Si Juanes tiene que presentar un libro sobre su vida frente a un auditorio repleto de colombianos expectantes por ver a uno de los mejores representantes de su país solo lo puede hacer de una forma: con una camisa negra y con su inmenso amor por la música.
«Para mí la música desde muy pequeño significó la forma más clara de relacionarme con el universo», aseguró el cantante paisa en el principal escenario del Hay Festival de Cartagena de Indias donde presentó Juanes: 1.577.836.800 segundos, junto a su autor, el periodista Diego Londoño.
El libro se publicó cuando Juan Esteban Aristizábal (Carolina del Príncipe, 1972) cumplió el pasado 9 de agosto 50 años y varias décadas en la música, pero llevaba cocinándose varios años.
Juanes conoció a Londoño cuando iba a visitar a su mamá a Medellín y el periodista musical le entregó un libro que había escrito sobre Calamaro. A los tres días, Londoño recibió una llamada del cantante y se quedó boquiabierto, pero tardó apenas unos segundos en aceptar escribir su biografía.
Una conexión eterna con la música
Juanes pudo acabar de ingeniero, pero un profesor de la universidad le dijo en su primer semestre, después de muchos ceros y no levantar cabeza: «Tu cuerpo viene a clase pero tu alma no».
Lo de él era la música y lo sabía desde pequeño cuando su padre cantaba jazz y sus hermanos escuchaban a Gardel o vallenatos y cumbias. De hecho a los 10 o 12 años tuvo una epifanía: estaba tocando solo la guitarra en la sala de su casa y sintió una conexión: «La guitarra es como la proyección de mi alma», aseguró ante un público que lo recibió con una gran ovación.
Esa conexión se prolongó cuando se puso a hacer ejercicio en la adolescencia. Dice que estaba gordo porque solo comía arepas, papas y chocolate, entonces comenzó a hacer ejercicio mientras escuchaba música. Echaba para delante y detrás las canciones para analizarlas.
Y se metió al metal. «Yo era metalero», dice orgulloso, pero lo era en una Medellín, la de los 80 con «jóvenes que mataban, bombas que estallaban cada noche», muy violenta y en la que buscaba en los conciertos de rock y metal una forma de escape: «Estábamos encontrando en una ciudad muy difícil la forma de escaparnos».
Fue metalero hasta que se enamoró y luego llegó su viaje a Estados Unidos, donde vendió todo para buscarse la vida y llegó a una ciudad con una escena musical con la que no conectaba: «La época más dura fue llegar a Estados Unidos» y se las pasaba «todos los días esperando que algo pasara».
Pero finalmente pasó, empezó a conocer a la gente correcta y hacer la música que él quería y se convirtió en la figura que es actualmente con nueve discos de estudio, varios Grammys a su espalda e hitos como el tocar con los Rolling Stones o en el concierto en honor a los Beatles, en los principales escenarios y sobre todo convertirse en uno de los mayores referentes de Colombia.
Con altibajos, obviamente, con épocas de cansancio, explicó el colombiano, de quemarse en los momentos supuestamente más felices personalmente como cuando nacieron sus hijos hasta que dijo que quería «hacer la música que quiero hacer, no la música que está de moda» y poder llegar a un punto donde Juanes afirma orgulloso: «Me siento pleno a nivel artístico y de cómo estoy llegando mi carrera».