Es Mirnograd, cerca de Pokrovsk, en el este de Ucrania. Oleksandr finalmente convenció a su madre jubilada para que abandonara la ciudad, pero él no se marchará: «Mi trabajo está aquí, mi casa también. Aquí todavía hay vida. Pero veremos cómo evoluciona la cosa», explica este minero.
Pokrovsk es un centro neurálgico de carreteras y ferrocarriles, con una población antes de la guerra de 60.000 habitantes.
La urbe atraviesa una carretera clave utilizada por el Ejército ucraniano para abastecer otros puestos controlados por Ucrania, como Chasiv Yar y Kostiantynivka, en la región de Donetsk.
Al principio eran reacios, pero ahora son cientos los habitantes de Pokrovsk que se van cada día. Los trenes de evacuación realizan numerosos viajes.
Su estado de ánimo se resume en la voz de un residente entrevistado por France 24: «Nos ha costado mucho decidirnos. Pero, ¿qué sentido tiene esperar cuando sabemos que tendremos que irnos? Es un buen momento para irnos. Sí».
En Pokrovsk la vida continúa a pesar de todo. Con un trasfondo de preocupación: el Ejército ruso se encuentra a solo diez kilómetros de distancia. Los soldados ucranianos esperan una lucha larga y peligrosa para mantener el control de este nodo estratégico.
Pokrovsk ya ha sido blanco de ataques rusos muchas veces, pero hoy la ciudad teme un ataque ruso mucho mayor, como los que ya sufrieron Bakhmut o Mariúpol.