Pese a una intensa represión, cientos de miles de venezolanos marcharon ayer por las grandes ciudades contra el gobierno de Nicolás Maduro, que movilizó a las fuerzas de seguridad y otras fuerzas irregulares en un violento día de choques y disturbios que dejaron decenas de heridos, cerca de 270 detenidos y por lo menos dos muertos, todos del lado de la oposición civil, lo que elevó a ocho la cantidad de víctimas en el marco de la ola de protestas del último mes.
Lejos de desanimarse, la oposición llamó anoche a los venezolanos a volver a salir hoy a la calle.
Con banderas venezolanas y camisetas blancas, los manifestantes opositores se movilizaron por diferentes sectores y la principal autopista de la capital para marchar hacia la Defensoría del Pueblo. Pero nunca pudieron llegar, ante una tormenta de gases lacrimógenos, balas de goma y chorros de agua lanzados desde camiones hidrantes contra la multitud.
Desde temprano, cientos de policías y guardias nacionales con equipos antimotines y tanquetas se habían desplegado en diversos puntos y avenidas de la capital, además de las sedes del Ministerio del Interior y la Defensoría del Pueblo, a la espera de los contingentes civiles que se agruparon en distintos puntos de encuentro. Una decena de estaciones del metro fueron cerradas para impedir la llegada de quienes intentaran sortear, por vía subterránea, los gruesos retenes dispuestos por doquier en la superficie.
El caos se adueñó de las calles en los puntos de fricción entre las fuerzas chavistas y los manifestantes, que respondieron con piedras en lo que pronto se transformó en una serie calcada de batallas campales donde los civiles llevaron las de perder. La violencia se encendió con energía en trechos de la autopista Francisco Fajardo, la más importante del país.
Un estudiante de 17 años, Carlos Moreno, falleció de un tiro en la cabeza, al parecer disparado por chavistas armados en medio de la turbulencia que cubrió el barrio de San Bernardino. «Estaba en un punto de concentración de la oposición y recibió un tiro de uno de los motorizados, que antes habían lanzado bombas lacrimógenas», dijo el director del Hospital de Clínicas de Caracas, Amadeo Leiva, donde había ingresado la víctima.
Patricia Gutiérrez, la segunda víctima, de 23 años, recibió un balazo de seguidores del gobierno chavista en la ciudad de San Cristóbal, en el sudoeste del país.
La marcha de ayer fue la mayor de la ola de protestas que empezó el 1° del actual, cuando la oposición recobró vida luego de largos meses de moverse a tranco lento, para reiterar la exigencia de elecciones generales, el respeto de la plena independencia del Parlamento y la liberación de los presos políticos.
El ambiente político se calentó desde fines de marzo luego de que el Poder Judicial se adueñó literalmente de las funciones del Parlamento, una decisión que arrasó la independencia legislativa y sepultó la separación de poderes. Pese a que luego fue retirada, la medida lanzó la actual ola de protestas.
Pero esta vez el chavismo movilizó también a los suyos. Al ritmo de música folclórica y salsa, decenas de miles de empleados públicos y seguidores del gobierno, vestidos con camisetas rojas, tomaron las principales avenidas del oeste y centro de Caracas en apoyo de Maduro, que intentó maquillar la protesta social con sus propias huestes. No hubo, para ellos, represión armada ni retenes policiales y militares.
«Tenemos que defender nuestra patria, defender la paz y defender a nuestro presidente», dijo Mariluz Soteldo, una manifestante de 55 años. En la convocatoria, anteanoche, Maduro había acusado a sus adversarios de promover un golpe de Estado, el latiguillo más usado del repertorio de denuncias chavistas. También denunció que Estados Unidos quería «asaltar el poder político en Venezuela».
Al cabo de las manifestaciones, en la tarde de ayer, durante un discurso en la céntrica avenida Bolívar, Maduro se jactó con aire festivo de la detención de 30 personas con supuestos planes de violencia.
«Han sido capturados más de 30 encapuchados, violentos, terroristas, identificados plenamente», señaló el líder chavista, y acusó al diputado Richard Blanco de ser el «jefe y financista» del operativo. También lanzó sus dardos contra el presidente del Parlamento, Julio Borges, a quien acusó de ser «el jefe del golpe de Estado».
En tanto, dos canales de noticias internacionales, el colombiano El Tiempo y el argentino TN, denunciaron que sus señales fueron censuradas por las autoridades mientras transmitían las manifestaciones de ayer.