La reacción de Estados Unidos al resultado de las elecciones venezolanas será de las más esperadas del domingo. La Casa Blanca no se mantendrá indiferente al desenlace sea quien resulte ganador entre el presidente Nicolás Maduro y el opositor Edmundo González Urrutia, favorito por amplio margen en las encuestas.
El Centro para América Latina Adrienne Arsht y el Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas de la Universidad Internacional de Florida dijeron en un memorándum que Washington debe prepararse para tres escenarios. Uno es que Maduro sea declarado vencedor sin constancia de fraude; otro, que el líder chavista se proclame ganador pese a irregularidades; y, por último, que gane la oposición.
Declaraciones de funcionarios consultados al respecto sugieren que la Casa Blanca prefiere optar por la prudencia y no pronunciarse de antemano. “Queremos examinar toda la información” de las presidenciales del domingo y “entonces tomaremos una decisión”, afirmó esta semana el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Brian Nichols, durante una sesión ante el Congreso.
“No vamos a apurarnos a juzgar”, dijo Nichols ante el subcomité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Recordó para reforzar su argumento que la ley venezolana permite que el Consejo Nacional Electoral anuncie el resultado al día siguiente de los comicios y tendría plazo hasta el 2 de agosto para detallarlos.
El diplomático consideró que las elecciones son “una oportunidad para un futuro mejor” en el país. “El parámetro clave será la participación electoral. Las encuestas indican una ventaja clara de la oposición. Esperamos que le irá bien si sus votantes consiguen sufragar”, señaló.
Lo mismo dijeron dos altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos que hablaron a condición de anonimato con The New York Times, explicando que era importante esperar y ver qué pasa antes de discutir cualquier repercusión.
La comunidad internacional no debe emitir ningún juicio sobre el proceso electoral hasta que haya resultados, dijo un funcionario, y agregó que Estados Unidos estaba observando de cerca si el gobierno activa alguna estrategia de última hora para socavar el proceso democrático.
La Casa Blanca está particularmente preocupada ante la posibilidad de que Maduro pueda reclamar la victoria sin resultados verificables, dijo la misma fuente, y agregó que el chavismo es consciente de que su futuro político está ligado a la legitimidad de la votación.
“Lo esencial ahora es que se permita a los venezolanos acceder plenamente a las urnas”, declaró otro funcionario que pidió el anonimato. “Estados Unidos no prejuzgará el resultado de estas elecciones”, pero es “vital” que “reflejen la verdadera voz del electorado, libre de manipulación y coerción”, afirmó.
Otro funcionario dijo que si Maduro pierde —y acepta la derrota— es probable que haya negociaciones sobre una transición de poder, pero agregó que esas conversaciones aún no han sucedido. Las conversaciones podrían incluir temas como amnistías, garantías para quienes dejen el cargo y el establecimiento de comisiones de la verdad.
Horas bajas
El chavismo vive sus horas más bajas. Maduro, en el poder desde 2013, se enfrenta a una oposición que encabeza con amplio margen casi todas las encuestas, a pesar de que la líder María Corina Machado no pudo presentarse por una inhabilitación política. En su lugar lo hará González Urrutia.
La otrora quinta economía más rica de América Latina sufre una crisis que empujó a más de 7,7 millones de venezolanos al extranjero, según la ONU. Una parte de ellos fueron a Estados Unidos, que no mantiene relaciones diplomáticas con Venezuela desde 2019.
Ese año el gobierno del entonces presidente republicano Donald Trump impuso al país caribeño una batería de sanciones -incluido un embargo al petróleo y al gas- para intentar provocar la caída de Maduro tras las elecciones de 2018, consideradas fraudulentas.
Su sucesor demócrata y actual presidente, Joe Biden, optó por una política más aperturista y reanudó el diálogo con Caracas, lo cual permitió sentar las bases para estas elecciones. Llegó incluso a levantar parcialmente algunas sanciones, que restableció al ver que el gobierno de Maduro incumplía la hoja de ruta electoral y detenía a opositores.
Eventual negociación tras elecciones
El analista político Michael Shifter, expresidente del think tank Diálogo Interamericano, aconseja a Estados Unidos focalizarse en ser un “canal de comunicación” en “una eventual negociación política”.
“Trabajando con la oposición podría ayudar a proporcionar ciertas protecciones y garantías a Maduro y otros funcionarios del chavismo con el fin de facilitar una transición”, explicó.
En el caso de fraude la presión será enorme, en plena campaña electoral para las elecciones de noviembre en Estados Unidos, que disputarán Trump y muy probablemente la vicepresidenta demócrata Kamala Harris. Es muy posible que se alcen voces pidiendo medidas drásticas como la reimposición de todas las sanciones y la supresión de la licencia del gigante estadounidense Chevron.
Hacer eso “sería contraproducente” porque se ha visto que son “medidas ineficaces que perjudican a las personas equivocadas, empeorando la crisis humanitaria y fomentando la inmigración”, dice Shifter.
Rebecca Hanson, profesora del Departamento de Derecho de la Universidad de Florida, coincide en que las sanciones “tienen poco o ningún impacto en los cálculos políticos de Maduro”.
Respuesta regional
En un caso de fraude masivo, Shifter estima que el gobierno de Biden actuará con Brasil y Colombia para tratar de convencer al chavismo “de que esto no es una situación sostenible”, que “los venezolanos no lo aceptarán y habrá disturbios”.
En el memorándum, el Centro para América Latina Adrienne Arsht y el Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas coinciden en la importancia de promover “una respuesta regional” liderada por esos dos países.
“Independientemente del resultado” Estados Unidos debe considerar “los beneficios a largo plazo de una mayor presencia occidental en Venezuela”, actualmente aliada de China, Rusia y Cuba, añaden. Aunque será más fácil si gana la oposición.
El candidato opositor está ansioso por normalizar las relaciones diplomáticas. “Es absurdo, por no decir increíble, que tengamos ya diez o 12 años sin oficina diplomática en Washington”, dijo González Urrutia en un encuentro por video con el think tank Wilson Center.
El exdiplomático quiere restablecer la “relación amistosa” de inmediato. “Quiero que Venezuela y Estados Unidos se recuperen y vuelvan a la relación amistosa o simplemente natural que hemos tenido durante muchos años”, señaló. “Es absurdo, si no increíble”, el número de años que Venezuela lleva “sin oficina diplomática en Washington”.
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