El papa Francisco afirmó este viernes que utilizar a Dios para justificar «el asesinato, la matanza o la esclavitud» es una de las mayores blasfemias que existen. Pidió a los líderes políticos y religiosos que rechacen la violencia.
«La persona religiosa sabe que una de las mayores blasfemias es llamar a Dios como el garante de sus propios pecados y crímenes, llamarlo para justificar el asesinato, la matanza, la esclavitud, la explotación en todas sus formas, la opresión y la persecución de personas y poblaciones enteras», indicó el papa durante una audiencia en el Vaticano con los participantes de la conferencia Combatir la violencia cometida en nombre de la religión.
En su discurso consideró prioritario involucrar a líderes políticos y religiosos, profesores y trabajadores que educan, forman e informan para advertir a cualquiera que esté tentado por formas perversas de religiosidad equivocada que no tienen nada que ver con el testimonio de una religión digna de este nombre.
Rechazó cualquier forma de violencia y dijo que esa es la negación de cualquier religiosidad auténtica.
Afirmó que es necesario denunciar las violaciones contra la dignidad humana y los derechos humanos para sacar a la luz los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de la religión y para condenarlas como la falsificación idólatra de Dios.
«La violencia propagada e implementada en nombre de la religión solo puede desacreditar a la misma religión; como tal, debe ser condenada por todos», subrayó.
Animó a los líderes religiosos a desenmascarar cualquier intento de manipular a Dios con propósitos que no tienen nada que ver con él y su gloria.
Aseguró que es necesario demostrar sin cansancio que cada vida humana tiene en sí misma un carácter sagrado y merece respeto, consideración, compasión, solidaridad, independientemente de su origen étnico, religión, cultura, orientación ideológica o política.
«Pertenecer a una religión en particular no otorga dignidad ni derechos adicionales a quienes se adhieren a ella, así como la no pertenencia no la resta ni la disminuye», concluyó.