En el ámbito laboral, el «burnout» o síndrome de agotamiento extremo es un fenómeno ampliamente reconocido y documentado. No obstante, ha surgido otra variante menos identificada pero igualmente perjudicial que está captando la atención de los expertos en salud mental: el «burn on».
Descrito por primera vez en 2021 por los psicólogos alemanes Timo Schiele y Bert Te Wildt, este síndrome se presenta como una forma crónica de agotamiento depresivo, donde no se llega a un colapso completo, sino que se mantiene una tensión constante.
A diferencia del burnout, que suele manifestarse con ausencias laborales, irritabilidad, caída de la productividad y otros síntomas visibles, el ‘burn on’ opera de manera más sutil.
Los afectados experimentan dolores persistentes en el cuello, la espalda y la cabeza, además de bruxismo y una profunda pérdida de esperanza. A menudo, estos síntomas se acompañan de comorbilidades como depresión, ansiedad y adicciones, así como fenómenos psicosomáticos que incluyen hipertensión arterial.
«Los pacientes siempre están al borde de una crisis nerviosa, pero continúan y cultivan, detrás de una sonrisa, un tipo diferente de agotamiento y depresión», explicó Wilt. Esta resistencia a detenerse hace que el ‘burn on’ sea menos obvio que el ‘burnout’, complicando su diagnóstico y tratamiento.
El reconocimiento del problema es el primer paso crucial hacia la recuperación. «Las personas con síndrome de quemado a menudo parecen funcionales, por lo que normalmente confiamos en los informes de familiares o personas cercanas a nosotros. También es importante reflexionar sobre nuestros valores personales», explicó el autor al periódico alemán Deutsche Welle.
Entre las recomendaciones para quienes padecen de ‘burn on’ está la reducción del ritmo laboral y la incorporación de técnicas y actividades de relajación. Con un enfoque adecuado y un reconocimiento temprano, es posible manejar los efectos de este síndrome y mejorar significativamente la calidad de vida de los afectados.