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Posesión de Maduro: ¿por qué el presidente Petro se enfrenta a una de sus mayores encrucijadas?

por Avatar GDA | El Tiempo | Colombia

Ahora me dicen que no vaya a Venezuela. Yo veré si voy o no voy”. Estas palabras las pronunció el presidente Gustavo Petro en un discurso realizado el pasado jueves 12 de diciembre en Barranquilla, apenas tres días después de que la Cámara de Representantes aprobó una proposición que insta al mandatario a no asistir a la posesión de Nicolás Maduro el próximo 10 de enero en Caracas.

En ese momento, varias de las personas presentes en la caja de compensación familiar Comfamiliar Atlántico sede Centro, convocadas para analizar y evaluar la situación de las tarifas de energía eléctrica en el Caribe, hicieron gestos con las manos indicando su desacuerdo con el posible acompañamiento del jefe de Estado en el evento venezolano. “No, no”, se lee en los labios de uno de los asistentes proyectados en la transmisión que hizo la Presidencia de la República.

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Presidente Gustavo Petro. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo

El presidente, igualmente, reconoció que la situación es un problema: “El problema del 10 de enero lo resolveremos el 10 de enero”, concluyó. Y es que la presión de la oposición y la comunidad internacional por el fraude electoral y la posterior violación de derechos humanos en el vecino país, sumada a la complejidad de la relación con Venezuela, hacen que esta decisión sea una de las más complicadas que ha enfrentado en su mandato.

“Si lo reconoce, Petro se echa encima a todos los actores, nacionales e internacionales, que han denunciado el fraude y que han reconocido el triunfo de González. Sería apoyar a un régimen ilegítimo y antidemocrático. Si no lo reconoce, la tensión entre ambos Estados escaparía y los avances en diferentes áreas podrían revertirse o al menos ralentizarse”, señaló Angélica Rodríguez Rodríguez, profesora e investigadora del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte.

Si el gobierno actúa de acuerdo con la postura expresada estos meses –sin actas electorales no habrá reconocimiento- no habrá tal acompañamiento a Maduro el 10 de enero. Sin embargo, tanto Casa de Nariño como el Palacio de San Carlos (sede de la Cancillería) todavía no han enviado un mensaje claro sobre la invitación pues hay mucho cálculo diplomático en el medio. “Todavía no tenemos plena claridad y certeza. Por lo pronto no hemos dado respuesta”, le dijo a EL TIEMPO el vicecanciller Jorge Rojas.

En cambio, lo que sí tienen claro en el Gobierno es que Edmundo González no tomará el cargo e independientemente de la calificación deberán hacer todo tipo de maniobras para mantener relaciones con el régimen porque en juego está la gestión de una frontera de 2.219 kilómetros, la asistencia a los connacionales que viven en el vecino país, el restablecimiento del comercio y el escaso oxígeno que le queda a la paz total.

Los escenarios de no reconocer a Maduro

Maduro

Nicolás Maduro. Foto: Prensa Miraflores

 

 

No obstante, analistas consultados por este diario consideran que eso no será tan sencillo, pues muy seguramente Maduro exigirá reconocimiento para seguir con las relaciones y no le temblará el pulso para romperlas y poner en jaque la paz en caso de que no sea reconocido.

“Petro tendría que reconocer a Nicolás Maduro o el régimen podría pegarle una patada a las mesas de negociación teniendo en cuenta que no solo el Eln sino las disidencias están en territorio venezolano”, dijo Ronal Rodríguez, el Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

“Si Petro no reconoce a Maduro, Venezuela probablemente rompería relaciones con Colombia, lo que representaría una serie de retos para los millones de venezolanos que viven en Colombia quienes encontrarían grandes barreras para realizar trámites administrativos con el cierre de embajadas y consulados. No obstante, la dictadura perdería un importante apoyo en la región y Petro daría un importante paso hacia la consolidación de la democracia en América Latina”, opinó María Gabriela Trompetero, investigadora y docente en la Universidad de Bielefeld (Alemania).

Luis Gilberto Murillo y Milton Rengifo. Foto:Embajada de Colombia en Venezuela.

 

 

Una opinión similar tiene Ronal Rodríguez: “Una de las características que ha tenido la revolución bolivariana y particularmente durante el periodo Maduro es que están dispuestos a sacrificar las relaciones. Nicolás Maduro tiene una estrategia que es el autoaislamiento. Y ese autoaislamiento es el que está implementando en este momento. Rompe relaciones con los países, pero no solo diplomáticas, sino consulares, comerciales y canales de diálogo”.

Mientras en el seno del alto gobierno se debate esta decisión, las autoridades colombianas en Caracas tratan de mover cielo y tierra para que se permita la acción consular sobre siete colombianos detenidos en el vecino país tras las elecciones del 28 de julio y que, más de cuatro meses después, no ha sido posible obtener información sobre su ubicación, estado de salud y situación jurídica.

En paralelo, se trata de avanzar en la regularización de casi 600.000 colombianos que están indocumentados en el vecino país. En este escenario cabe la pregunta de qué pasaría con todas estas gestiones.

Los efectos para Petro de reconocerlo

Ser un actor clave para lograr una apertura política en Venezuela empezó como la gran apuesta de la política exterior del gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, desde el denunciado fraude de las elecciones del 28 de julio y la negativa hasta el momento de hacer públicas las actas, ha hecho muy difícil mantener la cordialidad con la que comenzó la relación con Maduro y ya son múltiples los desencuentros, al menos verbales de lado y lado.

Ya el pueblo no los quiere”, “Yo prefiero morirme a ser un dictador. No soy adicto al poder, porque los adictos al poder matan al pueblo por miles, y ya lo hemos visto en la historia reciente de Colombia”, han sido algunas de las frases de Petro dirigidas al régimen, sin citar a Maduro de forma concreta.

Marchas venezolanas en Bogotá. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO. @mauriciomorenofoto

Y es que su bien no reconocer un tercer periodo del chavismo implicaría que la política del gobierno colombiano frente a Venezuela no ha sido exitosa, reconocerlo significaría no solo una condena pública sino una importante pérdida de capital político para el presidente Petro pensando en la continuidad de su proyecto progresista en el 2026 en un contexto donde, según la reciente Encuesta Polimétrica de Cifras y Conceptos para la Universidad del Rosario, la Fundación Konrad Adenauer y la Casa Editorial EL TIEMPO, el 90 por ciento de los colombianos no está de acuerdo con que el gobierno Petro reconozca a Nicolás Maduro.

“Si se reconoce a Maduro, el gobierno Petro recibirá un rechazo contundente de la opinión pública, quienes con razón pondrán aún más en duda el carácter democrático del presidente. Esta situación desfavorecería además al Pacto Histórico en la campaña presidencial”, sostuvo Trompetero.

También hay que tener en cuenta que el mandatario colombiano es uno de los que abandera la unidad latinoamericana y esto podría abrir brecha con sus homólogos de Brasil, México, Chile y Uruguay, quienes han sido más duros con el régimen, especialmente Luis Inácio Lula Da Silva y Gabriel Boric.

Lula da Silva viajará a México el domingo 

Foto EFE/ André Borges

 

 

“Ir a la posesión de Maduro es validar la dictadura. Maduro no se puede posicionar porque él perdió las elecciones”, señaló el expresidente Iván Duque en declaraciones recogidas por NTN24.

Murillo y Estados Unidos

Todo este dilema al que se enfrenta Colombia ocurre cuando probablemente para el 10 de enero ya no esté el canciller Luis Gilberto Murillo, uno de los funcionarios que dejaría el gabinete a finales de año para no inhabilitarse de cara a una posible campaña presidencial.

El canciller Luis Gilberto Murillo y el presidente Gustavo Petro. Foto:Presidencia

 

No obstante, la presencia del vicecanciller Jorge Rojas, hombre de confianza del presidente Petro que ha señalado estar encima de la relación con Venezuela, será importante para encontrar una vía de escape con los menores perjuicios posibles para el país y su población.

Asimismo, Colombia mirará de reojo los pasos que decida dar Estados Unidos con Donald Trump en el poder a partir del 20 de enero, fecha en la cual asume la presidencia. El republicano ya ha demostrado que es capaz de dar giros a relaciones con dictaduras como fue el caso de Corea del Norte.

 

Por lo tanto, probablemente Colombia haga acrobacias discursivas para no reconocer a Maduro evitando romper las relaciones. El tema, sin duda, es una ‘papa caliente’.