Arma de venta indispensable para cualquier película. Arte y parte fundamental de la campaña de mercadeo de un filme.Cuestionado por algunos puristas. Defendido por las empresas y creativos dedicados al oficio. Influido por las vanguardias, las olas de la posguerra, las corrientes semiclandestinas, las modas, las redes sociales.Pueden garantizar el éxito o el fracaso de una inversión astronómica. Hundieron tanques. Salvaron y catapultaron a la fama a pequeñas gestas heroicas de realizadores independientes.En la actualidad, producto de la diversificación de la oferta y la demanda, viven un proceso de implosión estética, con sus pros y contras.En el mejor de los casos, cumplen el objetivo de despertar la atención de las grandes masas, por medio de técnicas y fórmulas de comprobada efectividad semiótica sobre los estados de ánimo de la audiencia. Por lo general, buscan conquistar los sentimientos por encima de los racionamientos.Así llegan a viralizarse y devenir en fenómenos de la cultura mainstream como los tráilers de Mad Max: Fury Road, Star Wars: Episode VII, Suicide Squad y The Hateful Eight. Responsables de acaparar titulares, primeras planas y reseñas de entendidos en la materia, quienes intentan descifrar las claves de los cortos promocionales, leer entre líneas y esgrimir curiosas teorías conspirativas.Autores consagrados tampoco se abstienen del placer culposo de fabricarlos, diseñarlos, colgarlos en Youtube, a la espera de levantar las expectativas de los fanáticos de lo alternativo, lo indie, lo hipster, lo disidente. Ejemplos sobran a la mano. Solo basta recordar los recientes clips de las laureadas Taxi (Oso de Oro de Berlín) y Adiós al lenguaje (Premio del Jurado de Cannes). Dos propuestas retadoras, iconoclastas y fuera de los cánones habituales del formato.En la misma línea, interesante el precedente de Grindhouse de Tarantino y Rodríguez, al incluirlos como cortos autónomos y bisagras audiovisuales de su polémico díptico en homenaje al ?exploitation? de ascendencia norteamericana. Uno de ellos, el de Machete, pasó de ser un falso teaser a convertirse en una franquicia. Hilarantes y divertidos los ensamblados por directores anónimos y agencias emergentes de la web, a manera de parodia y burla de los spots originales. Verbigracia, remitirse a la página de Screen Junkies para deleitarse con los avances ?honestos? de clásicos del pasado, el presente y el futuro inmediato (el deAge of Ultron la rompe).En el peor de los escenarios espantan al personal, encienden la llama de la comicidad involuntaria, estigmatizan y condenan al fiasco a los promotores intelectuales del contenido desafortunado. Chistes incomprensibles, destinados a sembrar la semilla de la vergüenza ajena, de la incorrección política de los ?haters? de Internet.Los chimbos, sosos, predecibles, lamentables, repetitivos, clónicos, chaborros, decepcionantes, balurdos y baratos son legión en la aldea global. Llenan de spam el inconsciente colectivo, saturan los canales de distribución, activan una bomba de ruido en las salas. Cuentan la historia completa del guión, sin necesidad.Ante su desfile impúdico de obscenidad, preferible vendarse los ojos y taparse los oídos. En Venezuela ocupan un lugar preponderante, amén de sus locuciones horrendas con voces engoladas, sus clichés y sus pobrísimos acabados plásticos. Desaniman al potencial cliente, como el espantoso comercial de Muerte suspendida, la absurda propaganda del Cicpc pagada con dineros públicos.Al menos existe una minoría de exponentes talentosos, dignos de rescatarse en el país.Sea como sea, le apostamos a los tráilers hechos con sensibilidad, arrojo, dimensión conceptual y libertad expresiva. Queremos sorprendernos en la pantalla. Por un cine publicitario de calidad.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional