Siete estados tienen las llaves de la Casa Blanca este 2024. Conocidos como swing states, estados péndulo o bisagra, resultan cruciales en la contienda electoral ya que no muestran una inclinación contundente ni para el Partido Demócrata ni el Republicano.
La carrera allí resulta reñida y hasta el último minuto, usualmente por estrecho margen, terminan definiendo al ganador.
Y es que debido al sistema electoral en Estados Unidos, –en el que los ciudadanos no eligen directamente a un candidato, sino a delegados que emiten su sufragio por alguno de los aspirantes a la Presidencia–quien gane en un estado se lleva los votos de todos los delegados, incluidos los emitidos a favor de su contrincante.
Para 2024, Georgia, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Nevada y Carolina del Norte son los estados indecisos que pueden terminar definiendo al jefe o jefa de Estado de la primera potencia, el próximo 5 de noviembre.
¿Por qué hay mayor atención en los estados péndulo o bisagra?
En Estados Unidos no gana el candidato que obtenga mayor cantidad de votos a nivel nacional, como pudimos apreciar, por ejemplo, en las elecciones de 2016; cuando la demócrata Hillary Clinton perdió frente al republicano Donald Trump debido a que el conservador se impuso en estados que le otorgaron mayor número de delegados.
Aunque obtuvo cerca de tres millones de votos más que Trump, la exsecretaria de Estado se quedó a las puertas de convertirse en la primera mujer presidenta en la historia de EE UU porque en medio del sistema de sufragio indirecto, los estados en los que el republicano ganó le dieron más peso en el número de votos electorales obtenidos a través de los delegados.
Hay estados que otorgan un mayor número de estos –según el tamaño de su población–, como Pensilvania, con 20, o Texas, con 38, y otros aportan menos, como Wyoming o Alaska, que solo conceden tres. Muchas veces esos estados indecisos representan un gran peso de votos del Colegio Electoral.
De ahí la clave de los estados péndulo o bisagra. A diferencia de los que son considerados lugares seguros, por su tendencia ya marcada hacia la bancada azul o roja, los estados pendulares concentran mayor atención en la campaña en un intento por arrebatar los votos que hasta el último instante pueden inclinar la balanza hacia uno u otro candidato.
California, Nueva Jersey o Nueva York generalmente tienen una tendencia demócrata en las urnas. Y otros, como Texas o Alabama, optan por el candidato republicano, pero no ocurre lo mismo con los estados péndulo o bisagra, que generan expectativa y sorpresa hasta culminar la contienda.
Por ello, pese a que alrededor de 240 millones de personas están habilitadas para votar este año, solo una fracción de ellas definirán al próximo presidente de EE UU.
¿Por qué varían los estados péndulo o bisagra en cada contienda y cómo se determinan?
Hace cuatro años, fueron nueve los estados péndulo o bisagra En 2024 son siete.
Si bien no existe una definición absoluta de lo que determina a las zonas geográficas en disputa, son sitios que suelen tener estrechos márgenes de votación y se caracterizan por haber dado la victoria, a través de los años, a cualquiera de los dos partidos políticos.
Desde 1992, 30 estados han elegido al candidato del partido político opuesto al que habían votado en las elecciones anteriores, al menos una vez. Y 26 estados ganaron por menos de tres puntos en cualquier votación presidencial desde 1992.
El selecto grupo de estados péndulo o bisagra también resulta de una referencia marcada con respecto a los comicios anteriores.
Para este año, la guía está en los estados que en 2020 votaron por el actual presidente, Joe Biden, y los que eligieron a Trump en 2016, que usualmente son catalogados como estados clave. En la lista figuran Arizona, Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin –también indecisos de 2024– además de Carolina del Norte y Nevada.
Con respecto a 2020, los estrechos márgenes demostraron que en siete estados, cualquiera de los dos candidatos podría haber ganado.
Biden se impuso en seis de los siete estados que están incluidos como bisagra en 2024. Lo hizo por menos de tres puntos de diferencia porcentual frente a su rival, lo que no garantiza que el candidato demócrata de este año logre lo mismo en esos lugares.
Un ejemplo de cómo en esos estados nada está garantizado es la victoria de Biden en Arizona en 2020, la primera vez desde la década de 1990 en que ese estado se inclinó por el candidato demócrata. Lo hizo por un margen ajustado con respecto al republicano.
Los resultados electorales indican que al menos desde 1992, algunos estados han cambiado de preferencia política en la contienda presidencial.
De hecho, en la historia reciente, ese año es recordado como aquel en el que una mayor cantidad de estados cambiaron de afiliación con respecto al partido que habían elegido en los comicios anteriores. Fueron 22 estados los que cambiaron y se le conoce como un año clave de reajuste político, ya que Bill Clinton se impuso frente a George Bush padre al ganar en estados que históricamente, hasta ese momento, habían votado republicano. Entre ellos, California, Colorado o Maryland, que, además, siguieron votando por los demócratas en los años siguientes.
Pero los republicanos también han logrado captar otros estados con importante peso electoral. Florida, que otorga 29 votos electorales, pasó de ser un estado péndulo o bisagra a teñirse de rojo en los últimos años, una tendencia hasta ahora sostenida.
Barack Obama ganó en el estado del sol, tanto en 2008, como en 2012, pero Trump logró la victoria allí en 2016 y 2020. Por ahora, la inclinación sigue siendo conservadora.
No hay respuesta única para ese giro. Sin embargo, la difusión de un discurso estratégico frente a las inquietudes de la población han ayudado a converger a favor de los republicanos.
El discurso orientado a los estados péndulo, clave en la reñida campaña
Con siete swing states y a la vez cruciales para definir quién ocupará la Oficina Oval, la actual vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, y su opositor, el expresidente Donald Trump, despliegan toda su artillería política, mítines y recursos en estas zonas para ganar el voto de los indecisos:
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Arizona
Aunque el estado sureño eligió a Biden en las pasadas elecciones presidenciales de 2020, en la historia reciente ha respaldado al candidato al Ejecutivo del Partido Republicano, incluido Trump en 2016. Ahora, sus 11 votos electorales vuelven a estar en juego.
Al tratarse de un estado fronterizo con México, la inmigración ocupa un lugar central en las preocupaciones de los votantes y, por supuesto, de la campaña. Especialmente, tras el registro récord de los cruces fronterizos, aunque han descendido en los últimos meses.
Trump promete la “mayor deportación de la historia de Estados Unidos” en caso de volver a ocupar la Casa Blanca, mientras Harris advierte contra esa eventual política, al considerarla un “peligro” para el país.
El derecho al aborto también polariza a la población, después de que el pasado mayo fuera derogada la ley de 1864 que establecía una prohibición casi total de la interrupción voluntaria del embarazo, que había sido restablecida un mes antes por el Tribunal Supremo local, con el impulso de los republicanos. Mientras Harris aboga por los derechos reproductivos, el político conservador acusa a los demócratas de permitir el aborto para “ejecutar” niños, como lo hizo en el pasado debate del 10 de septiembre.
¿Cuál discurso tendrá mayor peso en las elecciones de este año?
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Pensilvania
En este estado péndulo, que otorga 19 votos del Colegio Electoral, la mayor cantidad entre todos los estados péndulo de este año, la economía marca un asunto crucial. Y es que aunque el tema financiero preocupa a todos los estadounidenses, el precio de los alimentos ha aumentado más rápidamente en esta zona que en cualquier otro estado del país, según el proveedor de inteligencia de mercado Datasembly.
En términos generales, la alta inflación se redujo gradualmente y los índices económicos señalan que la economía estadounidense ha mostrado un fuerte crecimiento como una creación de empleo sostenida desde que Biden asumió el cargo.
Sin embargo, el alto costo de vida podría perjudicar a Harris en este y otros estados, después de haberse disparado bajo la Administración actual, como resultado de diversos factores, incluidos los coletazos comerciales de la pandemia del Covid-19 o los daños en las cosechas de alimentos, tanto por sequías severas, como por tormentas.
Pensilvania votó por el candidato demócrata desde 1992 hasta 2012, pero en 2016 dio un giro al lado republicano cuando respaldó a Trump, en momentos en que su discurso populista caló en muchos votantes blancos de clase trabajadora, que representan allí cerca de la mitad de la población apta para votar y que el exmandatario busca volver a conquistar. ¿Lo logrará este año?
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Nevada
El discurso y las promesas en materia económica también resultan fundamentales en este estado péndulo, aun cuando solo representa seis votos electorales, una menor cantidad en comparación con el resto de territorios bisagra.
Es el estado con la mayor tasa de desempleo del país, con alrededor de 5,1%, según los más recientes datos oficiales del Departamento de Empleo, Capacitación y Rehabilitación de Nevada.
El candidato republicano promete una agenda de impuestos más bajos en todos los ámbitos y menos regulaciones y la aspirante presidencial demócrata apuesta por fortalecer la clase trabajadora del país. Además, en un mitin, justamente en Las Vegas, prometió subir el salario mínimo si gana la Presidencia.
Aquí los demócratas cuentan con una ventaja: Nevada tiene una de las mayores poblaciones no blancas del país, alrededor de 40% de los votantes son de origen latinoamericano, afro o asiático-estadounidense, grupos en los que Harris cuenta con mayor respaldo, pero las preocupaciones económicas también pueden jugar a favor del republicano.
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Georgia
Un tercio de su población es afroamericana, una de las mayores del país, y se cree que este grupo demográfico fue decisivo para que Biden ganara en ese estado en 2020.
Aunque la prensa local reportó previamente desilusión entre los votantes afro de este estado frente a Biden, la entrada de Harris a la contienda parece estar reavivando el apoyo de ese electorado.
La campaña de Harris-Walz presiona fuerte para ganar nuevamente, mientras que el Partido Republicano se moviliza para ganar bloques de votantes esenciales en lugares como el área metropolitana de Atlanta.
Este también es el estado al que pertenece la ciudad de Fulton, donde las falsas denuncias de Trump sobre un supuesto fraude electoral en las elecciones de hace cuatro años llevó al republicano a uno de sus cuatro procesos penales. Los 16 votos electorales de este estado son clave para cualquiera de los dos candidatos.
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Michigan
En este estado péndulo, que aporta 15 votos del Colegio Electoral, la guerra en Gaza marca uno de los mayores intereses para gran parte de los votantes. Y es que Michigan tiene la mayor magnitud de árabes-estadounidenses del país, un grupo demográfico cuyo apoyo a Biden ha estado en riesgo por su respaldo a Israel.
De hecho, quedó demostrado en las elecciones primarias del pasado febrero, cuando más de 10.000 ciudadanos marcaron en las papeletas la opción de votantes “no comprometidos”, en una forma de protesta para que Washington detenga su ayuda militar a Israel.
Kamala Harris se ha mostrado más dura en sus declaraciones contra las hostilidades en el enclave palestino, aunque mantiene el discurso general del Gobierno de respaldo a Israel. Trump, –recordado por sus cercanos vínculos con la Administración de Benjamin Netanyahu durante el tiempo en que gobernó, trasladando incluso la Embajada de EE. UU. de la ciudad de Tel Aviv a Jerusalén, disputada como su capital, tanto por palestinos, como por israelíes– ha pedido en la actual campaña al Estado de mayoría judía que acabe su ofensiva contra Hamás, pero que «lo haga rápido».
Michigan votó durante dos décadas por el candidato presidencial demócrata hasta que eso cambió en las elecciones de 2016 cuando optó por Trump debido en gran medida a que logró atraer a los votantes blancos de la clase trabajadora. Ahora, una vez más, su preferencia no puede darse por sentado.
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Carolina del Norte
Carolina del Norte, que entrega 16 votos electorales, comparte algunas de las mayores preocupaciones con su estado vecino: Georgia, y también con Arizona, como la inmigración y la economía.
Hasta el pasado junio, cuando Biden seguía en la apuesta por la reelección, las encuestas mostraban que Trump se imponía frente al demócrata por al menos dos puntos.
Pero eso ha cambiado tras la entrada de Harris a la contienda para reemplazar al actual presidente y la pugna se ha vuelto más reñida y complica las cuentas.
Los datos de las encuestas muestran que el electorado demócrata se ha revitalizado y que ahora el estado está empatado. Parte de ello se debe a que aproximadamente el 20% de los habitantes de Carolina del Norte son negros. Un punto relevante, pues el aumento de la participación de los votantes afroamericanos ayudó a Barack Obama a ganar el estado en 2008.
El desafío permanece. Desde 2008, con Obama, no gana allí el aspirante presidencial demócrata. Y en las más recientes elecciones de 2020 se impuso Donald Trump, pero lo logró por poco más de 70.000 votos, lo que ha alentado aún más las esperanzas de los demócratas de que puedan obtener la victoria en ese estado este año. Entra así al juego clave, en una reñida pugna por la Casa Blanca.
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Wisconsin
De la importancia de este estado indeciso, que otorga 10 votos electorales, no queda la menor duda.
“Si ganamos Wisconsin, ganaremos todo”, sostuvo Trump durante la Convención Nacional Republicana del pasado julio, que precisamente se celebró en ese estado, en la ciudad de Milwaukee.
Todo cuando, paralelamente, Harris hacía campaña en la misma urbe. Desde allí apareció en vivo la líder de 59 años, mientras su bancada la nominaba formalmente como la candidata del partido.
Wisconsin es “la tierra de los que se muerden las uñas”, describió el presidente del partido estatal demócrata, Chair Ben Wikler. No es para menos, allí el voto se ha definido por menos de 1% en casi todas las elecciones presidenciales de este siglo. Y cuando 20.000 votos pueden inclinar la balanza en un estado de alrededor de 6 millones de habitantes, cualquier grupo de votantes puede marcar la diferencia.
Harris espera que Wisconsin la ayude a restaurar el llamado «muro azul» de los demócratas –como se conoce a ese estado, junto a Michigan y Pensilvania– mientras que Trump apunta a derribarlo, como lo hizo en las elecciones que lo llevaron a la Casa Blanca en 2016.