El presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, acababa de dimitir y las cadenas de WhatsApp de los emigrantes venezolanos en Cúcuta, Colombia, se llenaban de interrogantes. Su principal respaldo, quien abrió tanto las puertas de Perú al éxodo venezolano que convirtió el país andino en su tierra prometida, había caído víctima de unos tejemanejes palaciegos que los criollos no comprenden.
Algunos hasta quisieron ver la larga mano del chavismo detrás de un cese que siembra la incertidumbre en el éxodo venezolano. Otros maldecían su mala suerte: los presidentes que tienen minoría parlamentaria caen en otros países, pero nunca en el suyo.
Cúcuta no solo es la primera ciudad colombiana que recibe a los que huyen de la tragedia venezolana. También es la primera etapa de un viaje por etapas que tiene como destino favorito Lima, y que también se prolonga hasta Chile y la Argentina. Así lo confirma la red de transportes levantada a pocos metros del Puente Internacional Simón Bolívar, desde donde se parte a las principales ciudades de Colombia y a las más importantes en las cercanías de la Panamericana.
«Ya tengo 200 dólares de los 300 que necesito para salir hacia Lima el 2 de abril», confiesa Michael, de 26 años y natural de Los Teques, cerca de Caracas. En la capital peruana lo esperan dos propuestas de trabajo, la primera en una empresa y la segunda como mesero, el mismo trabajo que desempeña en el Malecón de Cúcuta. Tiene donde dormir y espera ganar lo suficiente para enviar dinero a su madre con las salvadoras remesas y seguir ahorrando dinero para buscar otro destino.
Desde que Perú abrió sus puertas, entre 100.000 y 200.000 venezolanos se han instalado en sus ciudades gracias a las facilidades para el trabajo y para normalizar su situación.
«Los cambios no serán inmediatos. Martín Vizcarra es un hombre cercano a PPK, que tratará de continuar con los mismos principios de la política internacional», adelanta el internacionalista Mariano de Alba, que no obstante avizora que Perú está entrando en «una situación de inestabilidad y parálisis que le dificultará protagonizar la presión internacional contra Maduro y la ayuda para los migrantes venezolanos».
La oposición venezolana tenía en PPK a uno de sus grandes aliados, a la cabeza del Grupo de Lima. Tanto es así que el tira y afloja con Maduro lo llevó a advertirle que no sería bien recibido en la Cumbre de las Américas, a celebrarse a mitad de abril en la capital peruana. El chavismo mantiene que el «hijo de Chávez» aparecerá por arte de magia revolucionaria en Lima, donde ha sido invitado por movimientos sociales a la llamada cumbre alternativa de los pueblos.
«Quien se mete con Venezuela se seca», reaccionó Diosdado Cabello, número dos de la revolución, quien tildó de «perrito faldero» al presidente dimitido en medio del entusiasmo del chavismo.
«Se trata de la pérdida de un presidente que había mostrado compromiso concreto en ayudar a que regresara a Venezuela la democracia. Sin embargo, para los venezolanos es la comprobación concreta de que los demás países de la región también viven situaciones de inestabilidad o años electorales», sentencia De Alba.