La censura se ha vuelto cotidiana en Venezuela. Mientras ocurrían las manifestaciones del 19 de abril fueron sacados del aire Todo Noticias (Argentina) y El Tiempo Televisión (Colombia). Más tarde, Antena 3 (España) fue suspendida temporalmente por la transmisión del programa Venezuela al límite.
Esos medios se habían convertido en una opción para aquellos venezolanos que se quedaron sin alternativas para informarse por la autocensura en los canales de señal abierta y después de la orden del gobierno de eliminar de la parrilla de las cableras a otros como CNN en Español y NTN24.
En la radio existe un panorama similar. Mientras el miércoles la Guardia Nacional Bolivariana y civiles armados arremetían contra la marcha convocada por la oposición en varios estados, pocas emisoras transmitían lo que ocurría en las calles. En la mayoría se escuchaba música, programas de variedades o la alocución de Nicolás Maduro desde la avenida Bolívar, punto final de la movilización del oficialismo.
A lo sucedido con los canales internacionales se sumaron las fallas de transmisión que presentan desde ese día los medios digitales Vivoplay y VPI TV, que después del bloqueo ordenado por Conatel el 7 de abril se podían ver a través de portales de noticias con los cuales habían hecho alianzas.
Fuentes de El Tiempo aseguraron que lo ocurrido con su señal fue ordenado por el mismo organismo y que funcionarios de la GNB fueron hasta las oficinas de Directv para que sacaran del aire el canal. El Nacional intentó comunicarse con representantes de la empresa operadora, pero no obtuvo respuesta.
Entre denuncias, rumores, disparos a edificios y demás desmanes, lo que ha pasado con las televisoras se ha convertido en un problema más de los que afectan a la población.
“Ocurre que las personas tienen una economía del pleito. La poca capacidad de reacción frente a tantas dificultades hace suponer al poder que lo que hace no tiene costo, pero al final la gente resiente que se metan en su cotidianidad”, indica Carlos Correa, de Espacio Público.
Advierte que es imposible que haya una desinformación total. “Sí aumenta la desigualdad en el acceso a la información, lo que afecta especialmente a los sectores populares. Eso aumenta a su vez el liderazgo de quienes están más informados en las comunidades. Un líder social se convierte en privilegiado si tiene más o menos formas de mantenerse al tanto de lo que ocurre. El gobierno acentúa la desinformación, pero aún hay un nivel grande de movilización. Hay mallas comunicativas que pretende controlar, pero ha sido imposible. Por eso la convocatoria a la marcha se logró en los puntos previstos. Sin duda, es mucho más sencillo prender la televisión e informarse. Es menos complicado que revisar Twitter y ver qué es falso o no. Si reduces la posibilidad de circulación de información contrastada, hay más posibilidades de imponer mentiras”.
Luisa Torrealba, investigadora del Ininco, expresa su preocupación por lo que considera una política comunicacional gubernamental con criterios de guerra. “La información se ha visto afectada con la intimidación en momentos en los que se denomina enemigo interno al ciudadano independiente. Hay una criminalización de la ciudadanía a través de medios del Estado. Es grave, además, que se usen las cadenas para violar el derecho a la defensa, exponer al escarnio público a supuestos implicados en hechos delictivos”, dice en relación con la cadena del domingo en la que Nicolás Maduro mostró supuestas pruebas de personas involucradas en hechos violentos la semana pasada.
Torrealba también recuerda que Venezuela es uno de los países con conexión a Internet más lenta en el continente. “Eso hace que recursos como fotografías y videos sean de difícil acceso. Además, hay intermitencia en las conexiones, así como en las transmisiones de cableras, que en varias ocasiones indican tener dificultades técnicas cuando uno quiere sintonizar un canal”.
Cabe recordar que en mayo se cumplen 10 años del cierre de RCTV y que dos años después sacaron del aire a 34 emisoras de radio.
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