
La culpa, la maldad y el autoengaño, si no se enfrentan, con el tiempo crecerán hasta convertirse en un monstruo de 80 dientes, 4 metros y 200 kilos. Así le ocurre a Ángel (Yohn Teran), un adolescente soñador con ansias de convertirse en el mejor jugador de las Grandes Ligas en una Serie Mundial. Sus aspiraciones pronto comienzan a desmoronarse cuando sus dos mejores amigos le confiesan, entre chistes y comentarios de humor negro, un oscuro secreto que los atormentará el resto de sus vidas. Ambientada en las décadas de los 70, 80 y 90, la pieza del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, dirigida por Verónica León, fue ganadora de la décima edición del Festival de Jóvenes Directores Trasnocho.
Arrastrados por el peso de sus consciencias y un crimen imposible de olvidar, la historia marcada por el suspenso hizo que León, también actriz y cantante de 25 años de edad, se decidiera por ella para comenzar su camino como directora. Escoger 80 dientes, 4 metros y 200 kilos fue fácil. En el año 2008, cuando solo tenía 8 años de edad, vio por primera vez la pieza en el Teatro San Martín de Caracas. Revela que, aunque no recuerda de qué iba la historia, le es imposible olvidar las sensaciones que la pieza le transmitió. Eso fue precisamente lo que la motivó a llevarla a las tablas.
“La vi muchas veces de pequeña, me encantaba lo que transmitía. Yo no me acuerdo de la obra, pero sí de lo que yo sentí y eso era lo que quería transmitirle también al público. Es una de mis obras favoritas del dramaturgo Gustavo Ott, que también es uno de mis favoritos. Además, a mí me gusta mucho el género del suspenso y esta obra está cargada de eso. La historia transcurre entre tres décadas, los 70, los 80 y los 90 de las que soy fan”, cuenta.
Antes de llevar adelante una pieza de Ott, Verónica León solo había dirigido obras en microteatro, con una duración de 15 minutos. Dirigir por primera vez una obra larga fue un reto, sobre todo por el tipo de propuesta que tenía pensada. Para ella, 40% de la propuesta teatral estaba basada en la iluminación, un rasgo que incluso el jurado conformado por Rafael Barazarte, Eva Ivanyi, Miguel Issa, Dizzi Perales y José Pisano destacó en su veredicto: “La realizadora ha sabido llevar a escena con gran destreza, aprovechando el uso de sus elementos escenográficos, con particular atención en su iluminación y apoyada en el trabajo de sus intérpretes, para lograr una destacada puesta en escena, reconocida de forma unánime por los miembros del jurado”.

Los tres protagonistas de la obra | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Para León fue un reto concretar la propuesta de iluminación. Al juego de luces y sombras que acompañan el desarrollo de la historia y crean una atmósfera inquietante, se le sumó el ingenioso uso de la escenografía. Con solo tres tarimas, bastantes específicas y bien pensadas, los actores recrean diferentes escenarios.

La obra se presenta en el Trasnocho Cultural | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
“Fue un proceso bastante complicado, esta obra tiene mucha iluminación. Dentro de mi propuesta la iluminación cubre 40% de la obra y eso fue bastante complicado. La escenografía también fue otro de los retos que tuve que enfrentar. Es bastante sencilla, pero también bastante particular porque la escenografía se convierte en todo. Son tres tarimas que se convierten en varios bares, en un concierto, en unas gradas, pero se logró”.
Como obra ganadora del festival, se presentará hasta el 13 de abril: viernes a las 7:30 pm y sábado y domingo a las 7:00 pm.

Verónica León | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
El rol de directora de Verónica León
En contraste con las dificultades de iluminación y escenografía, una de las facilidades que tuvo Verónica León como directora fue contar con un elenco de actores a los que no solo describe como profesionales sino también como sus amigos. Incluso, como parte del elenco, está su papá, el actor de doblaje Rubén León. El resto del grupo lo conforman Kevin Génova, Andrés Moros, Anais Mauco, Homero Díaz, Ariadna Sool y Mariángel Rodríguez.
“Para mí fue bastante fácil buscar el elenco porque todos son mis mejores amigos, mi familia. Quería que fueran actores con los que ya hubiera trabajado y que ya hubiera visto para saber con qué estamos trabajando. También algo muy importante para mí, por supuesto además de que tengan talento, es que también podamos convivir. Que tengamos armonía, eso para mí era muy importante”.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
En todo el proceso, revela León, el trabajo fluyó bastante bien una vez logró trabajar en la autoridad que requiere asumir el rol de directora con amigos y familiares. Eso, asegura, se fue llevando poco a poco. “Ellos también son profesionales y siempre se mantuvo un respeto. Todo fluyó bastante bien”, añade sobre un proceso en el que se considera “nueva” en la dirección teatral.
Antes de postularse para el Festival de Jóvenes Directores, León siempre decía que no quería dirigir ninguna obra. Le parecía muy complicado. Para ella, los directores deben estar muy atentos de todos los elementos de la obra, del texto, las luces, el vestuario, la escenografía. Además deben estar siempre dos pasos por delante de todo, agrega. Pero, a la par, también piensa que si una persona quiere hacer una obra en este país, no debe esperar sentado a que lo llamen.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
“Tienes que hacerla tú mismo. Cuando se presentó el Festival de Jóvenes Directores me pareció que era una perfecta oportunidad para arriesgarme en este tema de la dirección”. Ahora que ya ganó el festival, León está concentrada en aprovechar al máximo la pieza que ya llegó a un buen puerto. Sí está interesada en dirigir otros proyectos, pero primero “le voy a sacar el jugo a esta obra durante todo el año”. Quiere seguir formándose como actriz y cantante, también hacer otros talleres de dirección teatral que se sumen a los que ya terminó con Dairo Piñeres y Marisol Martínez.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Una buena astilla
Cuando la nombraron ganadora del festival, Verónica León vivió un momento muy emocionante. No se lo esperaba, pero tenía un discurso preparado. Para ella fue merecido, no solamente por su esfuerzo sino también por el que realizó el equipo con el que logró un buen engranaje. Tras el triunfo, reconoce que le han hecho comentarios que califica como buenos y emotivos.
“Me ha sorprendido lo que han dicho y han coincidido conmigo en que mi propuesta es muy dinámica al convertir una tarima en cosas que no son. El Trasnocho hizo una publicación bastante linda diciendo que de tal palo, tal astilla, justamente por mis padres. Dicen que salí una buena astilla”, señala. Hija de la también actriz Verónica Arellano, la joven afirma que su trabajo, su formación y sus logros son de ella.
Durante el festival, reconoce, sí recibió consejos de sus padres pero siempre desde el respeto. En ningún momento intervinieron en un proceso que consideraban solo de ella, tampoco le impusieron nada. No siente que haya ganado por ser hija de quien es.
“Yo nunca he visto un taller con mis papás. Ellos nunca me han metido en algo. Uno se forma individualmente. Estando en una familia de artistas comencé a estudiar Psicología cuando me gradué de bachiller. Eso es algo totalmente diferente a lo que ellos hacen, que sí se usa la psicología en el personaje, pero yo he tomado mi camino aparte. Efectivamente me conocen por mis padres, pero no siento que el talento salga de allí, quizás está en la sangre. Ellos me han apoyado pero me han dejado libertad para crear”.
No cree que sea necesario venir de una familia de artistas para ser un gran artista. El mejor ejemplo que puede encontrar para explicarlo es el grupo de jóvenes directores que participaron con ella en esta edición y que también tuvieron resultados bastante buenos. “Cada quien crea su realidad, cada quien ve lo que estudia, lo que quiere descubrir, no hace falta tener una familia o un contacto para lograr lo que quieras”.

Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Ante el inicio de una nueva temporada, ya sin la promoción del festival, León se enfrenta a la crisis de las butacas vacías en el gremio teatral. Considera que los precios son justos: en Trasnocho solo cuesta 5 dólares el boleto para ver 80 dientes, 4 metros y 200 kilos. Lo que falta, según ella, es regar más la voz y motivar al público a ir al teatro.
“La gente va más al cine que al teatro. El cine es maravilloso, pero en el cine no tienes a los actores allí, a metros. Hay que aprender a valorar a la gente de tu país, que vayan a verlos y no solo a las personas de las telenovelas sino a los nuevos que tienen mucho que mostrar”, reflexiona.
Para Verónica León no existen diferencias entre el teatro comercial y otro más reflexivo: todo teatro es comercial porque todas las obras venden entradas. Eso, explica, ya lo hace comercial. “Creo que hay que hacer una mezcla, una fusión de tratar que sea un teatro para todo público pero que también tenga sus raíces del teatro puro. De hecho, sobre esta obra dije desde un principio: esto es teatral, no es natural. Eso es lo que quiero proponer como directora”.
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