Las elecciones generales del 4 de julio en Reino Unido prometen ser un evento decisivo para el futuro político del país. Las encuestas sugieren que el Partido Laborista podría lograr una victoria significativa sobre los conservadores, lo que pondría fin a 14 años de gobierno tory. Este cambio potencial llega en un momento en que el Partido Conservador está muy debilitado, habiendo pasado por tres primeros ministros en los últimos cinco años. Factores como el Brexit, la pandemia de covid-19 y la inflación más alta de Europa han contribuido a su declive.
El desgaste de los tories es evidente y las predicciones apuntan a que podrían obtener un mínimo histórico de 108 escaños, en contraste con los 425 escaños que se proyectan para los laboristas. Este cambio drástico, sin embargo, no es el único fenómeno político en juego. El fortalecimiento de la ultraderecha, representada por el partido Reform UK y su líder Nigel Farage, también está tomando fuerza. Farage, conocido por ser el ideólogo del Brexit y cercano a figuras como Donald Trump, mantiene posiciones que se alinean con la narrativa rusa sobre la guerra en Ucrania.
Estas elecciones generales podrían no solo marcar el fin de una era para los conservadores, sino también indicar un reordenamiento significativo del panorama político británico con el ascenso del Partido Laborista y la creciente influencia de la ultraderecha.