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México después de AMLO: ¿qué sigue para el país en materia internacional?

por Avatar France24

Es el fin del México de AMLO. Será el próximo 1 de agosto cuando, gane quién gane, Andrés Manuel López Obrador salga por última vez a Palacio Nacional para comandar la toma de posesión de su sucesora presidencial, pasando la estafeta no solo de guiar a México en el plano nacional, sino también a nivel internacional después de seis años en los que Ciudad de México se ha rezagado en su participación más allá de sus fronteras.

La Administración de López Obrador ha estado marcada por una extraña dualidad: entre el aislacionismo basado en la referencia a los principios de política exterior inscritos en la Constitución Mexicana, como la no intervención y el respeto a la soberanía de los pueblos, y los ataques mediáticos en contra de gobiernos que no sean afines al espectro ideológico del mandatario mexicano.

El sexenio en materia internacional para AMLO ha sido una peculiaridad en la historia de México, acostumbrada al pragmatismo basado en el respeto irrestricto a los principios de política exterior originados de escritos históricos como la famosa Doctrina Estrada o la menos conocida, pero igual de importante Doctrina Carranza.

López Obrador, ya sea por negligencia o intereses propios, ha manejado el barco internacional mexicano a modo, a veces restándole importancia a organismos internacionales, como la OEA y la ONU, y otras veces inmiscuyéndose de lleno en asuntos exteriores, como con la destitución de Pedro Castillo en Perú y la subsecuente toma de poder de Dina Boluarte, a la que negó en repetidas ocasiones trasladarle la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico.

Sin embargo, para muchos críticos del manejo exterior del todavía presidente mexicano, la participación activa en la arena internacional no ha sido más que la excepción en los últimos seis años, donde la regla ha sido la pasividad y el pleno desinterés gubernamental por involucrarse en las cuestiones más relevantes en el sistema mundial contemporáneo, manteniéndose alejado de cuestiones como la guerra en Ucrania o el conflicto israelí-palestino.

«El gran problema es que Andrés Manuel tiene esta idea de que lo más inmediato para resolver, él lo puede resolver, como si estuviéramos aislados del mundo, y eso ha provocado que México haya tenido una época en que, con muy pocas excepciones, no haya tenido una presencia internacional importante, por el contrario», apuntó José Luis García Aguilar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana Puebla, en entrevista con France 24.

¿Doctrina AMLO?

Históricamente, la política exterior mexicana ha sido considerada por muchos como un fenómeno extraordinario en el concierto internacional, debido a que lo que la ha guiado han sido preceptos relativamente ‘fijos’ que traspasan administraciones, y permiten la continuidad en las acciones políticas que permitan consumar los intereses del Estado mexicano, más no del presidente en turno.

García Aguilar rechaza la idea de que exista algo similar a una Doctrina AMLO’, ya que no existen principios fijos de guía en el actuar del Gobierno saliente:

«Las doctrinas están arraigadas en la experiencia histórica del país. Todos los principios están en el artículo 89, y ha habido presidentes que han seguido estos principios, mas o menos (…) Pero tienen un propósito también, tratar de construir una política de Estado».

El Gobierno obradorista ha jugado con los principios tradicionales de política exterior mexicana, a diferencia de muchos de sus antecesores que aplicaban a raja tabla los preceptos constitucionales al respecto. Un fenómeno que, en principio, podría verse como un quiebre revolucionario a la ortodoxia, pero en la realidad no ha sido más que una extraña contradicción que quizá responde más a los caprichos ideológicos en Palacio Nacional.

En 2019, cuando México ofreció asilo diplomático a Evo Morales, derrocado por un golpe de Estado, López Obrador respondió a sus críticos argumentando sobre la tradición diplomática de asilo político que México ha empuñado desde hace décadas, especialmente durante la época dictatorial en el cono sur en la década de los 60s y 70s, cuando decenas de activistas, académicos y opositores políticos encontraron en México un espacio seguro para esparcir su combate al autoritarismo en sus naciones.

Otras veces, López Obrador ha criticado a actores internacionales importantes, como Estados Unidos o la Unión Europea, después de las publicaciones de múltiples reportes que advierten sobre el aumento de la criminalidad en el país latinoamericano y la intensificación en el poder de facto de algunos carteles de la droga en varios estados de la república mexicana, apelando al principio de no intervención que ha caracterizado al Estado mexicano desde hace décadas.

El presidente, por otro lado, también ha sido crítico con los organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que ha planteado que sería mejor disolverla para construir un mecanismo de intergración regional parecido al existente en Europa.

A pesar de sus críticas, López Obrador también ha pedido con enjundia la intervención de Naciones Unidas, a quien a tildado de «florero» en numerosas ocasiones, su intervención en coyunturas internacionales complejas para su país, como la reciente intervención ilegal de la embajada mexicana en Ecuador.

Archivo-Imagen publicada por API que muestra a fuerzas especiales de la Policía ecuatoriana irrumpiendo en la embajada de México, en Quito, para arrestar al exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, el 5 de abril de 2024. © AFP/Alberto Suárez

«Si no se actúa, la ONU va a quedar como un florero, nada más de adorno y no se puede permitir que se rompa, se vulnere el derecho internacional como se hizo en el caso de Ecuador, porque sino sería la ley del más fuerte, el mundo de los gorilas, con todo respeto a los gorilas”, sentenció AMLO el pasado 16 de abril en una de sus conferencias matutinas de rutina.

Un sexenio entre el aislacionismo y la confrontación

El periodo presidencial de López Obrador, al menos en materia internacional, ha estado marcado por una suerte de esquizofrenia política en donde Palacio Nacional se ha movido de manera ambivalente entre una postura de aislacionismo y pasividad irrestricta para con los conflictos internacionales más importantes de la actualidad, y una actitud de confrontación con algunos Gobiernos contrarios ideológicamente, especialmente en Latinoamérica, una región con la que el Gobierno obradorista prometía buscar la cercanía en sus primeros días.

A pesar de su constante alusión a la ‘Doctrina Estrada’ y su principio escencial de no intervención, el presidente también ha violentado el mismo al criticar públicamente a líderes regionales que no son afines a su progresismo, como la peruana Dina Boluarte o el argentino Javier Milei, con quién recientemente protagonizó un encontronazo diplomático que puso en las cuerdas la relación bilateral con Buenos Aires.

«Se puede ser activo, pero ese activismo debe estar equilibrado con el respeto a los principios en política exterior, y usualmente los presidentes mexicanos tratan de no confrontar. Por eso se dice que ‘México es amigo de todos’. ¿Vale la pena confrontar al Gobierno de Perú o al de Ecuador?», apunta el profesor mexicano, que también remarca la extraña afinidad política que el mandatario presentó con el expresidente Donald Trump, algo que le ganó a López Obrador ciertas «antipatías» en el seno demócrata estadounidense.

Desde el desencuentro diplomático con el Gobierno español encabezado por Pedro Sánchez, uno de sus únicos afines progresistas en Europa, por las solicitudes de perdón por el pasado colonial hasta el más reciente escándalo diplomático con el joven Gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa, lo que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas, López Obrador coleccionó un historial de desentendidos internacionales durante su periodo.

García Aguilar sostiene que, aunque algunos de los conflictos protagonizados por la administración obradorista han sido coyunturas a las que cualquier otro presidente pudo haber estado expuesto, los principios de política exterior mexicana son herramientas de las que AMLO tuvo que haber echado mano para su resolución, cosa que no fue materializada en todo su gobierno:

«Pueden ser coyunturas, pero quizá otros presidentes hubieran reaccionado de diferente manera, es hipotético, pero para eso están los principios. Cuando los presidentes no tienen ni idea, o no quieren comprometerse, sacan los principios, entonces México siempre tiene esa «salida doctrinal».

¿Cuál es el futuro internacional para México?

El Gobierno de López Obrador está a unos meses de terminar, sin embargo, una gran parte de los mexicanos se preguntan: ¿que sigue para el país y su papel en el mundo?

Las campañas electorales, concentradas con razón en temas de urgencia nacional como el combate a la corrupción, la pobreza y la violencia generalizada que azota la vida diaria de millones de ciudadanos, han dejado de lado la agenda internacional y el desarrollo de una estrategia de política exterior que deje entrever como sería el México en el mundo después del complejo sexenio obradorista.

Aunque el último debate, el menos visto de los tres según números oficiales, dio lugar a un pequeño espacio para que la oficialista Claudia Sheinbaum, la opositora Xóchitl Gálvez y el candidato de Movimiento Ciudadano Jorge Álvarez Máynez intercambiaran brevemente sus posturas en materia internacional, sus propuestas no pudieron estar más apegadas a la generalidad.

La candidata de la coalición opositora ‘Fuerza y Corazón por México’ ha prometido romper con el «aislacionismo» de la administración de López Obrador, haciendo especial referencia al impulso económico que podría generar la focalización de esfuerzos en el ‘nearshoring’ y demás oportunidades de inversión extranjera. Sin embargo, Gálvez se ha quedado corta en el diseño de una política más profunda y multidimensional que incluya la diplomacia o el factor político.

IMAGEN DE ARCHIVO: Una fotografía distribuida por el Instituto Nacional Electoral (INE) de México muestra a los candidatos presidenciales sentados, Claudia Sheinbaum (i), Jorge Álvarez Maynez (i) y Xóchitl Gálvez (i) durante un debate televisado antes de las elecciones nacionales del 2 de junio en la Ciudad de México del 7 de abril de 2024. © AFP – FOLLETO / Instituto Nacional Electoral

«Aunque Xóchitl está rodeada de gente que la ha asesorado en esos temas y que ha estado involucrada en asuntos de política internacional, o que fueron cancilleres y que conocen muy bien el rubro, sobre todo las áreas económicas, que son importantes, pero no es lo único», afirma García Aguilar.

La elegida para la continuidad de la Cuarta Transformación ha sido clara en que su agenda en la arena internacional va a estar sustentada en seguir con la actitud empuñada por AMLO, presumiendo de presuntos «logros internacionales» que el país ha conseguido bajo la guía de López Obrador, especialmente en la relación bilateral con Estados Unidos, con quién si se ha conseguido una especial sintonía en materia migratoria y en el combate contra el crimen organizado.

Empero, no ha existido una profundización en las perspectivas futuras de los candidatos para el papel de México en el sistema internacional, dejándolo como un enigma que los analistas mexicanos no han podido descifrar aún.

«No se ha dicho nada acerca de cuál sería la posición de México en temas importantes, como la inminente renegociación del TMEC. Nadie ha dicho nada más que lo general (…) A estas alturas ya sabíamos en otras candidaturas por ensayos o publicaciones que es lo que pensaban hacer en materia, pero hasta ahora, no se sabe nada», dice el académico internacionalista.

Periodistas escuchan el debate presidencial este domingo, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco en la Ciudad de México (México). El tercer y último debate de los tres candidatos presidenciales mexicanos para los comicios del 2 de junio comenzó este domingo con la participación de Claudia Sheinbaum, de la coalición oficialista Sigamos Haciendo Historia; Xóchitl Gálvez, de la alianza opositora Fuerza y Corazón por México; y Jorge Álvarez Máynez, del también opositor Movimiento Ciudadano. EFE – Isaac Esquivel

Por su lado, Álvarez Máynez, por su formación como internacionalista, ha sido el único candidato que ha expresado sus opiniones en torno a conflictos como el de Ucrania y el palestino-israelí, donde ha abogado por un mayor involucramiento de México en el proceso de paz, o en la migración, donde ha prometido que, de llegar a la Presidencia, impulsara la desmilitarización en la frontera sur. Sin embargo, todos sus postulados han rayado en la superficialidad de los debates electorales.

Otro tema de suma relevancia, que no ha sido abordado por ningún candidato hasta la fecha, es la sombra de una posible elección de Donald Trump en Estados Unidos el próximo 5 de noviembre.

«El principal desafío que va a enfrentar, no solo México, pero el mundo en términos generales va a ser la elección de Trump, y no solo su elección, su posible presidencia de 4 años», señala García Aguilar, que además subraya la crisis por el consumo de fentanilo en Washington y las constantes amenazas del ala más conservadora en el Partido Republicano hacia México, barajando una posible intervención militar en suelo mexicano:

«Lo que ven en Estados Unidos es que no hay control, que el Estado mexicano está perdiendo el control sobre su territorio. Bajo la perspectiva de los seguidores de Trump es que México es el responsable por el número de muertes y consumidores (…) Muchas veces AMLO ha negado que haya producción en México, pero últimamente lo ha tenido que aceptar».

Entre conflictos regionales, desentendimientos internacionales y pasividad en el actuar mundial, Andrés Manuel López Obrador se despide de la silla presidencial después de un sexenio de contrastes en política exterior, esbozando una ambivalencia criticable pero única en la historia del país.

Ahora, será turno de la próxima presidenta, o presidente, el encontrar el camino más óptimo para conducir las relaciones exteriores del país latinoamericano, regresando a la ortodoxia de los preceptos constitucionales en política exterior o continuando con la ruptura en los principios impuesta por el mandatario saliente.

Por Maximiliano Pérez Gallardo, con información de medios locales.