Para José Álvarez-Cornett Se interesa José Álvarez-Cornett en el estudio de una de las agrupaciones más importantes que se concretó en nuestro país en fecha remota. Se trató de El Liceo Venezolano. Por tal razón he querido dedicarle los trazos históricos que ofrezco en esta fecha.Corría la década de 1840 cuando se dan a conocer varios proyectos que no ocultaban su filiación con las manifestaciones estéticas. No puede sino llamar la atención que se concretaran esos proyectos con características similares en años tan cercanos.En Maracaibo, por ejemplo, se convoca el 1º de noviembre de ese preciso 1840 para la fundación de un Instituto Literario. Como era habitual entonces (y es otro rasgo que los particulariza), no se limitaban esas agrupaciones solo al campo estético. Esta avanzada marabina, por ejemplo, tenía el propósito de ?fomentar la literatura y bellas artes, e instruirse de la táctica parlamentaria?. Para diciembre ya estaba constituida la agrupación con el Sr. Antonio Urquinaona como presidente del Instituto y, como secretario, el señor Elías D. Alfaro.Para marzo de 1842, otros intelectuales marabinos se propusieron establecer una Sociedad Dramática. Sin embargo, antes que cursara este proyecto los caraqueños había puesto en marcha una Sociedad Artística de Caracas. Corría el mes de marzo de 1841.La idea de reunirse, de asociarse, con apoyo en el deseo de contribuir al adelanto del país, recorrió Venezuela. En Ciudad Bolívar, por ejemplo, se habló en 1847 de fundar un Club. Apoyaba este plan un grupo que se identificó como ?Varios amigos del país?. La explicación que ofrecían en un periódico local se apoyaba en este argumento: ?Club es una palabra inglesa adoptada generalmente en los demás idiomas, y vale tanto como junta, reunión, y también punto de reunión. Los clubs son ciertas asociaciones en que los hombres cultos, que habitan un mismo suelo, se congregan con un objeto lícito cualquiera (…). De aquí se deduce que hay clubs políticos, comerciales, literarios, &ª., y es justo decir, que así como han contribuido en parte a la elegancia del trato y de las costumbres individuales, así han dado no pocas veces un notable impulso al progreso y mejora de las instituciones?.Pero los guayaneses no solo pensaban en un centro de encuentro masculino. También tomaban en cuenta a las hijas de Eva al concluir: ?Reunámonos para establecer una asociación semejante, un club en nuestra capital: lo pedimos en nombre de la civilización, de la amistad, de la unión, y sobre todo en nombre y por el interés de las amables hijas de Guayana, cuyas gracias y encantos deben encontrar un teatro en que brillar?.Dentro de ese espíritu asociativo que recorría todo Venezuela, vio la luz El Liceo Venezolano. La primera noticia que he podido ubicar sobre este proyecto data del 8 de septiembre de 1840. Ese día, un periódico caraqueño ofrecía esta nota:?Varios jóvenes de esta capital traen entre manos el proyecto de establecer un Liceo caraqueño con toda formalidad, y bajo el pie de los liceos particulares de otros países. Han tenido su primera reunión preparatoria, en la cual se acordaron las bases del instituto, y se nombró una comisión para redactar el reglamento interior. El Liceo se dividirá en tres secciones de literatura, música y dibujo, a las cuales se agregará la de declamación y prolacion [para cuidar la pronunciación, M.A.] tan luego como se hayan conseguido los libros elementales necesarios: tendrá una sesión privada todas las semanas, y con el tiempo una pública todos los meses, y un certamen público y solemne cada seis meses. Las reuniones deberán celebrarse en un salón espacioso, donde se destinará una tribuna para las damas que quieran honrar y alentar con su presencia las nobles tareas de los liceanos. ¿Y por qué no hemos de creer que así lo harán, y no tardarán en tomar parte activa en los trabajos del Liceo, como sucede en Europa? Las americanas no ceden la primacía a ningunas otras en las dotes del ingenio y exquisita sensibilidad: ellas también contribuirán poderosamente a la creación de nuestra literatura particular, y al fomento de las bellas artes en nuestro magnífico suelo?.Entre otros aspectos, está presente el interés de ganar apoyo femenino. Puedo agregar que los certámenes públicos no tuvieron lugar. Destaco la idea del Liceum como expresión europea y no estadounidense. Finalmente, quiero añadir que actuaron con celeridad, pues para el 22 del mes citado los dieciséis fundadores constituyeron la primera directiva.Ese funcionariado inicial de la asociación registrada como El Liceo Venezolano fue: presidente, Manuel Ancízar; vicepresidente, Cristóbal Mendoza; secretario, J. Q. Suzarte; vicesecretario, Juan José Mendoza y tesorero, Hilarión Nadal. Salvo Manuel Ancízar, que era neogranadino, y José Quintín Suzarte, cubano, los demás eran venezolanos.Las primeras medidas se sucedieron con celeridad. En octubre de ese año de 1840 deciden la creación de una Biblioteca pública. Con ese fin, eligen en el grupo para que saliera ?casa por casa y recogiese los donativos? a Manuel Ancízar, Teófilo E. de Rojas, Olegario Meneses, Cristóbal Mendoza, Aniceto Rivero, y J. J. Aguerrevere. Sin dudas que ese recorrido ?casa por casa? rindió frutos porque, en enero de 1841, la asociación puso ?a disposición del gobierno 2.000 pesos y otros tantos volúmenes para fundar en esta capital una biblioteca pública?.Han debido ser fructíferas las reuniones pactadas con regularidad. Por tal razón, los afanes educativos que les vimos asomar desde que se hizo pública la idea en septiembre de 1840, plantearon la necesidad de divulgar las ideas que iban consolidando. Visto de esa manera se entiende el nuevo proyecto al que se vuelcan en noviembre de 1841. Ese mes, un diario caraqueño dio esta noticia:?El Liceo Venezolano en su sesión de 6 del corriente, ha nombrado una comisión, compuesta de los señores Fermín Toro, Cristóbal Mendoza, Fernando Antonio Díaz, José Quintín Suzarte, Olegario Meneses, Teófilo Emilio Rojas, Juan José Aguerrevere e Hilarión Nadal, para que redacte un periódico político, literario y científico?.Estos asociados no se liaban con demoras. Vimos que en noviembre de 1841 anuncian la comisión designada para la redacción de un nuevo impreso. Ya en enero de 1842, otra publicación periódica ofrece el prospecto que redactó la comisión. Naturalmente, las primeras líneas de esa hoja declaraba propósitos: ?El Liceo Venezolano se ha decidido a dar principio a la publicación de un periódico que llevará por título el mismo nombre de la asociación, y aparecerá el 15 de enero del presente año?.Así fue. El impreso periódico titulado El Liceo Venezolano apareció el primer mes de 1842. Duró hasta julio. Siendo mensual se vieron siete números. Entre otros aportes, en esas páginas se publica por entregas la primera novela venezolana. Se trató de Los mártires, de Fermín Toro. Es inocultable la marcada presencia de este escritor en la revista, es un hecho que lleva a pensar que fue una de las figuras centrales en el consejo editorial.Es probable que a él corresponda la propuesta de la publicación mas no de la agrupación. Toro había regresado a Venezuela en julio de 1841, después de cumplir funciones como secretario de la legación venezolana en Londres. Hemos visto que la asociación se hizo pública en 1840. De manera que la avanzada asociativa debió venir por otra vía o, simplemente, estaba en el ambiente bajo la forma de club, asociación, liceo, sociedad, como hemos visto.Sin embargo, la revista sí compromete su nombre. Refuerza esta idea el hecho de que él, junto con Juan Manuel Cagigal y José Quintín Suzarte, habían estado al frente del semanario Correo de Caracas, a partir de 1839. Siendo así, traía experiencia periodística y, sobre todo, enormes ganas de contribuir al enriquecimiento cultural de Venezuela.En todo caso, por haber sido poco estudiado, es mucho lo que resta por decir de esta agrupación. Sirvan estas líneas para avivar el deseo de José Álvarez-Cornett, volcado a la tarea de hurgar en la intimidad de esta asociación que se denominó El Liceo Venezolano.
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