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1.000 días de guerra en Ucrania

por Avatar France24

Mil días de guerra en Ucrania, mil días de guerra en Europa. El 24 de febrero de 2022, el gobierno ruso liderado por Vladímir Putin sorprendió al mundo anunciando que las fuerzas militares del Kremlin habían traspasado la frontera oriental ucraniana para emprender una controvertida «operación militar especial», como aún describe a la invasión Moscú.

Desde ese día, el mundo se sumió en una nueva guerra en suelo europeo.

El acercamiento desmedido de la OTAN a Kiev y las pretensiones geopolíticas de Moscú chocaron hace mil días dentro de Ucrania y las consecuencias siguen siendo palpables tras casi tres años del inicio de las hostilidades.

A mil días del inicio de la guerra en Ucrania, alrededor de 10 millones de ucranianos han sido desplazados de sus hogares, con 6,7 millones de ellos buscando refugio en otros países del Viejo Continente.

Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), Rusia es el país que alberga más refugiados ucranianos por la guerra, con 1,2 millones de desplazados en sus fronteras.

En el frente de batalla, las estimaciones de pérdidas militares varían debido al enigma que se presume existe en ambos lados de las trincheras, aunque los números en varios de los reportes pueden superar los cientos de miles de muertos. El coste civil también ha sido caro: al menos 11.743 civiles asesinados en Ucrania, según datos de Naciones Unidas.

Sur cette photo prise et diffusée par les services d'urgence ukrainiens le 18 novembre 2024, des sauveteurs travaillent sur le site d'une attaque russe à Odessa.

En esta foto tomada y difundida por los servicios de emergencia ucranianos el 18 de noviembre de 2024, socorristas trabajan en el lugar de un ataque ruso en Odessa, Ucrania. Foto: AFP

Humanitariamente, la situación no mejora dentro de Kiev. Según la ONU, alrededor de 40% de la población ucraniana depende totalmente de la ayuda humanitaria internacional, al tiempo que la OCHA hizo un llamado a la comunidad internacional para recaudar alrededor de 4.000 millones de dólares en asistencia humanitaria para las víctimas del conflicto.

Dentro de Moscú, la guerra no se siente como Occidente esperaba. El esquema de sanciones internacionales y embargos a las exportaciones de gas, petróleo y otros productos no tuvo el efecto esperado dentro de la economía rusa, que se ha mantenido relativamente estable gracias a los vínculos comerciales con mercados alternativos, como China e India.

Además, la victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses del pasado 5 de noviembre alteró el panorama del conflicto a corto plazo.

Ucrania, apresurada y necesitada de ayuda, y Rusia, que avanza con rapidez buscando solidificar sus cartas de negociación, llegan a los 1.000 días de un conflicto encarnizado, con un crudo pasado e incierto futuro.

En el mundo todavía surge una pregunta: ¿cómo y cuándo será el fin de la peor guerra en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial?

La administración Biden pisa el acelerador ante el regreso trumpista

A dos meses de su salida de Washington, el actual presidente estadounidense, Joe Biden, aprieta a contrarreloj para que toda la asistencia militar, ya aprobada por el Congreso, que no haya sido entregada a Kiev, salga en rumbo a asistir a la defensa de Ucrania. Sin embargo, Biden también tomó la que podría ser una de las decisiones más importantes en lo que va de la guerra.

Este 17 de noviembre, medios estadounidenses reportaron que Biden dio «luz verde» al Ejército ucraniano para el uso de misiles de larga distancia, suministrados por Washington, en contra de territorio ruso. Washington aún no ha oficializado la decisión y el hermetismo se mantiene dentro de la Casa Blanca.

Los reportes sobre la decisión de Biden fueron celebrados por el Gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski, aunque este último mencionó que «los ataques no se hacen con palabras», vaticinando que, si los reportes son reales, «los misiles hablarán por sí solos».

Empero, desde el Kremlin condenaron la decisión del presidente estadounidense como «imprudente», advirtiendo que podría significar un nuevo nivel en el involucramiento de Estados Unidos, y la OTAN, en la guerra.

Sin embargo, algunos expertos afirman que la movida, más que ser de carácter ofensivo, tiene el objetivo de dotar a Ucrania con las mayores condiciones militares posibles para entrar a una hipotética negociación de paz con mejores cartas.

«Parece que Rusia escalará en los próximos dos meses antes de la Presidencia de Trump y las probables negociaciones. Así que Ucrania necesita poder golpear a mayor distancia para hacer mella en la capacidad ofensiva de Rusia», dijo Timothy Ash, investigador asociado del programa sobre Rusia y Eurasia de Chatham House, para el canal qatarí Al Jazeeraquien avisó que Putin «querrá negociar límites a las capacidades militares de Ucrania».

Con los misiles aún resguardados y sin ser lanzados, por ahora, los esfuerzos de la actual Administración demócrata en Estados Unidos parecen apuntar más a dotar a Ucrania de una fuerza negociadora que le permita salir bien parada de una posible resolución diplomática, ya avanzada – al menos en el discurso –, por el próximo inquilino de la Casa Blanca.

Los avances rusos contrarrestan los sueños de victoria en Kiev

Fuera de las hipótesis y las intenciones políticas de las asistencias, en el terreno, Rusia continúa penetrando en las defensas ucranianas en el este del país. Después de mil días, la embestida bélica de Moscú continúa en la región del Donbass, con Vuhledar, al sur de Donetsk, siendo el último poblado que cayó en manos de las fuerzas rusas a principios de octubre.

Los avances rusos se han potenciado en el último mes. Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, el Ejército de Moscú se ha hecho con el control de unos 414 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano solo en octubre, lo que representa el mayor avance de las fuerzas rusas en Ucrania desde verano de 2022, meses después de iniciado el conflicto.

Además, Zelenski ya ha avisado que cuenta con información que muestra indicios de la existencia de un plan en Moscú por intensificar el empuje en la región ucraniana de Zaporizhia, donde se encuentra la mayor central nuclear de Europa y ha estado bajo control ruso desde poco después del comienzo de la invasión.

En los mil días de guerra, Ucrania ha emprendido dos intentos de contraofensiva y una incursión terrestre dentro de filas enemigas. Las primeras dos fracasaron estrepitosamente, a pesar del considerable apoyo económico y militar de Occidente, pero la segunda tuvo frutos que podrían ser vitales en el futuro.

Desde agosto, las fuerzas de Kiev controlan grandes partes de la región rusa de Kursk, donde los combates han sido intensos, previniendo que Moscú pueda expulsar a los soldados ucranianos de su territorio. Ante la resistencia ucraniana, el Kremlin habría desplegado a más de 10.000 soldados norcoreanos en la zona, según informes de inteligencia surcoreana, británica y estadounidense.

En el papel, la resistencia en Kursk tendría el objetivo de distraer al frente ruso en el este ucraniano para entorpecer su avance. Aunque ese no ha sido el efecto, Rusia tiene estacionados a 50.000 efectivos militares en las cercanías de Kursk, según reveló el Gobierno ucraniano.

¿El fin de la guerra en Ucrania se asoma en el horizonte?

Mil días después del conflicto, el cese de las hostilidades dentro de Ucrania al fin parece factible, aunque el coste sea una mediación marcada por la figura de Donald Trump.

El 16 de noviembre, días después de la elección del republicano, Zelenski mostró su disposición a encaminar la guerra a una solución diplomática.

«Por nuestra parte, debemos hacer todo lo posible para que esta guerra termine el año que viene, termine por medios diplomáticos», dijo el presidente ucraniano en una entrevista telefónica, en uno de los tonos más pacíficos que se le recuerden desde el inicio de las hostilidades.

Sin embargo, el presidente ucraniano, con motivo de los 1.000 días del inicio de la guerra, compareció nuevamente este martes ante el Parlamento Europeo, al que pidió una vez más ayuda militar.

Por una videollamada desde Kiev, Zelenski dijo a los legisladores de la UE: «no debemos temer hacer aún más ahora» para tratar de poner fin al conflicto. «Putin está enfocado en ganar esta guerra. No se detendrá por sí solo. Cuanto más tiempo tiene, peores se vuelven las condiciones», dijo.

La llegada de Trump a la Casa Blanca parece haber cumplido la profecía de los analistas al haber cambiado el panorama dentro de Ucrania. En su campaña, el ahora presidente electo se jactó de ser capaz de dar fin a las hostilidades entre Kiev y Moscú en 24 horas, aunque no reveló ni cómo, ni a que costo. 

Trump, ferviente crítico del amplio apoyo militar otorgado por la administración Biden a Kiev – que ya supera los 100.000 millones de dólares –, ha dejado ver que, aunque cree en una solución diplomática para el conflicto, piensa que Kiev tendrá que ceder ciertos territorios ocupados por las fuerzas rusas para consumar un acuerdo de paz. Algo que, antes de la llegada de Trump, Ucrania rechazaba totalmente.

«Esto fue en parte un guiño en la dirección de Trump, lo que indica la voluntad de Ucrania de participar en posibles esfuerzos de mediación con la mediación de Estados Unidos. Pero también fue una aceptación de que las perspectivas a largo plazo de Ucrania en la guerra han sido sombrías durante algún tiempo.», escribió Stefan Wolff, catedrático de Seguridad Internacional en la Universidad de Birmingham, para la revista ‘The Conversation’.

Putin es enfático en que, para llegar a un acuerdo diplomático, el Gobierno de Zelenski debe ceder cuatro regiones que el Kremlin alega controlar: DonetskLuganskZaporizhia y Jersón.

Algunos mandos ucranianos continúan sin levantar el dedo en el renglón sobre el mantenimiento de dichas regiones y, yendo más allá, pidiendo el respeto de la delimitación territorial ucraniana de 1991 que, en el papel, le devolvería a Kiev la península de Crimea, anexada por Rusia en 2014.

Aunque el ímpetu oficialista por rechazar un desmembramiento territorial continúa, la ciudadanía ucraniana parece empezar a estar resignada al posible futuro de su país.

Según una encuesta realizada por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, 32% de los ucranianos encuestados aceptarían la paz aunque eso significara ceder territorio. Hace un año, solo 14% de los encuestados decían lo mismo.

«Una Ucrania sin ucranianos ya no es Ucrania. Así que me parece que merece la pena… comprometerse en algo, aunque eso signifique perder territorio», sentenció Olena Hurska, ucraniana y viuda por el conflicto, para Reuters.

Los acercamientos diplomáticos de Olaf Scholz, canciller alemán, con Putin, y la nueva apertura que significa la llegada de Trump al poder en Washington ponen en un muy posible ocaso las hostilidades entre Ucrania y Rusia, que, mil días después, los ucranianos ansían que se encaminen a terminar, de una u otra manera, en los próximos meses.