La felicidad de Alejandra Otero, más allá del humor
La joven humorista Alejandra Otero apenas lleva cuatro meses de experimentar la bendición de ser mamá con Paulina, el amor más grande de su vida, tiempo que –asegura- ha sido un aprendizaje constante y valioso que seguirá por el resto de su existencia. “Para mí ha sido muy importante la preparación, leer e investigar desde que estaba embarazada y ahora con la crianza. Entendí que mis proyectos profesionales, que siempre he considerado relevantes, pueden esperar un poco. El primer año de un bebé es casi el más decisivo y tengo que estar muy presente”, comparte y agrega: “El mejor papá y esposo del mundo, Jorge Parra (conocido como Domingo Mondongo), es un gran apoyo. Él no es papá primerizo, así que me enseñó a cambiar pañales y a llevar la parte difícil sin tanto estrés”.
La también locutora del programa de radio Mujeres en Pelotas, que se transmite de lunes a viernes de 1:00 pm a 3:00 pm por Hot 94.1 FM, siempre se ha mantenido activa en las redes sociales, sobre todo en Instagram, red en la que comparte su vida profesional y personal. “Por eso se me hizo natural mostrar mi embarazo y ahora todo lo que tiene que ver con Paulina y mi familia, desde el humor, que es a lo que me dedico. Siempre me ha parecido divertido y también es una forma efectiva de decir cosas que muchas veces pueden ser útiles para los demás”.
“Paulina significa la felicidad absoluta, una bendición y la suerte de tener una bebé espectacular que se porta muy bien, duerme mucho, llora poco y se ríe todo el tiempo. Es el mejor público que he tenido”.
La interacción de Otero con sus seguidores a través de su cuenta de Instagram, @aleotero, es muy divertida. Sin buscarlo, ahora tiene una comunidad de embarazadas, madres experimentadas y primerizas que se comunican con ella todo el tiempo. “Es increíble poder compartir mi experiencia para ayudarlas a superar ciertos obstáculos y las miles de dudas que aparecen con la llegada de un bebé. Ellas también me han apoyado mucho con los consejos y el material de comedia. Muchas me escriben casi llorando porque están justamente en la etapa más dura. Yo les respondo a todas porque quiero ayudarlas. Claro, no soy una experta y muchas veces tengo que decirles que contacten a una consejera de lactancia. Lo que importa es lo gratificante de apoyar a otras mamás, además de hacerlas reír”.
En Instagram: @aleotero
Fotografía: Gustavo Bandres @gustavobandres
Adriana Ayala
Madre a prueba de olas
Adriana Ayala es una mamá 4×4. No solo se sumerge en el mar para practicar kitesurf, también ofrece conversatorios llamados “Aquí estamos”, una ventana para reafirmar que son muchos los que quieren apostar por la isla de Margarita, lugar donde vive hace ocho años. Además, promueve donaciones para el Hospital Central Luis Ortega de Nueva Esparta, prepara un cortometraje y diseña una línea de bikinis para kitesurfistas: Drika, actividades que sabe administrar para dedicarle el tiempo necesario a su hijo, Jesús Marino, y compartir consejos con sus seguidores en la cuenta de Instagram @mamasurfista.
La deportista se motivó a narrar su experiencia porque había muy poca información sobre mujeres grávidas que practicaran deportes acuáticos extremos. “Abrí la cuenta cuando mi bebé tenía dos meses de nacido. Necesitaba compartir información que consideraba útil y poco común en el abanico de cuentas existentes sobre embarazo, lactancia y crianza. Con el embarazo entras en un mundo con mucho por descubrir y más cuando, finalmente, nace tu bebé. En mi caso sentía que tenía que drenar tanto nuevo contenido, que además estaba lleno de datos curiosos de cosas únicas que viví”, subraya Ayala, quien practica kitesurf todos los días.
Durante el embarazo le consultó al médico, que la autorizó a continuar con su rutina y lo hizo hasta los siete meses de gestación sin sufrir ningún malestar. La cuenta siguió con su propio estilo, y aunque expone su faceta de madre, ahora está más enfocada en el ámbito profesional.
Adriana aprendió que ser mamá puede ser más sencillo de lo que muchos imaginan. Ella aconseja asumirlo como algo natural, sin tanto protocolo, con más intuición y menos razón. “Descubrí el amor más puro, la capacidad que tenemos las mujeres para adaptarnos a lo que venga, la flexibilidad de la piel y la metamorfosis del cuerpo; el hecho de poder dar vida es increíble”, afirma.
“Estoy dedicada a que mi niño sea un muchachito feliz con lo que tiene alrededor: la naturaleza. Somos de pocos juguetes porque hay mucha arena y moldecitos para construir castillos con agua de mar. Me gusta la vida al natural, lo más respetuosa posible. Vamos juntos a la pescadería y él mismo, con sus tres añitos, ya sabe pedir lo que quiere”.
Por ser una madre que ama el deporte tiene muchos seguidores que interactúan con ella constantemente. “Intento responder todos los mensajes. Tenemos una comunidad que está dejando de ser virtual. Hemos hecho reuniones aquí en Margarita para conocernos, apoyados por Live en Instagram, con gente de todas partes. Creo que las redes nos acercan y realmente nos conectan de una forma instantánea y eficaz. Es más que un punto de encuentro, es una fuente de información de todo tipo. Lo uso para inspirarme, entretenerme y también para informarme”.
Fotografía: Tilena Szepesi
Los esmeros de Baticocina
Rosanna Di Turi @Rosannadituri
Bat-el Lancry (conocida como @Baticocina en Instagram), tiene la pasión por la cocina tatuada en los genes. “Mis bisabuelos cocinaban, mi abuelo tenía un restaurante y mi papá nació allí”. Sus padres -de origen marroquí, formados en Israel y radicados en la isla de Margarita hace más de tres décadas- convirtieron la afición por la cocina en un restaurante bautizado Lancry’s, donde Bat decidió comenzar a trabajar desde los 21 años de edad. “Dije que sería cajera, pero luego le pedí a mi mamá las recetas de postres para prepararlas allí. Después aprendí las ensaladas y los platos principales. Cuando mi papás abrieron un segundo restaurante, decidí entrar de lleno en la cocina”, cuenta la joven, que estudió en La Casserole du Chef.
Cuando su primer hijo, Kael, tenía seis meses y comenzó con la comida alternativa a la leche materna, Bat afrontó el reto de imaginar propuestas saludables que quiso dar a conocer, y así nació Baticocina en Instagram. “Mis amigas etiquetaban a otras amigas, que las replicaban”. La comunidad de fieles asciende a más de 100.000 que participan en su mundo a través de recetas y aprendizajes maternales, que ahora se renuevan con la llegada del segundo hijo, Lev. “Con él compartí todo el proceso desde el embarazo. Fue una experiencia distinta. Ya no tenía los miedos de las primerizas. Decidí vivirlo de manera más consciente y relajada. Y así es mi bebé”.
En las redes expone su filosofía maternal, en especial a la hora de alimentar a la prole. “No compro productos procesados. Para qué buscar crema de arroz, si la puedes hacer. Igual se puede elaborar el cereal de maíz. Yo salía con mi bebé y mis potecitos de comida para todos lados. A mi primer hijo le enseñé a probar distintas familias de alimentos a partir de los seis meses. Lo iba anotando y al año comía de todo”. Los aprendizajes los comparte con quienes la siguen en Instagram. “Procuro transmitir que todo tenga un sentido, que te conectes de corazón con lo que haces. Si le das un masaje a tu hijo, que sea de valor y con un propósito”.
Cumplir con lo que exigen las redes la ha llevado a ponerse horarios o buscar los espacios para responder. “No siento que son seguidores, sino amigos. Y si me preguntan algo, busco la respuesta. A veces consigo que tras una historia tengo más de 100 mensajes directos y en esos casos procuro contestar públicamente las preguntas que coinciden”.
A través de esa vía, la expectativa de que publique recetas la nutre para seguir. “Si por mi fuera cocinaría todo el día. Cuando me sugieren cosas las asumo como un reto”, afirma quien se propuso lograr 100 “batirrecetas” antes de terminar el año. Además, planifica la edición de dos recetarios y un blog para dar a conocer sus platos. “A mí me inspira que la gente espere y aproveche mis recetas“.
*Bat-El Lancry está en Instagram como @Baticocina