Finalmente, luego de unos días de incertidumbre, Woody Allen dijo presente en el Festival de Venecia este fin de semana para el estreno mundial de Coup de Chance, un thriller romántico que se convirtió en su largometraje número 50 y, según dejó entrever en su discurso, el último de su extensa carrera.
La película en francés representa el continuo abrazo mutuo entre el director y el continente europeo, después de que las controversias debido a las denuncias de abuso sexual que recibió Allen por parte de su hija Dylan Farrow limitaron su financiación en Estados Unidos. Estos hechos también explicarían la razón por la que el cineasta esté pensando en retirarse: Allen dice que producir una nueva película significa esforzarse por conseguir financiación y, a sus 87 años, no está seguro de querer seguir haciendo ese tipo de trabajo.
“Tengo tantas ideas para películas que estaría tentado a hacerlas, si fueran fáciles de financiar”, le dijo a Variety durante el fin de semana. “Pero más allá de eso, no sé si tengo la misma energía para salir y pasar mucho tiempo recolectando dinero”.
Durante la entrevista, el director habló de las acusaciones de su hija y también se refirió al movimiento feminista. En ella aseguró que él siempre apoyó la igualdad entre hombres y mujeres y que en sus películas todos fueron tratados de la misma manera desde el comienzo y obtuvieron iguales salarios por iguales condiciones de trabajo.
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“La situación ha sido analizada por dos importantes organismos de investigación. Y ambos, después de largas y detalladas investigaciones, concluyeron que no había ningún mérito en estas acusaciones”, dijo sobre la denuncia de Dylan. “El hecho de que perdure la historia siempre me hace pensar que tal vez a la gente le gusta la idea de que perdure. Tal vez hay algo atractivo para la gente. Pero, ¿por qué? No sé qué se puede hacer aparte de que lo investiguen, cosa que hicieron muy meticulosamente”, añadió en su defensa. “Hablaron con todos los implicados y ambos organismos llegaron exactamente a la misma conclusión”, aseguró el director, además de afirmar que no tiene diálogo con su hija ni con su hijo, Ronan.
El director también alegó que los movimientos feministas deberían reconocer su trabajo. “Hace años dije que debería haber sido un ejemplo para el movimiento #MeToo”, sostuvo. “Y la verdad es que es cierto. He hecho 50 películas. Siempre he tenido muy buenos papeles para mujeres, siempre he tenido mujeres en el equipo, siempre les he pagado exactamente lo mismo que a los hombres. He trabajado con cientos de actrices y nunca, nunca he tenido una sola queja de ninguna de ellas en ningún momento. Ni una sola ha dicho nunca: ‘Trabajando con él, era malo o me acosaba’. Eso no fue un problema. Mis editoras han sido mujeres. No tengo ningún problema con eso. Nunca se me ha pasado por la cabeza. Contrato a quien creo que es bueno para el papel. Como he dicho, he trabajado con cientos de actrices, actrices desconocidas, estrellas, actrices de nivel medio. Ninguna se ha quejado nunca y no hay nada de lo que quejarse”, remarcó.
Por último, el director de Manhattan se refirió a la cultura de la cancelación, tan vigente hoy en día. “Me parece una tontería. No pienso en ello, no sé lo que significa ser cancelado. Sé que a lo largo de los años todo ha sido igual para mí”, manifestó. “Yo hago mis películas, lo que ha cambiado es la presentación de las mismas. Yo trabajo y para mí es la misma rutina: escribo el guion, recaudo el dinero, hago la película, la ruedo, la edito, sale. La diferencia no es que me hayan cancelado a nivel cultural, la diferencia es la forma de presentar las películas. Ese es el gran cambio”, culminó Allen.
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