No es una exageración decir que Emma Watson es una de las actrices más prometedoras de Hollywood. Saltó al estrellato de la mano de su papel de Hermione Granger en la saga Harry Potter. Y, desde ese entonces, no ha dejado de estar en el radar de los fanáticos, directores y medios de comunicación.
Recientemente, su nombre ha vuelto a resonar en el espectro mediático por cuenta de algunas revelaciones sobre su vida sexual. La actriz británica, quien se ha declarado una abierta defensora de la igualdad de género y el empoderamiento femenino, confesó que se siente fascinada por la cultura kink.
En diálogo con la revista Teen Vogue, dijo: “Me ha fascinado un poco la cultura kink porque son los mejores comunicadores. Lo saben todo de consentimiento”.
Para la estrella de la más reciente versión de La Bella y la Bestia, “las relaciones que no siguen necesariamente los modelos tradicionales requieren más comunicación y consentimiento”. En esa línea, para ella es indispensable delegar tareas, trabajo y responsabilidades.
¿Qué es el sexo kink?
El sexo kink puede definirse como un comportamiento o gusto sexual no convencional. En esta práctica las personas están totalmente libres de prejuicios; lo que les permite hacer realidad sus fantasías sexuales, experimentar nuevas sensaciones y romper con los métodos tradicionales. El sexo es atrevido, espontáneo y, para algunos, pervertido.
En palabras de la médica ginecóloga y sexóloga Bárbara García, para el diario El Clarín, todo aquello que “se ubique fuera de los límites de lo tradicional” puede ser considerado un acto sexual kinky.
La cultura kink incluye una amplia variedad de gustos, preferencias y prácticas. Entre ellas el sadomasoquismo, la sumisión, los juegos de roles, los mapas de placer no genitales, el bondage y el uso de distintos accesorios con texturas, colores y vibraciones excéntricas.
Quizás, el elemento primordial de este tipo se sexo es la fantasía sexual, pues cumplirla se convierte en uno de los objetivos principales del acto. Aunque también está el juego intenso previo, que contribuye a dar vida, diversión y novedad a la práctica. Entre más experimente la pareja, más probable es que desarrolle una experiencia placentera.
Aunque el erotismo, la fantasía y el juego intenso son elementos indispensables a la hora de llevar a cabo una práctica kinky, no son los únicos elementos esenciales. A la lista se suma la comunicación, que se erige como una de las vías principales para lograr la satisfacción sexual.
Tal y como explicaba Emma Watson en su entrevista con Vogue, para que el sexo no convencional funcione se hace necesario establecer responsabilidades, roles y límites. De esta manera, el acto no solo se vuelve más divertido, sino también más seguro y satisfactorio.
“En lo que parece reducirse, no es a cuántos látigos y cadenas están involucrados, sino qué tan abiertamente estás dispuesto a hablar sobre el sexo que estás teniendo en los términos más descarados”, explica la socióloga y kinkster Julie Fennell a la National Public Radio.
En el sexo kink, el consentimiento es mucho más que dar un sí y no; tiene que existir un diálogo mutuo. Esta conversación se da en pro de un objetivo en común: el placer entre ambas partes. Los expertos recomiendan tener discusiones abiertas y francas sobre el tema sin dejar de lado la picardía y la diversión.
Cuando el diálogo se incorpora antes, durante y después del encuentro erótico, puede traer muchos beneficios. La confianza sexual y la intimidad son solo algunos de ellos.
“Estas variables quedan registradas en nuestro cerebro en un circuito de recompensa. Al recordar la práctica kinky seguramente las personas podrían excitarse aun sin tocar su cuerpo. Esto es debido a que la experiencia fue grabada en la memoria emotiva, la cual podemos evocar y traer al momento presente, para excitarnos otra vez”, puntualiza García para El Clarín.
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