Horrorizados. Así dejan las noticias cuando reflejan los casos de buylling más macabros que ocurren en el ámbito de las escuelas. El bullying es un tema que impacta como sociedad.
Para comprender en qué consiste, cómo es su dinámica y sus formas precoces de detección, el licenciado Fernando Osorio, psicólogo y especialista en la materia, analiza en detalle esta problemática.
Es una dinámica grupal
Bullying es un término anglosajón que se utiliza actualmente para nombrar un tipo de dinámica grupal escolar, que en épocas pasadas se conocía como maltrato entre compañeros de escuela. El fenómeno del bullying viene a sumarse como una nueva categoría a la lista de las llamadas «violencias institucionales», tanto en escuelas de gestión privada como pública.
Aparece donde hay impunidad institucional
El bullying es sinónimo de impunidad. Normalmente, en un grupo de alumnos puede llegar a detonar en alguno de sus integrantes un perfil patológico, alterando su mapa emocional. Del mismo modo, la enfermedad mental de un miembro del grupo puede llegar a encontrar un terreno fértil en el espacio grupal para hacer su despliegue –a veces macabro– alterando el mapa emocional del grupo. Si a estas características individuales y grupales, propias de los grupos escolares, se les suma un clima de impunidad institucional ante las transgresiones o la violencia, el bullying prospera de manera exponencial.
Se necesitan 4 personas para que se distinga como bullying
El bullying tiene ciertas características que permiten distinguirlo de otras problemáticas sociales alteradas, incluso, de un simple «maltrato» por discrepancias. Esta dinámica se desarrolla, al menos, si hay cuatro personas involucradas:
- Un individuo maltratador o victimario (autor intelectual)
- Una persona sometida o víctima (con características de sumisión o sometimiento)
- Un individuo colaborador o encubridor (altamente influenciable y temeroso)
- Un individuo testigo no participante (temeroso de ser involucrado o con cierto placer por el sufrimiento del otro)
Se deben dar los 4 tipos de violencia integrados
Estos componentes permiten diferenciarlo claramente de cualquier otro fenómeno de tensión, entre fuertes y débiles, y permite lograr que no se estigmaticen ni situaciones ni personas.
- La física (golpes y maltrato corporal)
- La verbal (insultos, amenazas e intimidación)
- La psicológica (acoso y persecución)
- La simbólica (segregación y discriminación negativa)
No cualquiera puede ejercer o padecer bullying
El bullying no es un simple maltrato o insulto. Es un problema psicopatológico que sobrelleva una persona y que hay que atender. Lo puede sufrir porque lo padece o porque lo ejecuta. La posición de víctima o victimario está signada desde la personalidad y el carácter, que se forjan en el vínculo con los responsables de la crianza. Para que un alumno pueda ubicarse subjetiva o activamente en alguno de estos lugares debe tener una personalidad previa que se lo permita.
El bullying es un fenómeno que tiende a negarse
Las cifras que se muestran sobre el bullying no representan la realidad de las escuelas, pues es un fenómeno que tiende a negarse habitualmente. Admitirlo implica reconocer una responsabilidad en los equipos de conducción que los deja expuestos, en cuanto a su inoperancia ante las transgresiones y a la violencia. Algunas organizaciones, como por ejemplo Bullying sin fronteras, hablan de un incremento de 33% cada año, en un estudio que se inició en 2013. No obstante, resulta confuso el resultado porque hay que tener en cuenta la cantidad de casos de maltrato o conflicto que no son bullying y que son tomados de esa manera. Además, hay otro factor que contamina estos datos y es la cantidad de suicidios y homicidios relacionados con una dinámica de bullying; sin embargo, el bullying puede ser un detonante, no el origen de un trastorno psicopatológico que lleve al suicidio o al homicidio.
Así pueden detectar los padres y docentes que un niño sufre de bullying
Resulta humillante y muy difícil para las personas confesar que están involucradas en una dinámica de bullying; por tanto, los hijos van dejando huellas para que los padres y los docentes puedan advertir que «algo» está pasando. Es posible encontrar alteraciones de la conducta individual y del comportamiento social antes de que los niños y los jóvenes sean protagonistas de una escena de bullying.
Lo primero que deben saber los padres es que cada niño o adolescente tiene una carga genética con la que llega a este mundo y que en muchos aspectos determina una serie de sucesos que van a ocurrir de un modo y no de otro. Pero este determinismo también está fuertemente influenciado por las experiencias de vida que atraviesan a las personas a lo largo de sus vidas. Las influencias que mayor pregnancia dejan para toda la vida son las que se originan durante la infancia y la adolescencia. Por tanto, los niveles de adhesión o rechazo de la norma y de la ley se aprenden en el contexto de la crianza.
Los padres deben aprender a poner límites
Es importante que los padres sostengan un modelo de autoridad firme con los hijos y sepan poner límites a sus conductas transgresoras, pues si no se reproducirá en otros contextos fuera del hogar, como por ejemplo en las escuelas. Poner límites es frenar el impulso de satisfacción inmediata que pretenden nuestros hijos. Y esto se hace desde que nacen. Este acompañamiento también debe involucrar al proceso de socialización escolar. Los padres deben prestar mucha atención al desarrollo social de los hijos en el ámbito escolar, no solo desde el punto de vista pedagógico sino de su socialización.
El ciberbullying existe
El ciberbullying consiste en el acoso entre pares a través de la utilización abusiva de las tecnologías interactivas modernas, como pueden ser la telefonía celular, redes sociales e Internet. Incluye la difusión de información e imágenes ofensivas para la víctima o el envío de correos electrónicos que cuentan hechos privados o degradantes. La principal variable que incita al acosador para la realización del ciberbullying es el anonimato. Internet permite fraguar perfiles de identidad en los que se puede mentir en la totalidad de los datos; a tal punto que se puede inventar un personaje y hacerlo hablar e interactuar sin ninguna limitación.
De eso ahora se habla
La llamada «violencia escolar» tomó notoriedad en los medios de comunicación masiva a partir de 2004, año en que hubo la matanza en la escuela islas Malvinas, de Carmen de Patagones, en el sur de la provincia de Buenos Aires. Recordemos que un muchacho de 14 años de edad mató a tres compañeros e hirió a otros. A finales de ese mismo año se creó el comité asesor para la creación del Observatorio de Violencia en las Escuelas. Luego, el Ministerio de Educación de la nación extendió a todo el interior del país las directrices para la prevención y detección temprana de casos de violencia.