Fernando, Azucena y Lucas Martínez componen la familia hecha añicos de Elena, una niña de 11 años de edad que fue violada durante seis horas. Pesadillas, gritos, golpes y discusiones se instalan día tras día en el seno de su hogar luego de ese hecho. En un contexto en el que su dolor se convierte en espectáculo para los medios de comunicación, los tres muestran al público cuán doloroso es continuar cuando se alcanzan los límites.
Esta es la historia de Añicos, una obra basada en hechos reales acaecidos en Madrid en 2016, escrita por el dramaturgo español Carlos Bé. Dirigida por Natacha Pérez, de 31 años de edad, la historia tiene un mensaje duro, pero necesario. «Parte de trabajar Añicos es desde la necesidad que como docente he visto: cómo el abuso infantil se va radicando en los cimientos, desde toques inapropiados, miradas, incomodidad, hasta la violación», explica.
Un elenco integrado por Antonio Delli, Giuliana Rodríguez, Greisy Mena y Anderson Figueroa interpretará la aparente naturalidad de un núcleo familiar quebrado por el dolor.
Delli, de 53 años de edad, interpreta al padre, Fernando, quien desde lo ocurrido se ha ido transformando en un ser violento, iracundo y vengativo. «Ya no escucho la música, es algo quizás de adentro. Yo la oigo, pero eso ya no me llena por dentro. Yo ya no quiero escuchar más música», dice su personaje en la obra.
Giuliana Rodríguez da vida a una madre desesperada que ya no le encuentra sentido a la vida. Su dolor la lleva a lastimarse, se culpabiliza y ya no tiene fuerzas para continuar porque su familia, por la que luchaba todos los días, está destrozada. «¿Qué familia? Si ya no hay nada», exclama en la obra.
Lucas Martínez es interpretado por Anderson Figueroa, un joven actor capaz de demostrar en escena los restos de la inocencia perdida y el peligro de crecer en un mundo en el que no hay justicia. «Cuando eres pequeño todo parece que se vuelve más grande. A veces sueño que juego con los tiestos. Saco la mano sucia y encuentro una pistola”, dice su personaje mientras lee extractos del clásico El principito.
Por último está Greysi Mena, una joven actriz que ha incursionado también en el cine. En la obra interpreta a Julieta Ortiz, una chica que desea sanar sus culpas a como dé lugar. Ella producirá en la familia una grieta más, la última y la necesaria para llegar al límite del dolor.
Espacio para confrontarse
Natacha Pérez, docente desde hace cinco años, escogió Añicos para denunciar y exponer cómo la sociedad está naturalizando el abuso infantil. «Fue un texto detonador en ese sentido. Naturalizar el abuso daña el cimiento de la juventud, encargada de integrar la sociedad», explica.
Licenciada en Arte, egresada de la Universidad Central de Venezuela, docente en escuelas privadas como la Unidad Educativa La Concordia y Don Bosco de Altamira, Pérez considera esta obra necesaria. Su propuesta como directora incluye un trabajo formativo. Quiso incorporar más equipos de trabajo para que el teatro pueda continuar con nuevos talentos.
«Nos hemos enfocado en el teatro para entretener y hacer reír, pero no nos hemos centrado en sus fundamentos: confrontarnos, hacer catarsis, indagar sobre nosotros y sobre la sociedad que somos. Estamos escondiendo muchos de nuestros defectos y en esa venezolanidad, riéndonos de todo lo que pasa, no nos damos cuenta de que debemos sanar las heridas», explica.
La también profesora de la Unidad Educativa José Ignacio Cabrujas considera que lo más difícil de la obra fue vender su visión a los actores y al público por el mensaje tan necesario que transmite la historia. «Mi propósito era mostrar una situación en la que se ve a estos seres humanos rotos, descompuestos y desestructurados», afirma.
En cuanto al elenco, la directora dijo que se siente bendecida por poder trabajar con actores tan bien formados y con tanta experiencia de vida. «Me pude dejar llevar por la puesta, intentar cosas nuevas y profundizar en la parte estética que no siempre es mi fuerte», admite.
Y añade: «Todos venían como de muchas escuelas y acoplaron esos pedacitos, esos añicos y engranaron el perfecto equipo para trabajar».
Pérez afirma que los personajes de la obra tienen la capacidad de ser crueles y admite que los seres humanos son así. Este es el punto de conexión con el público. «La violencia escénica desata un proceso en el que el espectador se cuestiona: ¿qué tan rotos están por dentro para llegar a estos extremos? Pero se hace empatía con los personajes y terminas diciendo: ok, ojalá nunca me pase pero yo podía llegar a este punto», concluye.
Añicos
Espacio Plural del Trasnocho Cultural
Del 7 al 16 de febrero
Viernes a las 5:00 pm; sábados y domingos a las 4:00 pm
Entradas: 150.000 bolívares. Disponibles también aquí.
@albafreitasg