La incertidumbre reina de nuevo en la política venezolana. Aunque ya era sabido que el chavismo se opondría de todas las formas posibles a la inscripción de María Corina Machado como candidata presidencial para 2024, no estaba en el radar que anulara las elecciones primarias, tal como lo hizo ayer por vía del Tribunal Supremo de Justicia.
La Sala Electoral del Supremo ordenó suspender “todos los efectos de las distintas fases del proceso electoral conducido por la Comisión Nacional de Primaria (CNP). Además ratificó las inhabilitaciones impuestas a Machado, Freddy Superlano y Henrique Capriles”.
Todo esto se dio luego de que el diputado José Brito, vinculado al chavismo, denunció ante la justicia que no se le permitió participar en las primarias y que, además, el proceso estaba plagado de irregularidades. Dicha denuncia ocurrió antes del proceso interno en el que Machado obtuvo 2,3 millones de votos de los 2,4 que se contabilizaron en la elección.
“Es la nueva ‘guaidocita’, es la sustituta de Guaidó”, dijo el diputado refiriéndose a Machado al mismo tiempo que celebró la decisión del Supremo, controlado por el chavismo.
Machado no se ha pronunciado por los acontecimientos que se dieron a la par de la comparecencia en la Fiscalía de los organizadores de la primaria, entre ellos el presidente de la CNP, Jesús María Casal, quien a las 11:00 am llegó a la sede del organismo para reunirse con el fiscal venezolano, Tarek William Saab.
Sin impacto decisión del TSJ sobre el liderazgo opositor
El director de la firma Datanalisis, Luis Vicente León, explicó que la decisión de la justicia no tiene ningún impacto negativo sobre el liderazgo de la oposición y “más bien amplifica su potencia nacional y refuerza el rechazo internacional”.
Justamente está en juego el tema internacional, sobre todo por el lado de Estados Unidos, país que puede retroceder en el alivio de las sanciones que había otorgado a la industria petrolera a cambio de mejores condiciones para la oposición.
“Todo parece indicar que el gobierno se arrepintió de haber permitido ese evento (las primarias) por vía de las negociaciones y, dado los resultados obtenidos, probablemente tienen razones para preocuparse. Pero el remedio que aplican parece mucho peor que la enfermedad”, insistió León.
Hace una semana, Estados Unidos le había exigido a Nicolás Maduro que para finales de noviembre tenía que eliminar la inhabilitación a Machado y liberar a los presos estadounidenses en Caracas, a lo que el chavismo respondió que no aceptaba presiones.
Al conocerse la decisión del Supremo, la administración de Joe Biden respondió. Advirtió que tomará medidas si Maduro y sus representantes no cumplen con sus compromisos de la hoja de ruta electoral. “Instamos a Nicolás Maduro y a sus representantes a mantener los compromisos que asumieron en la firma del acuerdo de la hoja de ruta política en Barbados”, dijo un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Para Maduro, las exigencias de Washington son un chantaje y asegura que Venezuela se mantiene firme ante ello.
“Han querido convertir las sanciones en una extorsión, en un chantaje contra el país, y ustedes saben que nosotros no somos extorsionables, no somos chantajeables, no tenemos esa debilidad, no le tememos a nadie en este mundo”, dijo el mandatario hace unos días en respuesta a las exigencias de Estados Unidos.
EL TIEMPO consultó con Jorge Rodríguez, jefe de la delegación del chavismo en los diálogos con la oposición, sobre si llegado finales de noviembre –límite que puso Estados Unidos para ver avances en Venezuela, pues de lo contrario puede revertir el alivio de sanciones– no cumplirían con las exigencias de Washington, e insistió en el mismo discurso de Maduro asegurando que no eran “chantajeables”.
Para algunos analistas, Maduro cayó en una trampa “perfecta” del Departamento de Estado, que presionó para realizar las primarias. Y aunque ya sabían que la ganadora era Machado, no contaban con un número tan alto de participación, casi igual al de las primarias de 2012, cuando ganó Capriles y Machado quedó en tercer lugar. En ese momento, la participación fue de 3.000.000 de personas, pero no había éxodo de casi 8.000.000 ni una profunda crisis económica.
Desde la mirada del politólogo Daniel Arias, Diosdado Cabello “fue el único” que entendió que no se debía realizar el proceso interno de la oposición, porque sería una especie de “termómetro” para medir el descontento de los venezolanos hacia Maduro, cuya popularidad no supera el 20 por ciento, según coinciden varias encuestas de opinión.
Para Arias, ahora el chavismo debe ver cómo superar esta prueba para 2024.