Sin constancia ni sentido del humor, el actor estadounidense Viggo Mortensen no habría triunfado en el cine. Así lo confesó este domingo en el Festival de Lumière de Lyon (Francia), donde admitió que para abrirse paso en esa industria hay que ser testarudo.
El intérprete de películas como Green Book o la trilogía de Lord of the Rings contó que, cuando se instaló en Nueva York a comienzos de los años 80, se presentó a unos 25 o 26 castings.
«En la mayoría llegaba a formar parte de los dos o tres finalistas y me decía: ya está, lo voy a conseguir. Y nada, me acababan ofreciendo papeles menores. Pero me presentaba pensando que si no funcionaba no pasaba nada», afirmó Mortensen.
«Hay que ser testarudo y no perder el sentido del humor. Si realmente quieres hacerlo lo conseguirás», añadió, dirigiéndose a las 200 personas que acudieron a la cita con Viggo Mortensen en el lionés cine Odeón.
Además de los frustrantes castings también recordó con grandes dosis de humor varias películas en las que rodó escenas que no formaron parte del montaje final al cortarse en la edición. Entre ellas: The Purple Rose of Cairo (1985), de Woody Allen, y Swing Shift (1984), de Jonathan Demme.
«Mi agente me dijo que a Woody Allen le encantó mi interpretación y que todavía se estaba riendo pensando en una de las escenas. Seis meses después le dije a mi madre que no se perdiera el estreno y cuando la vio no aparecía ni en el filme ni en los créditos», explicó Mortensen.
Demme le comentó también que le impresionó una de las escenas que rodó. Sin embargo, tampoco sobrevivió a la edición final y se enteró directamente al verla en las salas. «Mi madre me llegó a preguntar si fumaba crack en Nueva York porque no aparecía en las películas que yo le decía que fuera a ver», contó haciendo reír a toda la audiencia.
Su faceta como director
Mortensen, que recibió en el pasado Festival de San Sebastián el Premio Donostia por su carrera como actor, se estrena a sus 61 años de edad como director con Falling. La cinta es un drama paternofilial sobre la demencia senil que, explicó, sufrieron sus padres y sus abuelos.
«Quería mostrar lo que me hicieron sentir y lo que aprendí de ellos. Nosotros pensamos que ellos están desorientados, pero en realidad somos nosotros los que lo estamos. Ellos viven en un presente diferente, en otro año, en un momento diferente del pasado simplemente», señaló el artista de ascendencia danesa y residente en España.
Sobre su papel en esa película reconoce que aún arrastraba un poco del sobrepeso que había acumulado para Green Book, rodaje durante por el que, contó, su pareja, Ariadna Gil, le apodaba «Gordensen».
El cineasta también habló sobre su faceta como fotógrafo, pintor, poeta y músico, artes que considera conectadas entre sí.
«Para mí son parte del mismo árbol. Cuando hablas de arte, es cierto que hay mucho dinero para una minoría de directores, poetas, escultores, pero esa idea de separarlo me molesta. Los niños no lo separan y son todos artistas. No sé por qué los adultos lo hacen», expresó.
Además de Mortensen, el Festival Lumière tiene entre sus invitados especiales a Oliver Stone, Mads Mikkelsen y Thomas Vinterberg, así como con los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Estos últimos recibirán el viernes el Premio Lumière por su trayectoria.
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