Macron
Esta captura de pantalla muestra al presidente de Francia, Emmanuel Macron, hablando durante un discurso televisado a la nación durante el cual anunció que disolverá la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés, y convocará nuevas elecciones generales el 30 de junio, en París, el 9 de junio de 2024. Foto: Ludovic MARIN / AFP

«Terremoto», «trueno», una apuesta «loca» o «extrema»… La prensa francesa compite en superlativos este lunes 10 de junio tras la amplia victoria de la extrema derecha en las elecciones europeas y la respuesta de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional.

«¿Respondemos a una apuesta fallida con otra apuesta, como un jugador de casino persuadido de “resarcirse” tras perder a lo grande?», se pregunta Le Parisien.

Es la sexta vez en la historia de la V República que el arma de la disolución, prevista en el artículo 12 de la Constitución, es desenvainada por el presidente. Pero esta espada, que permite resolver una crisis política volviendo a las urnas, tiene doble filo.

«Emmanuel Macron “se la juega” y convierte a los franceses en jueces de una situación política sin precedentes», analiza el politólogo Jean Petaux. Roselyne Febvre, jefa del servicio político de France 24, lo ve como una «decisión valiente», pero que podría estar «cargada de consecuencias». «No le falta garbo», dice, evocando una «postura gala».

Disoluciones rentables, excepto en 1997

El general Charles de Gaulle fue el primero en recurrir a la disolución. En octubre de 1962 tomó esta decisión tras la aprobación de una moción de censura destinada a impedir la introducción del sufragio universal directo para las elecciones presidenciales. Volvió a convocar a elecciones legislativas anticipadas en 1968, en respuesta a los acontecimientos de mayo. En ambos casos su mayoría parlamentaria se vio reforzada.

François Mitterrand también recurrió a la disolución en dos ocasiones. En cada ocasión lo hizo a raíz de su victoria presidencial, lo cual le permitió aprovechar el impulso a su alrededor para obtener la mayoría.

La disolución más reciente, en 1997, fue la única que no favoreció al presidente en ejercicio. Jacques Chirac convocó elecciones parlamentarias anticipadas con la esperanza de consolidar su mayoría y sorprender desprevenida a la oposición.

«En 1997, las cosas eran diferentes. No hubo crisis política, ni censura al gobierno Juppé. Fue una disolución fría, por conveniencia personal, como algunos han dicho», recuerda Jean Petaux.

En consecuencia, el presidente fue castigado por el electorado. Al final de la campaña, sin embargo, fue la «izquierda plural» la que ganó y Lionel Jospin entró en el gobierno Matignon. Comenzó un período de cohabitación entre la izquierda y la derecha.

«Está haciendo juzgar a los franceses una situación política nueva y sin precedentes, con una Agrupación Nacional dirigida por Jordan Bardella que ha obtenido más del doble de votos que la mayoría presidencial. Es una situación política nueva y excepcional que exige una decisión excepcional», analizó el politólogo.

«El anuncio tomó a todo el mundo por sorpresa. No me parece valiente. Emmanuel Macron está jugando con fuego y nos lleva directos al paredón», tormenta el republicano Christophe Gomart.

«Emmanuel Macron está utilizando una estrategia de alto riesgo» con un resultado incierto, advierte el politólogo Pascal Perrineau.

¿Cuáles son los escenarios posibles?

El politólogo ve tres escenarios posibles para estas elecciones legislativas anticipadas, «y solo uno a favor de Emmanuel Macron». En este escenario, explica Jean Petaux, «los franceses devolverían a la RN a su techo de cristal y reforzarían la mayoría de Emmanuel Macron devolviéndole la mayoría absoluta».

Para lograrlo, el jefe del Estado apuesta sin duda por un escrutinio uninominal a dos vueltas, que sería menos favorable a una RN aislada. Siempre que el frente republicano siga funcionando.

«También podríamos acabar con una Asamblea Nacional dominada por una nueva mayoría relativa, independientemente de qué partido esté a la cabeza. La crisis no habría terminado», advierte Jean Petaux.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky es aplaudido por los parlamentarios mientras pronuncia un discurso junto al presidente de la Asamblea Nacional francesa, Yael Braun-Pivet, en la Asamblea Nacional en París el 7 de junio de 2024. Foto: JULIEN DE ROSA/ AFP

«Tendríamos una Francia paralizada porque no podremos disolvernos hasta dentro de un año», añade Pascal Perrineau.

«La última opción es que la Agrupación Nacional se encuentre con mayoría absoluta«, analiza Jean Petaux. «El presidente Emmanuel Macron tendría entonces que nombrar a un primer ministro o primera ministra de la formación política que ganara y sería una cohabitación».

¿Ve Macron posible llegada de Agrupación Nacional al gobierno como un mal menor?

Según medios de comunicación, en los últimos meses ha expresado en privado la opinión de que su llegada al gobierno tendría el mérito de demostrar la falta de preparación de la extrema derecha para el poder.

En definitiva, jugar a la maldición de Matignon contra el partido de Marine Le Pen.

«Esta teoría tiene sus límites. Uno no se quema necesariamente en Matignon. Pompidou llegó a presidente después de haber sido primer ministro», señala Pascal Perrineau. «Y la RN adquiriría lo que le falta: cultura de gobierno. Tendrán los medios para demostrar su valía».

Por Romain Houeix

Este artículo fue adaptado de su versión original en francés


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