Sam Rockwell, interpreta a James Dixon en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, un oficial de policía con problemas de actitud. Al igual que su personaje, el actor es famoso por su temperamento voluble.
“El proceso de la actuación no lo entiende nadie. Ni yo mismo. Es muy extraño porque un día puedo ser el más social, pero al día siguiente estoy callado, concentrado en alguna escena. Depende de la jornada que tenga”, comenta el actor californiano.
En el filme, Mildred (Frances McDormand) intenta llamar la atención sobre la inoperancia policial en su pueblo, meses después de la violación y el asesinato de su hija. La mujer paga para que se instalen vallas en las afueras, y acusa al director de la policía (Woody Harrelson). Este hecho desata una ola de conflictos racistas y sociales.
─¿Esta película encaja en los universos que plantea Martin McDonagh?
—Esta vez sitúa la historia como un western: pone las reglas, las rompe y las restablece. Pero ya no son las mismas reglas iniciales, sino unas que surgieron a partir de lo que hiciste. Y eres consciente de eso. Si clasificaras en un género la película, sería algo como una tragicomedia del oeste mezclada con tragedia griega.
─¿Cómo halló el tono para darle vida al oficial Dixon?
—La mayoría de las herramientas las dio Martin en el guion. Sin embargo, fui a Missouri y conversé con algunos policías; hubo uno que me impactó particularmente y me ayudó a conceptualizar el personaje. La forma en la que hablaba me inspiró. Parecía un policía salido de una serie de televisión.
Claro, Ebbing no existe, pero en los pueblos pequeños pasan cosas similares, como que el departamento de policía esté cerrado un domingo. Esta clase de acercamiento con la realidad ayuda.
─¿Cómo definiría a Dixon?
—Creo que al comienzo del filme luce divertido, pero con el paso de los minutos se va convirtiendo en algo más siniestro, una especie de Travis Bickle moderno.
─¿Cree que la actuación es terapéutica?
Más bien catártica.
─¿Peligrosa también?
—Para nada. Pienso en la catarsis que logro en el trabajo, pero no es algo que me lleve a casa. Cuando termino la filmación, me desconecto por completo. Todo lo que hago en favor de los personajes lo considero diversión. Lo que creo son verdaderos retos son otras cosas; por ejemplo, tuve que filmar las secuencias más intensas de mi personaje enfermo.
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