La sombra del catire / Cortesía

Tal como la aridez y la hostilidad que le rodean, Benigno Cruz (Francisco Denis), conocido como el Catire, es un hombre duro, distante y silencioso con un pasado como bandolero que le persigue. En un momento en que se acerca a su vejez, quiere vender unas tierras que compartía con su fallecida esposa, Felicia, y la mejor oferta la recibe por parte de un militar, pero se niega al considerarla muy baja, lo que le traerá una serie de problemas en un pueblo donde la justicia no existe.

Parte de la selección de largometrajes de ficción del Festival del Cine Venezolano, La sombra del catire, dirigida por Jorge Hernández Aldana, plantea una historia en la que la necesidad es extrema y la única forma de defenderse es la violencia. El filme, que ganó el Gran Premio del Festival de Cine de Varsovia, es una suerte de wéstern venezolano que puede dialogar con títulos como Los imperdonables de Clint Eastwood o Sin lugar para los débiles de los hermanos Coen, tanto por la soledad del protagonista como por la opresión extrema.

Foto cortesía

Lo que caracteriza al filme de Hernández Aldana es la exploración delicada y poética de la personalidad de Benigno y su relación con el entorno. No hay muchos diálogos en La sombra del catire, pues parte de la historia se cuenta en la mirada rígida del personaje, sus acciones y el paisaje, en medio de un contexto de represión y precariedad tanto por los abusos de los militares como por la delincuencia, la escasez de agua o la ausencia de instituciones públicas.

El director del filme explicó que la historia surgió en parte por un momento en el que se hizo cuestionamientos sobre la paternidad y las implicaciones de sus acciones sobre la gente. «¿Qué pasa cuando los errores que uno comete afectan a la gente que uno quiere?», reflexiona el cineasta, y explica que la película tiene muchos elementos personales como el hecho de que fue grabada en Lara, de donde es una gran parte de su familia, y los personajes fueron inspirados en personas cercanas.

Por ejemplo, Benigno está inspirado en un tío del cineasta; Perucho, hijo del Catire, era el apodo de su papá en su niñez; Mabel, la hija del personaje, es como su hermana y Felicia es su abuela. «Tomé elementos de mi vida familiar y los crucé con mi propia reflexión sobre mi identidad y lo que esta pasando en Venezuela, no en términos políticos sino humanos».

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Señaló que si bien en el filme se percibe una aridez, también buscó que el paisaje fuera un reflejo del universo interno de Benigno, así como contar la historia de una familia rota en un país roto. También quiso reflejar la sensación de decepción que genera la pérdida de un pasado mejor, pues antes las tierras donde vive el Catire estaban en mejores condiciones.

En cuanto a la caracterización del personaje, Denis explicó que fue un proceso largo de varias etapas, el cual incluyó unas primeras exploraciones que se planteó en Ciudad de México, donde vive, que cambiaron cuando llegó a Venezuela. Durante un período en el que el rodaje se pospuso en 2019, el actor se unió a una exploración de locaciones que hizo el equipo técnico de Hernández Aldana, pues para él era importante estar en el ambiente del Catire.

«Ese fue el primer contacto con Benigno: el escuchar a las personas, mirarlas y estar ahí. No era una cosa de estudio, sino de compartir la vida con ellos y de, bueno, pincharme con los cardones que hay por ahí o emborracharme con cocuy», recordó.

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Luego, como Benigno es un personaje silencioso, el actor tuvo un proceso interno en el que lo alimentó con fantasmas personales: «Eso por el lado emocional, después está el lado más técnico. Entiendo que el tono de la película es de mucha contención, poca gestualidad, mucho silencio, yo sabía desde el guion que Benigno habla poco. ¿Pero por qué habla poco? Entonces ves en la misma gente que el silencio es parte del sonido, el silencio tiene mucha fuerza».

El director señaló que además de haber plasmado en el filme elementos de su vida personal y su identidad como venezolano, durante el rodaje encontraron un grupo de gente que tenía ganas de verse retratada en una pantalla: «Querían la oportunidad de que se contara algo sobre sus vidas. Mucho del diálogo son cosas que fuimos escuchando a lo largo de ese proceso de preparación. Gestos de Benigno son reinterpretaciones de gente muy generosa que nos dio su esfuerzo, tiempo y corazón para poder tocar un pedacito de esa región y la vida de esa gente».

Hernández Aldana, emocionado por el apoyo que ha recibido La sombra del catire en el Festival del Cine Venezolano, dijo que espera que para la segunda mitad del año la película se pueda estrenar en salas comerciales en Venezuela y México, país que coproduce el filme. «Mi próximo proyecto es hacer que esta película llegue al mayor público posible y en eso estamos ahora. Invito al público a estar pendiente de La sombra del catire porque estamos buscando la manera de que llegue a salas para que la vean como se debe: en salas de cine», afirmó.


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