Cuando Adam Weiss llegó a un teatro de Nueva York para ver un musical de Broadway, quedó helado al enterarse de que tendría que guardar bajo llave su teléfono móvil.
El equipo de Freestyle Love Supreme, una comedia de improvisación cocreada por el aclamado actor y compositor de origen puertorriqueño Lin-Manuel Miranda, también autor de Hamilton, requiere que el público coloque sus teléfonos en una funda con un bloqueo especial durante el espectáculo.
«Es un poco como que me saquen una parte de mí», dijo Weiss, de 39 años de edad.
Pero una vez que comenzó el show, sus preocupaciones sobre lo que podía perderse del mundo en línea desaparecieron.
«Una vez que no lo tuve, ya no pensé más en ello», contó a la AFP.
La experiencia de Weiss es parte de una tendencia creciente en conciertos, obras de teatro e incluso exposiciones de arte. Se requiere al público no solo que apague sus teléfonos, sino que queden inutilizables por un rato.
La cantante pop Madonna y el comediante Dave Chappelle están entre los artistas que han adoptado el sistema Yondr.
Funciona así: al llegar a un auditorio o un teatro, el personal colocará el celular de cada integrante del público, silenciado, en una funda que es trancada con cierres magnéticos.
La única manera de abrir la bolsa es ir hasta un aparato que la destranca y que está ubicado en áreas específicas para la utilización de teléfonos.
El objetivo es reducir distracciones molestas para artistas y espectadores provocadas por los móviles. Además, que las audiencia se involucre más y proteger la escenografía y el contenido de la obra de filtraciones en línea.
Para el actor Andrew Bancroft, de Freestyle Love Supreme, la ausencia de flashes de los teléfonos móviles hace que la audiencia esté más atenta y que el espectáculo sea mejor de una manera general.
«Existe este sentimiento estos días de ¿me estoy perdiendo algo?», dijo al reflexionar sobre la adicción de la sociedad a los celulares. «No estás aquí ni allá. No estás totalmente en ningún sitio», agregó.
Considerando la naturaleza efímera de los espectáculos improvisados, que pueden implicar participación del público y tienden a la vulnerabilidad y la profanidad, evitar posibles grabaciones telefónicas permite a los actores ser más auténticos, y a las audiencias involucrarse más con ellos, dijo.
«Queremos tener libertad total porque eso es lo que lo hace tan peligroso y excitante», dijo el actor de 41 años de edad. «Nos protege de una manera que nos permite realmente ir allí y sorprender a la gente», aseveró.
«Pero creo que eso es secundario a sentarte con quien viniste, y realmente tener tus ojos, tus oídos y tu corazón abierto en este mismo momento», concluyó.
«Demasiada información sensorial»
Cuando comenzó a proponer su idea en San Francisco, el fundador de Yondr, Graham Dugoni, inicialmente halló resistencia a su plan.
Pero siguió creyendo que su start-up fundada en 2014 es necesaria para ayudar a las personas a moverse en la era digital de una manera que no erosione todo el significado en sus vidas.
«Las personas necesitan tener cierta expectativa razonable de privacidad, incluso en la esfera pública», dijo a la AFP.
Para él, es muy importante que el artista tenga un lugar seguro para actuar. También que los fans disfruten de involucrarse en algo.
En un nivel más filosófico, Dugoni dijo que hay un sentimiento de base de que cuanto más fácil se torna algo en la vida, más vacío queda de significado.
Hoy, este presidente de empresa ha renunciado a vivir con un smartphone. Se comunica con un viejo teléfono celular plegable, porque sentía que tenía «demasiada información sensorial».
«Una adicción real»
La Filarmónica de Nueva York está probando el sistema Yondr, y una instalación de escucha en el Museo de Brooklyn también requiere guardar bajo llave los móviles.
Además de en espectáculos, Dugoni dijo que Yondr es usado en escuelas para ayudar a los estudiantes a concentrarse. Incluso en fiestas de casamiento, donde las parejas prohíben los móviles para alentar a los invitados «a simplemente estar ahí y no estar mirando sus pantallas cada dos segundos».
«Lo que más escuchamos es que hace una diferencia en la energía del lugar», dijo.
Meredith Weiss, que asistió al show de Broadway Freestyle Love Supreme con su marido Adam, dijo que sintió la obligación de desprenderse de su teléfono como un alivio.
La única inquietud de esta madre de 39 años de edad era que la niñera la llamara.
«No tuve tiempo de advertir a la niñera de que no tendríamos nuestros teléfonos», dijo.
Bancroft es un defensor del sistema Yondr, tanto como artista como espectador.
«Cada tanto la gente dice que extrañó su teléfono. Para nosotros, eso es un poco divertido, pero también señala que tenemos una adicción real en nuestra sociedad», dijo.
Bancroft se ríe de lo que mucha gente parece querer mostrar una foto «para probar que estuve aquí; sacarle una foto a (Lin-Manuel) Miranda y mostrar que valgo un poquito más de lo que realmente valgo».
«Yo también soy culpable de eso. Digo: ‘Genial, luego publicaré esto’ y a veces ni siquiera lo hago», admitió.
«¿Entonces para qué gasté 15 segundos de este momento bellísimo filmando un video que nunca miraré?», finalizó.
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