«El hecho de que haya en Latinoamérica una literatura rica, que hoy se lea, quizás se deba a las grandes tragedias que se han vivido», dijo este martes por la noche, en Guatemala, el premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, durante la presentación pública de su última novela, Tiempos recios.
El escritor peruano presentó esta obra en Madrid el 8 de octubre pasado. Cuenta la historia que hubo detrás del golpe de Estado al ex presidente Jacobo Árbenz Guzmán perfilado por la CIA. Además narra el posterior asesinato de su sucesor, Carlos Castillo Armas, con la implicación del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Según el escritor, se nutrió precisamente de la trágica y muy dolorosa historia guatemalteca.
Ante cientos de asistentes en la Gran Sala del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, Vargas Llosa subrayó que las tragedias y la realidad dolorosa, que para los escritores es una maravilla, la vivió en el país centroamericano. «Uno de los más bellos del mundo, con la gran paradoja de ser uno de los más violentos», dijo.
En Guatemala, con esas «guerras feroces», con sus habitantes «que se han entrematado», sitúa al escritor −y al lector− en un escenario «maravilloso pero muy doloroso».
De esa materia se nutren sus personajes centrales en la novela. Entre ellos el «matón preferido por el ‘Generalísimo’, el coronel Jhonny Abbes García. Es fantástico leerlo, pero no vivirlo», aseguró el Nobel.
Abbes estuvo en Guatemala, según lo narrado por Vargas Llosa, unos seis meses enviado por Trujillo. Salió del país en la noche del asesinato de Carlos Castillo Armas, junto a la amante de este. Así lo recordó el peruano que estuvo acompañado por el sociólogo e historiador argentino Carlos Sabino y el escritor español Francisco Pérez de Antón.
Fake news
Con los dos hombres discutió acerca del papel de la antigua Unión Soviética en el gobierno de Árbenz, algo que niega Vargas Llosa con entusiasmo. Se refiere a ello como un fake news de la época, que consiguió profundizar una idea falsa en una sociedad que cayó en una mentira fundamental para el devenir de América Latina.
El pretexto fue mal usado, a su juicio, por los comunistas y los izquierdistas extremos que se apropiaron de la figura de un demócrata como Árbenz. Fundamentaron sus ideas revolucionarias en la despiadada invasión norteamericana que al propio Vargas Llosa lo hizo recordar su juventud como estudiante universitario en Lima. En esa época se unió a las protestas contra el golpe de Estado de Castillo Armas.
Pero no es a los comunistas, insistió, sino a los demócratas y a los liberales a quienes les toca reivindicar la figura de un presidente que intentó profundizar unas reformas sociales, aseveró. Pero el falso anticomunismo se lo impidió.
Esa aventura que vivió en Guatemala escribiendo la novela, que al principio pensó no escribir, sino investigar por afición, fue «riquísima y diversa». Le hizo descubrir ese hermoso país que, paradójicamente, es uno de los más violentos y dolorosos en los que ha estado.
Esa época de Árbenz, del macartismo y de la incipiente Guerra Fría, era la de las dictaduras más tremendas de las que muy pocos países latinoamericanos se han librado, agregó. «En sus horizontes parecía que solo la violencia era la fórmula. Ese es un hecho esencial para los escritores que nos alimentamos de cadáveres exactamente como los cuervos», concluyó.
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