ENTRETENIMIENTO

Y la categoría es… Las criadas se rebelan para desdibujar estereotipos

por Avatar Alba Freitas

Un vestidor de lentejuelas rosadas se exhibe imponente en el centro del escenario del Espacio Plural del Trasnocho Cultural. Las joyas, el maquillaje, los sombreros,  los abrigos de piel y los tacones reposan sobre su delicada superficie de terciopelo blanco como símbolos de feminidad. Detrás de los telones oscuros del recinto salen cuatro criadas en uniformes mejorados con coloridas colas de tul que rozan el suelo al son de su taconeo. Los plumeros y los guantes de limpieza amarillos generan un contraste notorio con la manera de caminar de los actores: desfilan por el escenario y se adueñan del lugar. Uno de ellos toma un micrófono del vestidor, sonríe con sus labios pintados de rojo y sus cejas maquilladas: Y la categoría es… Criadas.

Con brillo, tacones, encaje y mucho maquillaje el elenco conformado por Luis Vicente González, Aisak Ovalle, Rohan Montilla y Luis Ledrick González comienza a bailar al mejor estilo de los ballroom, un espacio de liberación y expresión para la comunidad LGTIBQ+. Inmediatamente después comienza la obra de Jean Genet Las criadas (1947), una pieza emblemática para el teatro universal que marcó este arte en el siglo XX.

Las criadas

Parte de los implementos que están en el vestidor | Foto Cortesía

La historia comienza con un juego de roles. Vicente, en el papel de Claire, habla con su hermana Solange, interpretada por Ovalle, como si fuera la señora de la casa. El mismo trato soberbio, distinguido y característico de la burguesía francesa del siglo XX se hace presente sobre las tablas con algunas expresiones características de las Drag Queen. Una pieza clásica que hilvanó con inteligencia la realidad y discriminación a la que se enfrenta la comunidad.

“El collar, búscame el collar pero mantén tus dedos lejos de mí. Tu contacto es inmundo”, le dice Claire a Solange imitando, en su juego de roles, el trato que la señora le da a sus criadas. Así, de esta forma, por medio de una puesta en escena llamativa, musicalizada al mejor estilo de los ballrooms y actuaciones bien construidas, ambas hermanas cumplen un juego que transmite un mensaje de inconformidad del novelista, poeta y dramaturgo francés hacia las convenciones sociales.

Las criadas

Una de las criadas de la pieza | Foto Cortesía

Dirigida por la directora artística de la Fundación Rajatabla y especialista en puesta en escena Marisol Martínez, la rebelión de Las criadas + llegó al Trasnocho Cultural para una cuarta temporada. Con una interpretación diferente que busca alzar la voz por las minorías y lograr la inclusión de la comunidad LGTBIQ+, la pieza se presentará durante seis funciones.  A partir del 5 de mayo hasta el domingo 14 de mayo, viernes a las 7:30pm, y sábado y domingo a las 7:00pm.

El desprecio

La historia de las criadas Claire y Solange podría, fácilmente, ser la realidad de cualquier miembro de la comunidad LGTIBQ+ que, actualmente, todavía se enfrenta a una sociedad que se niega a reconocerlos. Se niega a mirarlos. El deseo de ambos personajes queda de manifiesto en cada uno de los diálogos donde, además, llama la atención el desprecio exacerbado con el que se trataba en la época a las criadas. Ambas hermanas siguen, bailan, se arreglan y se prueban los vestidos: no desean la riqueza de su señora (interpretada por Antonio Urdaneta). Tampoco desean sus joyas o sus abrigos, no. Desean su belleza, su femineidad.

“La obra se va contando a través de los signos propios de la comunidad. El drama es tan fuerte y contundente que va emergiendo poco a poco. Primero se ve un juego de roles, de ser quienes no son, de disfrazarse, de aspirar a que las miren como miran a su señora. Yo  conecté esta trama de Genet con lo masculino que quiere ser femenino. Todo se fue hilvanando solo para conectar estas dos ideas”, explica la directora Marisol Martínez.

Las criadas

Vicente como Claire | Foto @gleybert

El juego de roles se detiene abruptamente y los actores en escena bromean con el público tras romper la cuarta pared: “Les pediremos entonces que salgan y vuelvan a entrar. Solange se equivocó de frase, eso no era lo que venía”, explican. Retoman su juego de interpretar el papel de aquello que desean ser hasta que una alarma rompe la dinámica. Cansadas por nunca poder llegar al final de su juego de roles, pasan a la siguiente escena de la obra. “Y la categoría es…  pelea de hermanas”, se anuncia al público.

Dividir los momentos de la historia por categorías semejantes al ballroom fue un añadido que Marisol Martínez le dio a su interpretación de Genet, un autor que no separó el texto por escenas. “Es una obra gigante, completa. Cada vez que como directora identificaba una situación dentro de la obra, lo convertí en una categoría. Cuando va a cambiar la escena, los actores te lo anuncian. El añadido de la obra fue mi dramaturgia escénica”.

Las criadas

Ovalle como solange | Foto @gleybert

Así, entre bailes característicos de este movimiento cultural surgido en Nueva York que tuvo su auge en los años 70 y 80, se va contando la historia. Detrás de todo ese brillo y glamour se dibuja el verdadero drama: las hermanas denunciaron al esposo de su señora con la policía a través de cartas anónimas. El señor de la casa terminó en la cárcel por su culpa y ahora temen que la señora se dé cuenta de lo que hicieron. Desesperadas, entre peleas y desacuerdos, arman un plan un poco ingenuo para librarse de las represalias: asesinar a la señora. Sin embargo, no todo sale como lo planeado.

Justicia social e igualdad

Las criadas + es una de esas piezas que Marisol Martínez tenía en su lista de obras que le gustaría trabajar. Como experta en puesta de escena a lo largo de su amplia trayectoria ha intentado conectar los grandes clásicos del teatro con el público actual. Eso es lo que le interesa. Al estudiar la pieza de Genet se percató de que en el siglo XX muchos paradigmas cambiaron, se rompieron y se abrieron. Sobre todo para las minorías.

Fue una época que abrazó la filosofía de inclusión y justicia social, algo con lo que se siente identificada. “Fue ese momento en el que hice clic con este autor, un autor bastante de ruptura, muy polémico, de las calles. Un autor que estuvo preso, que habla en nombre de la opresión y la gente que es mal vista”.

La señora con sus criadas | Foto Cortesía

De inmediato conectó el trabajo de Genet con la comunidad LGTBIQ+ y decidió darle la vuelta al proyecto: hablar en pro de estas minorías que son discriminadas, invisibilizadas, apartadas y mal llamadas sin conocerlas. Usar esa historia de dos personajes que se sienten oprimidos, invisibles, mal vistos al servicio de una sociedad que los mal usa. “Creo que fue un momento para hablar de ellos y quisimos invitar a los artistas de la comunidad LGTIBQ+ a ser vistos desde un escenario teatral y desde sus talentos. Normalmente los artistas de la comunidad son integrales, cantan, bailan y actúan. En este caso tienen un texto muy exigente como el de Genet”, explica.

La señora de la casa Foto @gleybert

Fue un reto, sí. Para conseguir un buen resultado se tuvo que enfrentar y conocer la realidad de una comunidad que todavía no se ha dado a conocer totalmente. “La manera en que los tratan, la discriminación a la que se deben enfrentar para ser quienes son… A lo largo del proceso de ensayo yo me fui involucrando, entendiendo, y eso me pareció muy importante porque la idea es que la gente que viene como espectador se vaya con algo más que una pieza de teatro. Queremos que se vayan con este mensaje de inclusividad, justicia social. Tenemos interés por la igualdad humana. Creo que a través de proyectos así estamos colaborando con eso”, reflexiona.

Desdibujar la sociedad

Genet dio un paso al plantear esta obra que, desde su inconformidad por la sociedad que lo rodeaba, alzó la voz por las minorías. Ahora, Martínez da otro paso más al llevar a escena una pieza que exalta lo femenino desde lo masculino, un contraste diferente y poco usual que busca exaltar la belleza. Para ella, la obra transmite el mensaje de desdibujar lo impuesto por la sociedad. Desea romper con unas leyes que se escribieron hace un siglo y están llenas de prejuicios ante las personas que son diferentes.

“La pieza se desarrolla en Francia en un momento en que la clase obrera se da cuenta de que no tiene por qué seguir siendo explotada. Se dan cuenta de que trabajar de criada o cualquier otro empleo es un oficio que tiene que ser reconocido y respetado. Habla de las luchas de clases y la inconformidad”, añade.

Las criadas

Vicente como Claire | Foto @gleybert

Alzar la voz con este clásico del teatro por medio de miembros y artistas de la comunidad LGTBIQ+, admite, le ha traído comentarios de todo tipo. Hay quienes aplauden su trabajo de pie, hay otros a quienes no les gusta por “este mismo tabú y rechazo”, explica. También hay comentarios de personas a las que les parece irreverente la pieza. El trabajo está hecho e incluso recibió 2 nominaciones a los premios de la  Asociación Venezolana de Crítica Teatral (Avencrit) como Mejor Actor Principal a González y Ovalle. Logró, además, hacerse con el premio al Mejor Vestuario.

“La obra es muy estética. Estoy enamorada de esta ambigüedad que da lo masculino y lo femenino mezclados, es algo diferente a lo que estamos tan acostumbrados a mirar como belleza. Eso es algo que da la pieza”, revela.

Solange, la hermana más prudente | Foto Cortesía

Sin distinciones

Tras tres temporadas exitosas y el inicio de una cuarta, el equipo de Las criadas + no se imaginaba que llegaría a tanto aunque sí aspiraban a lograrlo. Como directora, Martínez siempre aspira a que una pieza se represente más de 5 veces. Se cuestiona: ¿por qué no se puede estar seis meses en cartelera? Son obras que pueden estar hasta un año en cartelera, cree.

Sin embargo, la realidad que afecta a todo el gremio teatral es otra y Las criadas no escapa del fenómeno: a veces se presentan a sala llena, otras veces solo hay 10 personas en el público. “El público que tenemos no sé si es muy exigente o si es muy minimalista; o si es de esos que piensan ‘de lo bueno, poco’. No sé ni cómo definirlo pero creo que no nos imaginábamos tener tantas temporadas. Este es un espectáculo que está aquí. Lo puedes ver también gracias al apoyo de la embajada de Francia en su interés de difundir su propia cultura”.

Las criadas | Foto @gleybert

El Estado debería estar tan interesado, como la Embajada de Francia, en promover el teatro venezolano, dice. Martínez se cuestiona por qué los intereses y la dramaturgia en el país no tienen apoyo ni financiamiento. Así los hacedores de teatro podrían cumplir la tarea de rescatar al público y lograr la relación público-arte que sustente su oficio.

Preguntada sobre el lugar que ocupa la comunidad LGTIBQ+ en los grandes clásicos del teatro, Martínez no duda en responder que, para ella, ni siquiera debería haber una distinción entre los artistas. “La comunidad no solo tiene espacio en los clásicos del teatro sino que además pienso que no deberíamos hacer distinción. Eres un actor y punto. No importa tu color de piel o tus preferencias. Los personajes están hechos para ser interpretados por artistas. No debería haber distinción o clasificación. Si tienes talento, entras en mi casting, esa es mi búsqueda y mi lucha en el teatro”.