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Una gran obscuridad

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CARACAS  (ACI).- Un anciano que buscaba alimentos entre la basura en Venezuela dio a un grupo de extranjeros una lección de fe y esperanza cristiana, al explicarles -con una sonrisa pese a su extrema pobreza- que Dios los envió. 

Según cibernautas y medios de comunicación, el hecho ocurrió en una calle de Puerto Ordaz, en la región de Guayana, afectada también por la grave crisis económica que ha ocasionado una gran escasez de medicinas y alimentos en el país.

“Una gran oscuridad cubre nuestro país. Estamos viviendo situaciones dramáticas: la grave escasez de medicinas y alimentos, ¡Nunca antes habíamos visto tantos hermanos nuestros hurgar en la basura en búsqueda de comida!”, exclamaron en enero los obispos venezolanos.

Una de estas personas es un anciano que tuvo un breve encuentro con un grupo de canadienses que lo grababa desde un vehículo.

Los extranjeros, que se identificaron como canadienses, iniciaron la conversación preguntando al indigente qué es lo que buscaba en la basura. “Cualquier cosa de valor”, respondió, pero luego añadió que “si consigo comida, también me la como”.

“Estaba buscando algo de comer en la basura. Ahorita por allá (señala un lugar) conseguí unos pedacitos de plátano, las puntas de los plátanos que los cortan en las casas. Conseguí tres o cuatro pedacitos y me los comí. Y mientras estaba en eso apareció una persona como usted, como ustedes, y me dio un pedazo de saladito con queso por dentro. La mitad de su desayuno me lo dio. Pero no estoy satisfecho y ando buscando algo más de comer. Si consigo bien, pero todo llega, todo llega hijo”, explicó el anciano.

El hombre, que no dejaba de mostrar sentido del humor, preguntó a sus interlocutores si pertenecían a un grupo cristiano. Estos dijeron que no. Ante la negativa, el anciano les aclaró que eran “unas personas muy filántropas”.

“Filántropas son personas de buen corazón, cristianos, humanistas”, les explicó. “Filántropos, el que da pan al hambriento. Como lo era Cristo; y andan haciendo cosas buenas con los abandonados de la Tierra. Eso son ustedes, filántropos”, afirmó el indigente mientras los extranjeros le llenaban su caja de cartón con algunos alimentos.

“Gracias”, expresó el anciano. “Muy agradecido de verdad, verdad. Cristo estará siempre con ustedes porque ustedes andan haciendo una obra cristiana muy grande. Cristo vive, Él está en vuestros corazones, lo sé yo. Ustedes sí son cristianos de verdad, verdad”, afirmó.

Antes de despedirse, el indigente también agradeció “al Señor por mandarlos”. “Porque ustedes no vinieron porque quisieron venir. No. Dios”, expresó señalando el Cielo.

“Que tengan feliz día y que nos les dé mucho frío en Canadá”, culminó el hombre sin perder el buen humor.