: exposiciones, reconocimientos, entrevistas… Todo un recorrido centrado en su obra a través de los diferentes espacios culturales de la capital y, ahora, de Maracaibo. Todo lleva a este momento, y alcanza un nuevo clímax en la edición de su muy esperado libro Trato y retrato.
Publicado con el sello de Moroy Editor, este libro es apenas una muestra del trabajo que el fotógrafo realiza desde sus inicios en la Galería de Arte Nacional, a mediados de 1979. Lo que comenzó como el registro institucional de las obras de artistas reconocidos de una generación hoy se consolida indudablemente como uno de los más importantes archivos de la memoria nacional.
Ciento veinte imágenes retratan, en una inmensa estela de grises, el imaginario de un país. Desde Vasco Szinetar a Jesús Soto, desde Fabiola Sequera a Gego, Carlos Germán Rojas consigue armar este álbum que, como si se tratara de una colección de barajitas, hace un recorrido por todos los nombres que alguna vez, ayer y hoy, construyen el legado artístico venezolano.
Las fotografías en blanco y negro dan a estos retratos atemporalidad y continuidad. Solo las ropas serían capaces de revelar las fechas en que fueron capturados los rostros si no fuese por los años colocados en la parte inferior. El diseño –a cargo de Zilah Rojas– se mimetiza con los grises y utiliza el blanco minimalista para enlazar los textos con los retratos. Antonio López Ortega y el propio editor, Douglas Monroy, son los encargados de narrar y acompañar al fotógrafo a través de los escenarios de un mundo íntimo.
A través de sus páginas, como escribe López Ortega, “se tiene la sensación de que cada una de estas imágenes construye un territorio, que podría ser anímico, emocional, testimonial, episódico. Hay allí una historia de la plástica nacional”. Una que sobrevive a los demonios de la historia política y que se afianza ante la imposición de una cultura del olvido.
Carlos Germán Rojas se consolida entre los retratistas de lo íntimo. Sus imágenes desconocen cualquier pretensión y capturan la simpleza de los escenarios. De las miradas. Los talleres, los cuartos, los jardines se vuelven parte imprescindible de la imagen y ayudan a describir el mundo de quienes posan ante un lente que parece serles familiar. Rojas se vale de la experiencia compartida para entablar una relación. De ahí, del trato, nace una comodidad entre los actores que se traslada a la imagen, al retrato.
El pasado 12 de febrero, durante la presentación de Trato y retrato en la vieja casa de La Hacienda La Trinidad, Rafael Klemprer, su director, se refirió a la difícil labor del fotógrafo: “El retrato es lo más difícil de lograr y hacerlo como lo muestra Carlos Germán Rojas solo es posible por el vínculo y la amistad que le une con el retratado”. Una pequeña parte de la serie estuvo expuesta en este parque cultural a principios de año y ahora viaja al Centro de Bellas Artes de Maracaibo, donde permanecerá hasta mediados del mes de mayo.
Trato y retrato es un recorrido obligado no solo para quienes se ocupan a diario de resguardar la memoria artística de Venezuela, sino para todo aquel que, en un intento por reconstruir una historia abandonada, consiga en estos rostros coleccionables la mirada de una cultura rica. De una cultura libre.
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