Antes de llegar a la tercera canción de la noche, el público ya gritaba “¡Gaviota, Gaviota!”. Y no es de extrañar, porque Mon Laferte jugaba en casa, Viña del Mar, en cuyo popular festival se presentó el lunes con un recital cargado de fuerte activismo por la crisis social que vive Chile.
Con una enorme ovación de la gente de su ciudad natal, la ganadora de dos Latin Grammy, de 36 años de edad y con 6 discos en el mercado que combinan pop y rock con otros estilos como el bolero, la cumbia y el ska, inició su show al ritmo de “Tormento”, canción en la que ya se empezó a sentir que la emoción sería la protagonista de la noche.
“Mi buen amor… si no quieres regresar, ¿Por qué vuelves a buscarme una vez más?”, dice una de sus canciones más conocidas, la segunda de la noche, que en alguno de los fragmentos el público -conocido como el monstruo por su poder de ensalzar o echar a artistas- llegó a cantar en solitario y sin música.
Donará las Gaviotas
“¡Gaviota, gaviota!”, empezaron a corear las gradas, un acto que se repitió una y otra vez a lo largo del concierto. Finalmente, se confirmó lo obvio: la ilustre viñamariña obtuvo gaviotas de plata y de oro -como ya logró en su primera presentación en el festival, en 2017- pero no la de platino, a pesar de que también la pedían para ella.
La compositora anunció que donará las dos estatuillas a una fundación. Al recibirlas de mano de los presentadores del festival, María Luisa Godoy y Martín Cárcamo, la cantante, emocionada, optó por no decir nada. Más tarde, sí.
“Como símbolo de que Chile está en un momento muy especial, difícil, a modo significativo yo voy a entregar mi gaviota. Yo no quería venir a celebrar un festival. Se la voy a dar a alguien que necesite. El cariño ya me lo llevo. Esto no es una ofensa, para nada”, afirmó uno de los rostros más críticos con el gobierno de Sebastián Piñera.
Un discurso en medio de la polémica
La cumbiecita “Ronroneo” le sirvió para tomar contacto más cercano con el público de las primeras filas del anfiteatro de la Quinta Vergara, sede del festival, que al ritmo de “ron, ron, ron, ronroneo” la acompañó con las manos arriba.
Tras los bailes andinos de “Pa’donde se fue”, sexta canción de la noche, Laferte ofreció un largo discurso, después de que el pasado fin de semana Carabineros pidiera que se la cite a declarar por decir en 2019 que la policía y los militares provocaron incendios durante las manifestaciones que desde octubre claman contra la desigualdad social.
“Al principio pensé que era una broma. Después me di cuenta de que no. Desde ese entonces hasta hoy yo estaba con mucho miedo. ¿Puede ser un delito expresar una opinión?”, dijo ante un público que antes y después del recital estuvo gritando duras acusaciones contra Piñera.
Laferte añadió que su familia, amigos y equipo de trabajo le insistieron con que no fuera al festival, al considerar que no debía celebrarse un evento así en este momento, pero reconoció que se acabó sintiendo súper valiente y decidió actuar y preparar un discurso.
“Es tan difícil quedarse callado cuando uno lo vivió en carne propia… No todo el mundo sabe lo que es cagarse de hambre de verdad”, afirmó, para contar que por sus circunstancias familiares debió ponerse a trabajar de muy joven.
“Lo que quería decir en realidad es que yo lo único que sé hacer es cantar”, remarcó.
“!Si me tienen que llevar presa, llévenme presa!”
Tras su mensaje, subieron al escenario multitud de amigas cantoras de la activista, que la acompañaron para interpretar dos canciones tradicionales.
Luego llegó la enérgica “El mambo”, que cantó y bailó a plena y potente voz con una preciosa falda de tul y “Amárrame”, que antecedió a su popular “Plata Ta Tá”, una suerte de reguetón en la que critica aspectos como la represión policial y el poder de las clases adineradas ante los más humildes.
“¡Si me tienen que llevar presa por decir lo que pienso, llévenme presa!”, grito casi al final del concierto, que acabó con parte del público insistiendo con la entrega de una Gaviota de Platino que nunca llegó.