El palacio de Versalles, que festeja este año su 400º aniversario, abrirá el 27 de junio al público los apartamentos privados de María Antonieta, la reina consorte de Luis XVI que acabó guillotinada durante la Revolución Francesa.
María Antonieta (1755-1793) llegó a la corte francesa en 1770 y tras casarse con el futuro rey ordenó ampliar y transformar las habitaciones privadas que había heredado en el enorme palacio.
Esos apartamentos, que han sido restaurados con gran lujo, recuperando estampados, tejidos y muebles de la época, fueron su refugio durante su agitado reinado.
En esos aposentos, situadas en dos pisos del ala izquierda del palacio, la reina de origen austriaco se rodeará de sus hijos, sus cortesanas y probablemente de su presunto amante, el conde sueco Axel de Fersen.
Oficial del ejército sueco, Axel de Fersen conoció a la reina en un baile en la Ópera de París en enero de 1774.
Se hicieron rápidamente amigos, y años después el conde participó en la Guerra de la Independencia estadounidense. Cuando volvió a la corte de Versalles, en 1783, María Antonieta ya era reina y tenía hijos, pero su relación con Luis XVI era simplemente amical.
Todo indica que la reina «alojó» a Axel de Fersen en el segundo piso, en las habitaciones denominadas «de servicio», a partir de la correspondencia secreta entre ambos descubierta recientemente en los Archivos Nacionales franceses.
La restauración de todos estos espacios «proporciona una nueva comprensión de la historia con esa paradoja entre vida pública y vida privada, etiqueta e intimidad, un condensado de historia extraordinaria en apenas unos metros cuadrados», explicó a la AFP Catherine Pégard, presidenta del palacio y del dominio de Versalles.
Destaca la recuperación de los tejidos en seda con los colores que se presumen originales de la época, como el lila con motivos dorados, la recuperación de un papel pintado en el que aparece representada una gran piña, un fruto que María Antonieta adoraba.
También han sido restauradas la biblioteca privada y la sala de billar.
En total, son unos 100 metros cuadrados.
Sometida a una estricta etiqueta y a ceremonias públicas a lo largo de toda la jornada, María Antonieta podía retirarse a estas habitaciones a través de una discreta puerta falsa situada en el Gran Apartamento, donde recibía a la corte.
«Es a través de esa puerta que la reina escapa a la cólera de los revolucionarios el 6 de octubre de 1789», explica Pégard.
La turba obliga a la familia real a trasladarse a París. María Antonieta «no volverá nunca más a Versalles», añade la experta.
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