En un segundo le cambió la vida a Michael Schumacher. Al piloto más laureado de la historia de la Fórmula 1, que compitió desde 1991 hasta 2006 y desde 2010 hasta 2012, le bastó un simple parpadeo para dejar de ser el deportista más admirado en el campeonato de la Gran Carpa del automovilismo y terminar, hasta donde se sabe, postrado en una cama en un estado de coma permanente. El secreto y los detalles de su verdadero estado de salud, al cumplirse hoy el cuarto año del accidente, se han guardado en la más absoluta reserva y solo su reducido círculo familiar y el grupo de médicos especialistas conocen los pormenores de la evolución del problema cerebral que padece desde aquella mañana de domingo del 29 de diciembre del 2013.
Esta historia es una paradoja más de la vida. En sus 18 años de competición en el campeonato de Fórmula Uno, en sus etapas de piloto de las escuderías Jordan, Benneton, Ferrari y McLaren y sus 308 carreras disputadas, 91 de ellas con victoria, 155 podios y 68 poles, además de los títulos mundial en la Gran Carpa en 1994, 1995, 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004, el «káiser» no sufrió accidentes de consideración, a pesar de conducir en muchas ocasiones los bólidos en las rectas a más de 300 kilómetros por hora. Lo más grave que le pasó fue en 1999, en el GP de Gran Bretaña, donde ‘Schumi’ sufrió un accidente que le causó la fractura de una pierna y la imposibilidad de disputar las siguientes seis carreras del campeonato.
Por eso es que causó revuelo que el piloto alemán sufriera el accidente mientras esquiaba en la estación invernal de Méribel, en los Alpes franceses, cuando esquiaba con su hijo Mick y descendía a una velocidad inferior a los 40 km / h. En ese momento el diagnóstico del hospital, tras el incidente fue escueto: traumatismo craneoencefálico, hematomas intracraneales y edema cerebral difuso.
El golpe en su cabeza causó, según los especialistas, “daños neurológicos irreversibles”, por lo que se presume que el piloto ha estado todo ese tiempo, primero en un hospital y ahora en su casa, en un estado de coma permanente, inicialmente inducido a un coma artificial desde el día del accidente hasta el 16 de junio del 2014, cuando pasó de un hospital de Grenoble (Francia) a la clínica en Lausana (Suiza), donde se le realizó una etapa de rehabilitación.
En la actualidad el piloto se encuentra en su residencia de Gland (Suiza), a orillas del lago de Ginebra, después de que su esposa, Corinna Betsch, decidiera que no siguiera siendo tratado en la clínica donde salvaron su vida. Su deseo era que estuviera en casa y esperar que eso repercutiera en su recuperación, pero hoy, al cumplirse el cuarto año del triste desenlace, las esperanzas de la recuperación son casi nulas. Al excampeón mundial de F-1 lo atiende en su residencia, convertida en centro de rehabilitación, un grupo conformado por 15 especialistas, entre médicos, enfermeros y terapeutas. Lo más reciente que se conoce es que la representante de la familia Schumacher, Sabina Kehm, comentó para el día de Navidad en torno a la salud del «Káiser».
“Es maravilloso que la familia Schumacher pase la Navidad en compañía. Ellos ayudan a Michael. Le dan un punto de apoyo en la vida. La familia siempre ha sido lo más importante para él”, dijo Kehm al diario sensacionalista sueco Expressen, confirmando que hay una estabilidad dentro del grave estado en el que se encuentra el piloto. El rotativo también indicó que la esposa de Schumacher puso un gran árbol de Navidad en la casa donde mantienen con vida al campeón, y estuvieron acompañados por la hija Gina-Maria, y Mick.
Michael Schumacher se accidentó el pasado 29 de diciembre de 2013 | EFE
Una realidad cruda
Sin embargo, la realidad es cruda. Según información filtrada, el expiloto mediría 1,60 metros, es decir, 14 centímetros menos que cuando sufrió el accidente y su peso estaría sobre los 45 kilos, una disminución drástica comparada con los 80 kilos que daba en la balanza en su época de piloto.
Se especula que Schumacher no pronuncia palabra alguna, no tiene movimiento en su cuerpo y requiere de un respirador artificial permanente. Sin embargo, oficialmente a la fecha no existen informaciones sobre el estado de salud del heptacampeón de la Fórmula 1, pues desde el mismo momento del accidente, la familia del alemán decidió mantener a salvo la privacidad del expiloto.
Kehm, su representante, además, ha negado todas las informaciones falsas sobre el piloto y ante el silencio informativo sobre Michael, todas las miradas se centran en su hijo Mick, de 18 años, promesa del automovilismo que compite en el campeonato de la Fórmula 3 europea.
Lo que sí es cierto y además comprobado es que Schumacher es el quinto deportista mejor pagado de todos los tiempos en una lista de 25, según anunció recientemente la revista Forbes, fortuna que ha sido determinante para poder recibir el tratamiento que se eleva a unos 160.000 dólares semanales.
Con 1.000 millones de dólares de patrimonio acumulado durante su carrera deportiva, desde 1991 hasta el 1.° de junio del 2017, el alemán está por detrás del basquetbolista Michael Jordan, que alcanza 1.850 millones de dólares; y la tripleta de golfistas estadounidenses conformada por Tiger Woods (1.700 millones de dólares), Arnold Palmer (1.400 millones) y Jack Nicklaus (1.200 millones).
Jean Todt, reelegido recientemente como presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, y quien se considera amigo de «Schumi», no ocultó su emoción en las palabras que dijo en esa oportunidad. “Echamos de menos a Michael. Está ahí, sigue luchando. Es alguien especial. Es un amigo”, dijo en sus declaraciones.
Son cuatro años de silencio familiar, de muchas especulaciones, pero además de poco avance en la salud del hombre que se dio el gusto de dominar a su antojo la Fórmula Uno, especialmente entre el 2.000 y el 2.004, cuando al mando del Cavallino Rampante alcanzó cinco títulos consecutivos. Hoy, apenas, su vida pende de un trabajo mancomunado de especialistas y de una gruesa chequera, a la espera de un despertar milagroso que lo regrese a la vida.
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