Ubicada justo debajo del hígado, la vesícula biliar es un pequeño órgano con una función crucial en la digestión de las grasas. Almacena bilis, un líquido digestivo producido por el hígado, y la libera en el intestino delgado a través de los conductos biliares cuando comienza el proceso de digestión provocando los cálculos.
¿Qué son los cálculos biliares y cómo se forman?
Los cálculos biliares son depósitos endurecidos que se forman a partir del fluido digestivo dentro de la vesícula. Según la Clínica Mayo, pueden variar en tamaño, desde pequeños como granos de arena hasta grandes como pelotas de golf. Algunas personas pueden desarrollar solo un cálculo, mientras que otras pueden tener varios al mismo tiempo.
Pueden permanecer en la vesícula sin causar problemas, pero si uno de ellos se desplaza hacia los conductos biliares y bloquea el flujo de bilis, puede provocar un dolor intenso en la parte superior derecha del abdomen. Este dolor, conocido como cólico biliar, también puede irradiarse hacia el centro del abdomen, la espalda, o incluso el hombro derecho, y en ocasiones puede acompañarse de náuseas y vómitos.
¿Qué factores aumentan el riesgo de desarrollar cálculos biliares?
El Manual Merck, una de las publicaciones de referencias médicas más prestigiosas de Estados Unidos, destaca varios factores de riesgo para la formación de cálculos biliares. Entre ellos se incluyen ser mujer, ser mayor de edad, tener obesidad, experimentar una rápida pérdida de peso debido a dietas extremas o cirugías, y tener antecedentes familiares de cálculos en la vesícula. Además, una dieta alta en calorías y grasas también puede contribuir al desarrollo de estos.
En las sociedades occidentales, la mayoría están compuestos principalmente de colesterol, grasa que normalmente se disuelve en la bilis. Sin embargo, cuando el hígado produce un exceso de colesterol, la bilis se sobresatura y forma pequeños cristales que eventualmente se agrupan y se convierten en cálculos.
¿Existen otros tipos?
Además de los cálculos de colesterol, también existen cálculos pigmentarios, que se forman a partir de compuestos de calcio o bilirrubina, el principal pigmento de la bilis. Pueden ser de color negro o marrón. Los cálculos negros suelen desarrollarse en personas con ciertas afecciones hepáticas como cirrosis o en aquellos con anemia hemolítica. Los cálculos marrones, por otro lado, tienden a formarse cuando la vesícula o los conductos biliares están inflamados o infectados.
¿Cómo se deben tratar?
Si los cálculos biliares no presentan síntomas, es posible que no requieran tratamiento. Sin embargo, si causan molestias como el dolor descrito anteriormente, puede ser necesario un tratamiento médico, que en muchos casos implica la extirpación de la vesícula mediante cirugía. Es fundamental buscar atención médica inmediata si el dolor es tan intenso que dificulta moverse o encontrar una posición cómoda, si aparece ictericia, o si hay fiebre alta y escalofríos, ya que estos pueden ser signos de complicaciones graves.
¿Qué medidas se pueden tomar para prevenir la formación de cálculos?
Mantener un peso saludable, evitar las dietas extremas y llevar una alimentación equilibrada pueden ser medidas efectivas para reducir el riesgo de desarrollar cálculos biliares. Además, para quienes tienen un mayor riesgo, es importante estar bajo la supervisión del médico que pueda recomendar estrategias específicas con el fin de prevenir la formación de estos cálculos y mantener la salud de la vesícula en buen estado.